Han transcurrido ya 30 años, que son muchos. Cada quien tiene su historia y su versión de los hechos, la mía fue del tipo… alterno, digámoslo así, pues no vivía en México sino en Cancún en donde trabajaba en un hotel de mucho prestigio que mantenía una alta ocupación, pues en ese año Cancún era la moda, el destino favorito de norteamericanos. Desde 1984 no había temporada baja, siempre se mantuvo lleno todo el año y el 85 estaba igual de ocupado, increíble pero fue el periodo más alto en la historia del lugar, un 98% acumulado, cosa que se ve pocas veces. Tenía el puesto de Gerente de Reservaciones así que el control de los cuartos era estricto y no nos podíamos permitir un error, más aun, era el tiempo en que las computadoras aun no irrumpían en el mundo de la hotelería.
Y ocurrió, como en buena parte de México que el 19 de septiembre, al llegar a la oficina no había larga distancia en los teléfonos y el telex no funcionaba. Cosa extraña, esperamos y nada, luego supimos que el servicio estaba suspendido a consecuencia del sismo en la ciudad de México. Al día siguiente fue igual y la incertidumbre de caer en una sobreventa de habitaciones fue creciendo. Al tercer día la dirección del hotel decidió enviarme a la central de reservas en Estados Unidos, en un lugar llamado Raleigh, en Carolina del Norte. Al día siguiente salí para allá, estuve un par de días en los que actualizaba toda la información para el hotel de Cancún, de regreso mantuvimos el control, no caímos en la temida sobreventa pero sí resentimos los estragos del movimiento telúrico que, a montones de kilómetros de distancia nos afectó en los sistemas de comunicación.
De lo ocurrido en la ciudad de México mucho se ha escrito y creo que el día de hoy es el tema central de periódicos y redes sociales. Claro es, un evento que bien podemos considerar el parteaguas en las conciencias de los mexicanos no es para menos. Ese día nació la solidaridad, término que aprendimos unos meses antes, pero en polaco cuando el movimiento de Lech Walesa hacía tambalear la división europea del Este y Oeste: Solidarnösc.
En México, cuando se desarrollaba aquella arquitectura conocida como “Renacimiento Mexicano”, uno de los que marcaba la pauta era el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, contratado por el gobierno mexicano para diseñar y construir un moderno hotel, era 1933. El proyecto incluía un peculiar edificio en forma de herradura, en donde se desarrollaban los distintos cuerpos de habitaciones y en la planta baja locales para tiendas y restaurantes, en uno de ellos se incluyó un mural para lo cual fue contratado Diego Rivera, que plasmó una visión, muy a su estilo, con fuertes colores contrastantes y un buena cantidad de personajes, representativos todos de tres períodos de la historia nacional en el restaurante Versalles del hotel.
El mural, llamado “Sueño de una tarde de domingo en la Alameda Central”, en el que colaboraron Rina Lazo, Pedro Peñaloza y Andrés Sánchez Flores, como buena obra de Rivera, el escandalo estuvo presente pues incluyó junto al retrato de Ignacio Ramírez, El Nigromante, el texto “Dios no existe”. Ante esto, el obispo en turno, Luis María Martínez, que había sido invitado para bendecir el edificio se negó asistir a menos de que fuera borrada la injuria. Así ocurrió y las cosas tomar un curso normal. El Del Prado, el Reforma, el María Isabel y el Continental fueron los hoteles representativos de la ciudad por varias décadas, en 1960 decidieron trasladar el mural al lobby. Y allí quedó, como un atractivo más del hotel.
El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 ocurrió el sismo, muchos, muchísimos edificios colapsaron, miles de personas murieron. El hotel Del Prado, fue uno de los que sufrió severos daños, no así el mural, que catalogado como Patrimonio Artístico de la Nación se decidió rescatar. Sus dimensiones 15.5 m de largo y 4.8 de ancho hacían difícil la operación pero, gracias a que veinticinco años atrás se había movido la obra, los paneles en los que estaba soportada hacía medianamente fácil su traslado. Fácil por así decirlo, pues para moverlo unos 150 metros del punto donde estaba a donde se depositó, la operación requirió, además de un equipo especializado, 12 horas.
El peso del mura en sí era de 20 toneladas, se agregaban 15 más entre metal, madera y poliuretanos para su protección, comenzó luego la construcción del Museo en donde permanece hasta nuestros días, el cual fue inaugurado el 19 de febrero de 1988 frente a la plaza a la que se le decidió poner el nombre de Solidaridad. Ocurrió una curiosidad cuando fue el traslado del mural, de ello da cuenta el periodista de El País, José Comas.
“Los mariachis no cesaban de cantar "Eres un ángel, criatura, con esos divinos ojos y esos labios rojos que abren tu dentadura", y luego seguían con "Soy soldado de levita, de esos de caballería". El ingeniero Noreña calcula que los costes de la operación de traslado del mural ascienden a 120 millones de pesos (algo menos de 20 millones de pesetas), y considera que este gasto "hay que hacerlo incluso en estos tiempos de crisis económica", porque se trata de salvar el patrimonio cultural de México. La exposición de pintura de Rivera, que actualmente se contempla en la capital mexicana, viajará a Madrid, donde está prevista su inauguración el próximo 16 de febrero”.
El mural es uno de los más representativos de la obra de Rivera y llega a ser tan importante porque es justo allí en donde el artista rinde tributo a otro artista y rescata para la memoria colectiva un personaje que en la actualidad se ha vuelto, prácticamente, símbolo de México: La Catrina.
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