martes, 15 de septiembre de 2015

La vida en el Bajío en 1811 en base a lo escrito por el conde Diego de la Casa de Rul

   Mucho se ha escrito sobre el inicio de la guerra de Independencia, mucho se ha desvirutado a la vez. No caeré en juicios. Las cosas que sucedieron en los primeros meses del movimiento se han discutido lo suficiente. El primer altercado entre Hidalgo y Allende se da justo en la tarde del 16 de septiembre en San Miguel, vendrá luego la toma de Granaditas a la que debemos agregar los calificativos de sanguinaria, devastadora y agresiva, más allá de los tintes de heroicidad que se le han dado. La batalla de Monte de las Cruces y ese inexplicable recular de Hidalgo seguirá en interrogante la razón que tuvo para hacerlo. Luego viene el descalabro y la ruptura al perder la batalla en Aculco y el final de esta primera parte concluye con una derrota catalogada como el “desastre” en Puente de Calderón.

  Uno de los personajes activos desde el inicio de la insurrección es el conde Diego de Casa de Rul, personaje que me atrae sobremanera debido a que fue, entre otras cosas Alcalde de la villa de Salamanca en 1793 (1), dato poco conocido por cierto. Era justo aquí, en Salamanca, en donde el que aún no conseguía el título nobiliario pues todavía no casaba con la rica heredera de la mina de Valenciana –lo haría en 1794-, que Diego Rul Calero mantenía un negocio que declara al año siguiente de su matrimonio como “casa mercantil” valuada en 40 000 pesos según consta en documentos del Archivo de Indias del que hace referencia David A. Brading. (2)

   Poderoso caballero es don dinero, reza el dicho, y eso lo vemos manifiesto en la vida de Rul Calero que, al casar con María Ignacia Obregón Barrera, heredera del condado de la Valenciana y su enorme fortuna, quizá la más grande de Nueva España adquiere el condado de la Casa Rul el 26 de agosto de 1804, ya antes, en 1795, había obtenido el grado de Capitán de Caballería del Príncipe en el Batallón de Guanajuato mediante el donativo de 4 000 pesos (3). Era dueño de la única mina que producía durante los primeros años de la guerra de Independencia, la de Mellado; además de tres enormes haciendas: Santa Rita Tetillas en Zacatecas, San Jacinto de Ciénega Grande y Cieneguilla en Aguascalientes. Vale mencionar que esta última, la de Cieneguilla, está dentro del catálogo del Patrimonio de la Humanidad en el programa Camino Real de Tierra Adentro.

   La fortuna del conde Casa de Rul le permitió, el 29 de abril de 1811, adquirir (más que recibir) el título de Coronel luego de un “generoso donativo” a la causa de la Corona se dice que fueron 40 000 pesos los ofrecidos para habilitar a su tropa (4). Es así como, en los primeros meses de la guerra el Conde Casa de Rul participa como Capitán, ya en abril de 1811 lo hará como Coronel.

   En el estudio que hace Liborio Villagómez de la correspondencia del conde vamos viendo lo que era la vida cotidiana en la zona del Bajío en el año de 1811, cuando el movimiento encabezado por Hidalgo y Allende había sido ya detenido, pero enfrentaban ahora los levantamientos de Albino García en el Bajío y José María Morelos por el Sur de lo que hoy es México. Lo primero que me llama la atención es la mención de las mujeres que acompañaban al ejército Insurgente:

   Enero 15, 1811, Tepatitlán.- “Se está trabajando con empeño y en breve saldremos para Zacatecas donde dicen tienen mucha gente y 40 cañones, pero nada se nos da ya a la vista de lo ganado. La hija del cura que la tenía vestida de hombre que tenía 14 años, está escondida aquí, la mujer de Abasolo y hermanas de Allende se están buscando con empeño, y no le quede a usted duda que caen y se asegurarán bien” (5). Hace aquí referencia al enigmático personaje de La Fernandito, que ha caído en muchas conjeturas y más consejas, achacándole al Padre de la Patria la paternidad de Mariana Gamba. Hay la versión de que era la hija del que fue cocinero de Hidalgo cuando estuvo en Colima y, comenzada la guerra, pide su auxilio para salvar a su familia que estaba viviendo en Valladolid, razón por la cual es en Guadalajara cuando aparece el enigmático personaje.

  Enero 29, 1811, Guanajuato.- “Aquí iba cuando he recibido noticias de que a unos voluntarios que mandé a prender a ciertos revoltosos más allá de Santa Rosa, me han muerto parte y parte preso: que una partida numerosa de insurgentes comandada por el padre García de Salamanca y el hijo de Gonzáles del Valle asaltaron antes de ayer, saquearon y robaron aquella villa, pusieron en libertad los presos, maltrataron al padre Incapie y se llevaron a Carrasco y al administrador de alcabalas García: que con sola esta noticia la plebe de Irapuato se sublevó anoche, ha incendiado la casa de Carrasco, libertado a los presos, robado, etcétera. Considere usted cual estará mi corazón y cuáles serán las aflicciones de mi espíritu al ver tantos daños y no tener medios suficientes para remediarlos. El fuego cada día crece, y…” (6). Los personajes que se mencionan son, muchos de ellos, de Salamanca, el padre García es mejor conocido como Garcilita que se uniría con el padre Torres y al movimiento de Morelos. El González es de Valle de Santiago, hijo del que diera hospedaje al cura Hidalgo en esa población. El padre Incapié era cura de Salamanca; Carrasco era el regidor y Alférez Real de la villa de Salamanca, Manuel Gómez Carrasco. En las siguientes notas veremos cuál era el día a día en la zona:


   Marzo 2, 1811, Valle de San Francisco.- “No sirven indultos a esta maldita gente y particularmente a los indios, la experiencia nos ha enseñado que los pueblos y parajes que hemos ahorcado muchos no se han vuelto a menear y antes se han defendido cuando han querido ser sorprendidos por insurgentes y así no sirven indultos ni perdones, sino ahorcar sin mirar visiones. Estos malditos así lo hacen, pues ya no reservan ni sacerdotes ni criollos, ni rico, ni pobre, el asunto es robar porque la casa de los europeos. El corazón de todos en estos pueblos está corrompido y solo les hace aquietar el miedo y la fuerza, esto mismo he dicho en todas mis cartas y han de ver que al fin es necesario hacerlo así, y si no, esto no se acabará en muchos días”. (7) 

   Marzo 2, 1811, Querétaro, “Mi amado compadre mío. Ayer llegué a esta su casa muy malo de la pierna, pues con haber andado a caballo se me inflamó mucho y me imposibilitó continuar con la expedición, pues solo pude de Salvatierra ir al pueblo de Amoles y Guaje, y después volverme, en cuyos pueblos se colgaron las cabecillas; en el primero el gobernador y dos alcaldes, y quemadas sus casas, y en el segundo seis, con muchos desorejados, y he sentido no poder seguir la expedición. Que ya estuviera todo conducido sino hubieran ido tantas órdenes del comandante de brigadas, con las que perdimos una porción de días. Pedro Telmo Primo”. (8) Pedro Telmo era el asistente del Conde Casa de Rul. Amoles es el actual Cortazar, Guaje actual Villagrán, ambos en el estado de Guanajuato.

   Abril 2, 1811, Guanajuato. “Fue grande y muy entusiasmada la alegría que esto nos causó. Mandamos luego repicar y volar cohetes y bombas; la gente estaba en éxtasis de alegría y todos hemos creído que era el fin de nuestras desgracias. Habrá iluminación de tres días, y misa de gracias en la que yo predicaré verdades que convenzan e intimiden al pueblo. Pero este gustó se nos aguó, como suelen decir, con la noticia que anoche nos vino de Silao, de que habiéndose enviado de León diez soldados del ejército del señor Callejas, bajo el comando del cabo Cayetano, para que se reunieron al señor campos, mataron a 10 soldados 80 insurgentes, entre Irapuato y Salamanca, no habiendo escapado más que el cabo que llevó la noticia. Asegura el Justicia de Silao que dichos insurgentes, con otros amenazaban incursión en Silao y Guanajuato, y que en Pénjamo se habían replegado muchos con el mismo intento. Esto me aflige no por lo que ello es en sí, pues con 200 hombres se dispersan esas gavillas, sino porque da indicio de que esos malditos indios, mulatos, coyotes y demonios están obcecados a pesar de los castigos y en cualesquiera tiempo que no falten las armas del rey se volverán a levantar y repetirán las tristes escenas pasadas. ¡ho Amigo, cuanto tiento y habilidad se necesita para tranquilizar el reyno!; solo el señor Calleja es capaz de estos, porque es el único que conoce a sus habitantes, tiene valor, prudencia y arte de gobernar a los hombres. Dios quisiera que le encomienden esta grande obra, porque si no somos perdidos".

  "Ya supe las luteras que le jugó a usted el bueno de Alamán, lo he sentido y confirmándome su ingratitud. Haga usted en México de modo que no logre sus ideas. El tal Alamancito a título de filósofo es un rígido egoísta; es un hombre anfibio, es decir ni es criollo ni es gachupín, juega siempre con la baraja de canela. Labarrieta”. (9) Vemos que ya los ánimos se han caldeado, se les cataloga ya como malditos, como endemoniados a los insurrectos y aparece algo que será un comentario continuo hasta nuestros días en torno a los decires de Lucas Alamán, ese que más que como político, pasó a la Historia precisamente como historiador.

  Julio 3, 1811. Querétaro. “Esta ciudad con la mayor facilidad se ha limpiado de muchos zánganos que han estado viniendo de afuera; el comandante de brigada ha comisionado a tres sujetos que conocen muy bien esta clase de gente, cada uno con una partida de infantería, y cogen los que le parece, pero por uno que cogen se van cientos, los hacen trabajar ocho días en obras públicas, se les dan 2 reales diarios y después se les hecha fuera de la ciudad amonestados, que si vuelven serán castigados con más rigor; este es el orden que se ha seguido en esto. Pedro Telmo Primo”. (10) En este testimonio lo que vemos era el problema de asaltos, robos y bandolerismo que se había desatado por todo el rumbo del Bajío y en el siguiente vemos cómo era común el degüello, y la exhibición pública de cadáveres para el escarmiento de todos. 

   Julio 15, 1811. León. “De hoy a mañana esperamos la división de Viña que se vuelve sin haber alcanzado a los insurgentes de la Piedad; pero Negrete los perseguía y ellos huían como corsos; única cosa que hacen bien en su táctica militar. Ya habrán vuestras mercedes sabido es esa la derrota y mortandad que hizo los insurgentes de San Luis de la Paz nuestro amigo (Francisco) Guizarnotegui, dejando para escarmiento de pícaros centenares de árboles colgados con ellos. Rendón” (11).

   El Bajío fue asolado todo el tiempo que duró la guerra, haciendas saqueadas, luego incendiadas, mucha gente huyó de ellas, dejándolas en el abandono, en la villa de Salamanca había la consigna de repicar campanas cuando entraba la tropa insurgente, cosa que se hacía igual cuando entraban los realistas, esto para evitar la quema y saqueo de la población. El panorama no cambió en mucho comenzado el siguiente año pues el 24 de enero de 1812 se le reporta al Conde lo que ocurría por el rumbo de Celaya: “Lo que ahora nos tiene con cuidado es el maldito manco de Albino, que está reuniendo gente en el valle y tiene siete cañones y los caminos con bastantes partidillas que juntos con los de los Amoles no han dejado ganados en las hacienda…” (12). 

   Esta sería una de las últimas comunicaciones que recibía pues el Coronel Conde de Casa de Rul, él envía continuos comunicados a sus asistentes, hasta tres en un día cuando estaba en Toluca, ya eran los primeros días de febrero de 1812, insistía mucho sobre las medallas que había mandado hacer y que requería se le entregaran, seguramente para condecorar a los más sobresalientes de su batallón. Pedía, además un barril de "buen vino" y algunas botellas de aguardiente. Eso ya no lo recibió pues sería asesinado durante el episodio que conocemos como Sitio de Cuautla el 12 de febrero. Aclaro que la medalla que vemos en la imagen corresponde a las que se hicieron en las Fiestas del Centenario de 1910.

  El cadáver del conde de Casa de Rul y vizconde de las Tetillas fue llevado a México debido al reclamo que su esposa, María Ignacia de Obregón y Barrera, tercera condesa de Valenciana, hizo y lo mandó enterrar en el templo de San Fernando. Ellos no vivían juntos debido a las infidelidades del conde, la condesa vivía en el convento de Regina en la ciudad de México, la mansión que había mandado construir en Guanajuato se mantuvo siempre vacía.

Fuentes:

1.- Gazeta de México. Tomo V. Núm. 57. Del Martes 8 de Octubre de 1793. p. 556

2.- Brading, David. Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-1810). Fondo de Cultura Económica. México, 2012, p. 410

3.- Villagómez, Liborio. Diego Rul. Aventuras y desventuras de un noble realista. Summa Mexicana. Conaculta. México, 2012, pp.16-17

4.- Brading, op. cit. p. 430

5.- Villagómez, op, cit, p.86

6.- Ibid, p. 93

7.- Ibid. p. 96

8.- Ibid. p. 100

9.- Ibid. p.119-121

10.- Ibid. p. 140

11.- Ibid. p. 144

12.- Ibid. p. 201

1 comentario:

  1. Me pareció interesantísimo y lo que se refiere a Salamanca con el repique, que interesante. Saludos

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