miércoles, 4 de septiembre de 2019

Tlahuicole, entre el mito y la realidad del personaje prehispánico

   El personaje lo "descubrí", por así decirlo, apenas hace un par de días que veía una interesante producción en video de la revista Proceso en la que hay una disertación entre dos maestros en Historia: Luis Barjau y Christian Duverger (lo puedes ver aquí) en la que dan su posición en torno a sus muy profundos conocimientos sobre el tema de la Conquista, puntos de vista por demás interesantes y perfectamente bien sustentados en los que ya muy entrada la charla, como en el minuto 20 mencionan algo que me dejó impactado: el ritual por el que tuvo que pasar Tlahuicole antes de ser sacrificado.

  ¿Quién?, me pregunté, y regresé unos segundos el video, tomé nota del nombre y seguí oyendo la disertación... lo dicho me causó confusión, misma confusión que ellos, los historiadores que tienen además del grado y post grado, el doctorado. En términos de la época, siglo XVI, cuando se conoció en lengua hispana lo ocurrido lo dijeron como: “le dieron a comer la natura de su mujer guisada en un potaje”... Si ellos, a su nivel, no entendían las razones del acontecimiento, menos yo. 

  Al buscar datos sobre Tlahuicole, esto es lo que encontré:

  Tres fuentes que tratan del reinado de Motecuhzoma II, Muñoz Camargo, Duran y Tezozomoc, narran la historia de Tlahuicole, un auténtico héroe histórico, un guerrero valientísimo, general del ejército tlaxcalteca, que, escribe Durán “por sus hechos, tenía gran fama en la tierra y sonaba su fama y grandezas entre todas las naciones”.


   Muñoz Camargo de Tlaxcala retrata al héroe en los siguientes términos: “fue de tan grandes fuerzas, que la macana con que peleaba tenía un hombre bien que hacer en alzarla. Éste quieren decir que no fue alto de cuerpo, sino bajo y espaldudo, de terribles y muy grandes fuerzas, que hizo hazañas y hechos que parecen cosas increíbles”. Según el autor tlaxcalteca, en los últimos años del reinado de Motecuhzoma Xocoyotzin los tlaxcaltecas hicieron guerra a los huexotzincas, quienes pidieron la ayuda de los mexicas. Durante una batalla los huexotzincas lograron cautivar al héroe cuando lo encontraron atascado en una ciénaga. Lo pusieron en una jaula de madera y lo llevaron a ofrecer a Motecuhzoma. El huey tlatoani lo honró mucho, le permitió de hacer venir su mujer preferida y al emprender una guerra contra los tarascos le ofreció el mando de una parte del ejército mexica. Tlahuicole, aceptó, pero a pesar de sus proezas, con las cuales “ganó entre los mexicanos eterna fama de valiente y extremado capitán”, los mexicas no pudieron penetrar en el territorio del enemigo.

   Cuando regresó a México, Motecuhzoma le ofreció el poder de elegir entre un puesto de capitán en su ejército o volver libremente a Tlaxcala. Tlahuicole rechazó ambas ofertas, para no traicionar su patria y para preservar su honor, y pidió al tlatoani el favor de morir como los valientes. Motecuhzoma consintió. Cuando se acercó la fiesta de los guerreros heroicos, Tlahuicole fue festejado durante ocho días con bailes y banquetes durante uno de los cuales “le dieron a comer la natura de su mujer guisada en un potaje”. Luego fue inmolado en el sacrificio llamado “de gladiatorios”: atado con una cuerda a una rueda de piedra, tuvo que luchar con armas ficticias contra guerreros (“caballeros”) águilas y tigres bien armados. A pesar de esto, logró matar más de ocho hombres y herir más de veinte antes de sucumbir. Luego lo sacrificaron a Huitzilopochtli. “Y éste fue el fin del miserable Tlahuicole de Tlaxcalla, el cual no fue de los muy principales, sino un pobre hidalgo que, por sólo su valentía y persona, había tenido valor, y, si no fuera preso, llegara a ser muy gran señor en esta provincia.”

    Tenemos aquí el guerrero heroico por antonomasia. Además de ser de fuerzas hercúleas, Tlahuicole hace hazañas increíbles. Dicen de él que, “dondequiera que entraba, mataba y desbarataba de tal manera la gente que por delante hallaba, que en poco tiempo le desembarazaban el campo”, un poco como Huitzilopochtli en el Coatepec. Además, “en sólo oir su nombre, sus enemigos huían dél”. No es vencido sino por el lodo, y además, no son los mexicas quienes lo cautivan sino los antiguos aliados huexotzincas. Logró llevar al combate un ejército de sus enemigos y conseguir fama inmortal entre ellos también. Vuelto a México, prefiere la muerte heroica del guerrero a la vida sin honor, y durante su sacrificio, aunque sin armas, se distingue una última vez por una valentía sin par. Los autores lo mencionan como tal y como ilustración de la ética guerrera de aceptación del sacrificio.

  Sin embargo, hay otra versión de los hechos mucho menos favorable a Tlahuicole. (Tomado del Centro de estudios mexicanos y centroamericanos.

  Para leer el artículo completo, entra aquí.



   Y para entender la razón por la que me quedé con una idea confusa sobre lo ocurrido a Tlahuicole, entra en el enlace de Proceso, de nuevo te lo doy aquí.

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