jueves, 19 de diciembre de 2019

Turismo Rural, una alternativa de desarrollo para el Bajío

  Contrario a lo que algunas personas piensan, yo no soy historiador, mi profesión, es decir, mi título universitario es el de Administrador, con especialidad en Turismo. Pertenezco a una de las primeras camadas de profesionales en el ramo, razón por la cual viví largas temporadas en destinos de playa: Cancún y Los Cabos. En Ixtapa fue breve, bastante breve mi estadía. Con estas tres décadas de trabajo en el turismo organizado te puedo decir que mi visión de viajes, andanzas y turismo es un poco distinta a muchos pues, una cosa es estar como turista, frente al mostrador y una muy distinta atendiendo al turista detrás del mostrador. Por ejemplo, ahora que estamos en las tales Fiestas de fin de año, éstas yo no las celebré en esos largos treinta años pues, cuando trabajas en el turismo, desaparecen los fines de semana, los puentes y las vacaciones de tu vida habitual y descansas cuando se puede.

  Y si me sigues desde hace algún tiempo, sabrás que hace una docena de años decidí tomarme un año sabático y que tuve un accidente y que regresé luego de mucho tiempo a Salamanca y que nunca más me pude adaptar al trabajo formal, con horario y las consecuentes responsabilidades así que pasé de un año sabático a muchos meses de recuperación, a unos intentos de reintegración al mundo del trabajo y de ahí a una jubilación prácticamente forzada... de todo ello, de nada me quejo.

  Así que, cuando estaba de vuelta por estos rumbos del Bajío, reintegrarme al sistema social, a los modos, usos y costumbres... me llevó un tiempo... varios meses, un par de años... quizá más, pues bien podrás imaginar lo que es la vida en los centros vacacionales y sus consecuentes arrebatos y otra la plácida y ordenada vida del centro de México.

  Estando aquí, comencé a caminar, caminar y más caminar por despoblado, a subir cerros, a andar solitarios caminos (aún no saltaban al diablo por acá) y cada vez que lo hacía me maravillaba más pues, dependiendo de la estación del año, mejor dicho, de la siembra que hubiera, era la coloración que el campo mostraba... horizontes espectaculares, verdes cuando el trigo o el maíz comenzaba a crecer, amarillos y dorados cuando el trigo estaba en su punto, rojos, marrones, cafés cuando el sorgo comenzaba a brotar... 

  Comencé a ver los montones de vestigios arqueológicos que hay por la zona, en la imagen de arriba esta una prueba de ello... a sorprenderme con las construcciones de tipo vernáculo que hay no muy lejos de la mancha urbana, de las hermosas bardas de piedra sin argamasa, que solo con el peso se sostienen y uno que otro, muy pocos, por desgracia, vestigios de las 25 haciendas que hubo en la zona.

  El que ves ahora es un campo de cebolla, que da una coloración particular de verde. Entonces juntando una cosa con la otra, aquello que aprendí y desarrollé por muchos años en el turismo organizado, con la belleza siempre cambiante del rumbo, con los muchos vestigios que hay de distintas épocas de la historia, pensé que la mesa estaba puesta, la cosa era mostrar, animar a los que buscan tranquilidad en estos tiempos que si algo no hay es tiempo para disfrutar lo que naturalmente se da.

  Enterpreneur nunca he sido... así que, dejo la idea para quien sí lo sea, pero que no haga mamarrachadas, que no disfrace las cosas, que las muestre como son... que no pinte paredes con colores chillantes y contrastantes, eso no es "colonial" por mas que insistan... cada rumbo tiene su vernaculidad... y la de esta zona es adoble, teja y piedra.

  Dicho en otras palabras: como enterpreneur no soy, pero conozco el tema, consultoría si puedo hacer. Por aquí, dejándome un mensaje me pueden localizar. Mientras eso ocurre, dejo una muestra de lo que hay por aquí.











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