Cuando crecía, cuando las ideas se me iban formando, hace ya poco más de cuatro décadas, el verbo vivir se conjugaba de un modo un poco distinto a como se estila en la actualidad… tengo poco más de cinco décadas de vida, pero aquí no incluyo la primera, que es la etapa formativa en todo ser humano, me tocó crecer con una canción que se volvió himno de muchas personas, la de un español que vino, una vez más, a conquistar México, la canción era “Cantares” y el cantante Juan Manuel Serrat, originario de Barcelona, ciudad que tuve la fortuna de conocer y perderme un poco en ella hace ya tiempo también.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar era la estrofa más conocida, la que muchos cantábamos y pocos entendíamos, ahora, a seis meses de sacar a la luz El Bable, y a cuarenta años del triunfo de esa canción la recuerdo con la emoción del momento, cuando aun se pensaba que había un mundo mejor, que las revoluciones del 68 nos habían conducido por buenos caminos y que el liberalismo imperante de esos años ya “dorados” nos harían vivir en Jauja, en la paz, en el amor y en entendimiento perenne. Lamentablemente fueron todos ellos sueños de opio. Hoy día no sabemos ni para donde hacernos, salimos a la calle y vemos tantas mentiras colgadas de los postes y pintadas en las paredes que decimos ¿realmente cambiaremos algún día? No sé tú, pero yo ya paso sin ver, ya no le creo nada a nadie.
Lo del camino lo aprendí, más bien lo intuí, a motu proprio a fuerza de perderme todos y cada uno de los días de mi infancia en cuatro libros que eran fabulosos y que narraban como era el mundo fuera de Salamanca, que contaban de ríos, mares, ciudades, montañas, costumbres, gentes de otras latitudes, los leí todos, caminé imaginariamente caminos de los que se hacen al andar, nunca pensé que algún día conocería todos esos lugares, pero, la fortuna, las circunstancias y mas bien, el gusto de conocer, me dio la oportunidad de un buen día realizarlo. Si lo hice fue gracias a ella, a mi mamá, pues no toda madre agarra a su hijo el día de su santo o el día del niño y en lugar de fiesta hay visita médica o dentista, las cuales eran en Irapuato, a tan solo 20 kilómetros, si, 20 kilómetros que hoy se recorren en minutos pero que en los sesentas se recorrían a bordo de un Flecha Amarilla. Allí aprendí a buscar, a montar el autobús adecuadamente, a seleccionar el lugar que satisficiera el recorrido.
Al Flecha Amarilla me acostumbré más aun cuando en mi etapa de mayor rechazo a la sociedad, decidí reprobar todas y cada una de las materias del tercer año de secundaria. Todas!. No dejé una sola viva, así que repetí el año completo, pero en Irapuato, el Flecha Amarilla se hizo presente una vez más, aunque era más bien el transporte escolar el que venía de ese colegio fresa, del cual yo nunca me sentí parte, pero donde aprendí lo más valioso de esta vida, a hablar con conocimiento de causa y a decir las cosas por su nombre, esa fue mi defensa ante el “nuevo” que llegaba al grupo que ya se conocía de 6 años de primaria y 3 de secundaria. Amargos tiempos que gracias al poder de la palabra hablada, recitada y escrita me hizo sobresalir. Y dominar, al final del año, el arte de abordar el autobús correcto, a la hora precisa, en el momento adecuado.
Al paso del tiempo ya no eran solo Flechas sino los de Occidente, los de Oriente, el Ómnibus y cualquiera que se dejara pues el transporte implicaba mas kilómetros hasta Guadalajara, cuando la central estaba aun en Agua Azul, conocí luego los internacionales, los que de Guatemala te llevaban hasta Panamá, Ticabus, ahora implicaba subir y bajar, sacar y abrir equipaje, mostrar documentos, esperar el sello y que los militares dieran la orden para continuar por los caminos de la impredecible Centroamérica… a ese lugar volví una y otra y otra vez mas, cada una con enfoques distintos y cada vez con sorpresas mejores, si no conoces Centroamérica, no sé qué esperas… es indescriptible.
Fui representante de ventas, viaje como no tienes una idea durante cuatro años, subí y bajé por todo el país, pero tuve la cualidad de que yo si llegaba hasta el último rincón donde hubiera una agencia de viajes, pues promocionaba un hotel de esos grandes complejos que hay en el Caribe mexicano. Y gozaba como no tienes idea pues, ahora sí que era visitar todo el país, la consigna era llegar a cada una de las poblaciones donde se promoviera el turismo y casi, casi lo logré, es decir, hice el camino al andar sin darme cuenta. Ese aprendizaje de la mano serena, firme y cálida de mi mamá me dio la seguridad de estar a la hora que fuera en el lugar que fuera y ser yo, siempre yo.
Los caminos que hay en México son tan coloridos, son tan distintos uno del otro, los del norte que los del sur, que nunca me cansaría de volverlos a recorrer. Si tu ahora que me lees tienes esa idea, comulgas con estos pensamientos te digo una cosa: no te detengas, el mundo material te da muchos satisfactores si, no lo dudo, no lo cuestiono, pero ese otro mundo, ese que está allí a la intemperie, donde a veces llueve, donde de pronto hace un frío tiritante o un calor agobiante, al final del día, te da tanto, te deja tantas vivencias y tantas imágenes, que ni en esos libros donde me perdí durante muchos años podrás encontrar, vive México, no como la frase oficial lo dice, sino vívelo de veras, te aseguro que tendrás la mejor experiencia de vida.
Pues sí, hace seis meses comenzaba el año y en esa celebración en la que todos ríen, bailan, cenan, a esa yo no fui, decidí quedarme en la oficina-casa donde vivía a sacar a la luz El Bable, seis meses significan 190 “post” o artículos con los que me acerco mas a ti. Espero el camino siga siendo largo y pródigo. Hay unos detalles, por eso lo marco con negritas, hace mucho oí que el verbo satisfacer es el más complicado de conjugar en español, aquí lo use dos veces, espero no haberme equivocado. El otro es que Jauja si existe, está en el Perú. La canción a la que me refiero, por si no la conoces, la puedes escuchar aquí:
http://www.youtube.com/watch?v=Lj-W6D2LSlo
http://www.youtube.com/watch?v=Lj-W6D2LSlo
Señor Bable, estoy disfrutando el viaje contigo. Eres mi lider. Por favor, no me falla :)
ResponderEliminarHey Bob! como dicen en tu lengua: You embarazing me!
ResponderEliminarGracias por tu comentario, te aseguro que toda mi intención no es fallarte a ti, ni a ninguno de los demás seguidores de EL BABLE.
Muy buena anécdota.
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