Este edificio es, definitivamente lo más grandioso que Salamanca conserva. Siempre se ha dicho que es una obra tan magnífica que le queda grande al pueblo… este comentario no tiene fundamentos pues, viendo su historia, adentrándonos a las razones por las cuales lo construyeron de la manera en que lo vemos actualmente, nos daremos cuenta de que había un objetivo para hacer un edificio de tales dimensiones, para ligarlo en toda su concepción con la Salamanca española.
1533 marca el año de llegada de los Agustinos a la Nueva España, era la tercera orden que El Vaticano autorizaba para que vinieran a evangelizar a los naturales. Franciscanos y Dominicos ya se encontraban en la Ciudad de México y zonas aledañas, pero a medida que pasaba el tiempo se daban cuenta de las dimensiones territoriales, así los Agustinos son asignados a la evangelización de la zona otomí, tienen la mayoría de sus primeras fundaciones la de los años treinta y cuarenta del siglo XVI en lo que es el actual estado de Hidalgo, ya para los cincuentas son aceptados a las zonas tarascas y de tierra caliente de Michoacán. Recordemos que para ese entonces, la segunda mitad del siglo XVI, el actual Guanajuato era considerado como parte de Michoacán.
Es para 1550 que llegan por vez primera a Salamanca, luego de abundantes fundaciones en la que llamaron Provincia de San Nicolás Tolentino, dentro del obispado de Michoacán, las cuales incluyen Tiripetío en 1537; Valladolid en 1549; Charo, Cuitzeo, Yuriria y Huango en 1550; Pátzcuaro en 1576; Celaya en 1609 y, finalmente, Salamanca en 1615. Esta última con la intención de crear una Universidad, bajo la idea que si el Convento estaba dedicado al Santo Patrono de Salamanca, España, si el Padre Provincial de los Agustinos había estudiado en Salamanca en donde profesó con gran honor su religiosidad y si la propia Villa de Salamanca había sido así nombrada en honor del Virrey Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, oriundo de Salamanca, que mejor que hubiera aquí una Universidad que fuera equiparable a la de España.
Dice José Rojas Garcidueñas en su libro Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense que “El convento se llamó de San Juan de Sahagun, muy adecuadamente, como es obvio para quien conozca la vida de ese santo, que en plena Edad Media, aquella Salamanca se vio dividida y ensangrentada por los duelos y luchas de banderías de familias nobles, exacerbadas por la muerte de dos jóvenes de los Monroy y la venganza de su madre, doña María “la Brava”, que persiguió a los matadores, los hizo decapitar y regresó a Salamanca, a poner las cabezas sobre las tumbas de sus hijos; la casa de doña María la Brava, de hermosa y austera fachada de más de quinientos años, se ve cerca de la plaza de Los Bandos. Más de un siglo, mas de tres o cuatro generaciones duraron tales pleitos, solo extinguidos por la trabajosa labor de predicación y persuasión del fraile Agustino que fue más tarde canonizado como San Juan de Sahagun en cuya primera tumba se puso ese epitafio: “Hic jacet per quem non Salamantica jacet” (Aquí yace por quien Salamanca no ha muerto). Fray Juan de Sahagún fue beatificado en 1601 y proclamado patrono de Salamanca de España en 1602. Era lógico y adecuado que los Agustinos hicieran de este nuevo santo, de su Orden, patrono de su nuevo convento en Salamanca de Nueva España”.
Don José Rojas hace una descripción muy atinada del Convento Agustino. “El primer claustro, al que se le suele llamar como Claustro Chico, inmediatamente anexo al costado oriente del templo, es del siglo XVII, cuadrado y de dos plantas comunicadas por una amplia y hermosa escalera, tiene arcos de medio punto sobre pilastras cuadradas, de hermosas proporciones, tanto en la primera como en la segunda planta y cubiertas de bóveda. A este claustro en el siglo XVIII se le añadió otro inmediato al lado oriente mucho más grande pero con arquería solamente en la planta baja, también de arcos de medio punto sobre pilastras cuadradas de carácter más barrocamente ornamentado que las del claustro chico; en la planta alta no hay arquería y solamente algunos salones y celdas”.
La buena intención de crear una Universidad se mantuvo como tal, buena intención, en realidad el edificio conventual comenzó a ser utilizado con otros fines, como hospital, por ejemplo, en ocasión al cólera morbus que se desató 1833. Luego vinieron los años de inestabilidad, primero los largos periodos de Santa Anna, luego la Reforma y su proclamación de leyes en las que los bienes religiosos pasaban al estado, hubo un momento en que se formó un colegio pero más bien que atendía a clérigos y religiosos de la propia orden. Nuevamente recurrimos a Rojas Garcidueñas para resumir lo que pasó en el Convento de San Juan de Sahagún: “si bien el Colegio Agustino de Salamanca no llegó a la categoría de Universidad, sí fue un centro de estudios superiores a los estudios tradicionales. Latinidad, filosofía y teología se añadieron matemáticas, física botánica y zoología, historia en sus diversas ramas y lo mismo las literaturas; también se enseñaba música y pintura y, en idiomas, además del latín que era usual y cotidiano en todas las cátedras se aprendía inglés y francés, griego y hebreo”.
Exclautrados los Agustinos a mitad del XIX, en 1859, para ser mas precisos, el edificio sirvió de cuartel hasta el 26 de diciembre de 1867 cuando con apoyo del Gobernador del Estado, Antillón, es convertido el claustro mayor en prisión estatal, el historiador salmantino, Pedro González nos relata en su Geografía local de 1904 al respecto que “la penitenciaría de Salamanca es el principal establecimiento penal del estado; su sistema es el mixto, es decir que se somete a los presos a completo asilamiento , sin trabajar, mientras se puede calificar su conducta y modo de ser moral, para luego integrarlos al trabajo en común, efectuando constantemente en diferentes talleres, guardando completo silencio. “Que no se oiga más ruido que el que produce el trabajo” está escrito en los talleres. Por la clase de dormitorios se sabe qué remos duermen en ellos y la conducta que observan, según el color del distintivo que se les ve en el pecho, sobre la región del corazón”.
Se estableció que a Salamanca irían los presos con sentencias de más de cinco años y a Granaditas en Guanajuato los de menos, continúa don Pedro González: “para la corrección y reforma de los reos, se ha tomado un poco de cada sistema penitenciario. De los Estados Unidos se tomó la soledad, el silencio, el trabajo incesante y los severos castigos, así como la instrucción civil, la religiosa y la industrial y la rebaja de condena; del sistema Crafton de Suiza, la reducción de pena mediante la observación de buena conducta; del irlandés, los castigos morales y los corporales, los privilegios, los ascensos a mejor clase, el aumento de libertad y la reducción de pena; del belga, la entrega de parte de sus ganancias en dinero cuando dejan la prisión y las recompensas, del italiano que considera que de la buena conducta del preso depende su mejoramiento y que con elevar su dignidad y que se haga hipócrita, el establecimiento de distintivos de conducta para cada persona; calificando aquella de mala, en observación, regular, buena y muy buena y sobresaliente y distribuyendo los presos por clases de dormitorios”.
Ya en la época de los veintes del siglo XX el edificio del Convento es usado como Escuela de Artes y Oficios, más adelante, una familia entera vive allí por espacio de varios años, la Escuela Primaria Hidalgo ocupa el claustro menor durante tres décadas, causando el deterioro propio de una escuela pública en un edificio que en ese entonces no había sido respetado en todas su valor arquitectónico. La Escuela Preparatoria se establece en lo que fueran las celdas de los Agustinos, finalmente es en 1998 que se establece en el claustro menor la Casa de la Cultura y en el mayor el Centro Estatal de las Artes, a raíz de lo cual sufre una remodelación total del edificio, quedando dignificado nuevamente, siendo un espacio dedicado a fomentar las artes en todo el estado de Guanajuato.
El acta de fundación del Convento Agustino de San Juan de Sahagún la puedes leer completa en el siguiente sitio:
http://www.analesiie.unam.mx/pdf/17_46-51.pdf
http://www.analesiie.unam.mx/pdf/17_46-51.pdf
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