Esta última vez que fui a Arroyozarco, tomé el camión local que me llevó de Jilotepec a El Rosal, en esa comunidad, está el límite de los municipios de Jilotepec y Aculco, la ex Hacienda de Arroyozarco está muy próxima y desde ese entronque, en el ejido del Rosa, es fácil tomar un colectivo que vaya tanto a la ex hacienda como al pueblo de Aculco. Esta vez no le puse mucha atención a los vestigios que quedan de un experimento agrario o comunitario que se hizo hace algunas décadas, del lugar di cuenta aquí. Esta vez abordo de nueva cuenta el tema pero usando el texto de alguien que si conoce bien el rumbo. Habrá que notar que por aquí pasaba el Camino Real de Tierra Adentro.
El experimento del Rosal
“El rosal es un pequeño poblado del municipio de Jilotepec, colindante con la municipalidad de Aculco, que por lo menos desde el siglo XVIII se encontraba bajo la esfera de influencia económica de Arroyozarco. Al destrozarse el latifundio, sus habitantes participaron en el reparto de los despojos y recibieron mínimas parcelas que no los libraron de su pobreza.
En efecto el 18 de junio de 1936 se levantó el acta de posesión definitiva de los ejidos de El Rosa, los cuales constaban de 47 hectáreas de riego, 14 de temporal de segunda y 854.40 de agostadero que con “todas sus accesiones, usos, costumbres y servidumbres” se tomarían “de la hacienda denominada Arroyozarco”. Se fundó entonces La Cooperativa Forestal Ejidal de El Rosal, de la que fue presidente fundador Pedro Reyes, secretario Carlos Castillo y tesorero Arcadio Alcántara. Desafortunadamente, al igual que muchos de los experimentos agrarios de la época, esta cooperativa fracasó.
Curiosamente, la experiencia se repitió casi cuarenta años después ya no como empresa cooperativa, sino en forma de comuna o calpulli, como se le llamó haciendo uso de un aztequismo poco afortunado, sobre todo tomando en cuenta que muchos de los cooperativistas eran otomíes, pueblo que estuvo sujeto al cruel yugo mexica. Así fue propuesto en 1974 por el gobernador del estado de México, profesor Carlos Hank González al escritor Fernando Benítez, quien había estudiado recientemente la organización de la comuna Malou en China. La finalidad era crear una empresa agrícola de tipo colectivo en suelo mexiquense, y para ello se optó por el ejido de El Rosal. Al igual que había sucedido 38 años antes, el proyecto comenzó a fallar poco tiempo después de su inicio. Benítez justificó el fracaso señalando que una empresa de este tipo solamente podría prosperar con la desaparición de la competencia de grandes inversionistas, es decir, con la colectivización completa de la producción agrícola y ganadera; una comuna de tipo chino no podría sobrevivir en definitiva sin un entorno económico similar al de China.
Fuente:
Lara Bayón, Javier. Arroyozarco, puerta de tierra adentro. IMC. Toluca, 2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario