sábado, 16 de abril de 2011

Monopolio y corrupción, la mancuerna perfecta en la economía virreinal.

No debemos de tener sorpresa alguna ante los monopolios tan grandes que han existido y siguen existiendo en México, esto es una herencia, de las malas, que nos dejaron los peninsulares, los del otro lado del Atlántico desde hace algo ya próximo a los cinco siglos. Dentro de las medidas de "control"que se implementaron fue la creación o, más bien, la importación desde España, del control de los productos que representaban mejores ingresos y ventas seguras a través de la figura denominada "estanco".

Pemex y Comisión Federal de Electricidad son los ejemplos más claros de lo que fue el estanco y de la profunda raíz que los peninsulares sembraron en nuestro país. Solo que, en la era novo hispana los estancos eran el del Azogue, lo que conocemos como Mercurio, indispensable para los procesos de extracción de la muy codiciada plata, es decir, había mucha plata, pero para sacarla era necesario el azogue, por ende y con creatividad, se determinó controlar la explotación, extracción y venta del mercurio. Creo que aquí aplica aquello del que "si no es Chana es Juana". Se controlaba también al tabaco, cosa que aun hoy día en España e Italia el gobierno lo sigue haciendo. Se controlaba la pólvora, cosa más que entendible; se controlaba algo que se antoja extraño: los naipes. Sí, efectivamente, las cartas para jugar, la baraja, solo se permitía aquellas que eran impresas en España, pero, así como hoy día en todos y cada uno de los mercados de los 2500 municipios mexicanos hay la piratería de discos y películas, entonces había la piratería de las cartas. Lo más increíble era que se había creado un estanco muy particular, cuando me enteré de ello se me antojó falso que hubiera un control de semejante cosa, pues lo que se controlaba era la producción, venta y distribución de la nieve. Las nieves que cubrían al Popocatépetl, al Iztaccihuátl, al Nevado de Toluca, al de Colima, todas eran controladas por el estanco establecido para ello.

"Varios ramos en la Nueva España estaban sujetos a monopolios en beneficio de la Real Corona, entre ellos se encontraban el mercurio o azogue, el tabaco, los naipes, la pólvora y la nieve. Esta se obtenía del Popocatépetl, del Iztaccihúatl, del Nevado de Toluca y de otras cumbres de nieve perpetuas. La nieve no era manejada directamente por la Real Hacienda sino que el Gobierno hacía periódicamente, por lo general cada cinco anios, el remate del Estanco de la Nieve en México, Puebla, Atlixco, Tehuacán y otras ciudades y villas cercanas a las fuentes de abastecimiento.

El asentista o contratista que tomaba en arriendo el estanco era el único que podía introducir la nieve en su territorio y en su establecimiento preparaba las mixturas o la nieve simple o batida, que vendía directamente al público y que preparaba también para fiestas o reuniones y para su venta en los centros de diversión, teatros, corridas de toros, peleas de gallos, ferias, etc.

Sin embargo, la principal fuente de ingresos de este asiento era la venta de nieve en trozo a quien la solicitaba y el suministro de la misma en botillerías o refresquerías. La nieve en trozo se vendía generalmente a un real la libra. Dado que se hacía difícil de conservar en aquel tiempo la nieve por varios días, los contratistas tenían que abastecerse de ella a diario o casi a diario, y lo hacían por medio de un servicio rápido de transporte de burros y mulas, llamados la posta de la nieve.

Las botillerías eran tiendas donde se vendía toda clase de refrescos y bebidas heladas por medio de la nieve. Con mucha frecuencia, los remates periódicos del estanco lo hacía a través de los años, una misma persona o familia, que de este modo se convertía en monopolista de la nieve en su ciudad, como fue el caso de Miguel Rementería y de su familia, que fue arrendataria del estanco de la nieve en la ciudad de Puebla desde 1767 hasta 1823 por lo menos.

Aunque solamente a los asentistas les estaba permitido vender la nieve, ya fuese preparada o en trozo, dada la facilidad que existía en muchas poblaciones, de abastecerse de nieve en las cumbres cercanas, no faltaban los contrabandistas de este producto. Los que beneficiaban esa nieve y la vendían al público se llamaban funcioneros.

Este comercio clandestino era frecuente no obstante las multas que se imponían a beneficio de la Real Hacienda. A los contrabandistas se les decomisaba además la nieve y las bestias utilizadas para transportarla y a los funcioneros los utensilios que empleaban para beneficiarla. Estos decomisos por lo general iban a parar a manos del asentista como compensación por la baja en las ventas que sufría en ocasión de esos contrabandos. Al igual que otros estancos, el de la nieve subsistió en el país hasta algunos años después de la consumación de la Independencia". (1)

"Muy poco a poco, entre 1620 y 1787, se fueron estableciendo en diversas ciudades y villas del centro del virreinato, las únicas hasta entonces con acceso a una fuente segura de nieve y hielo, asientos del ramos arrendados a particulares. Para beneplácito de la Real Hacienda, hacia finales del siglo XVIII el sistema de estanco producía practicamente todo el hielo y los helados de la Nueva Espana y había asientos de la nieve arrendados en Atlixco, Córdoba, Cuautla, Celaya, Durango, Guadalajara, Jalapa, México, Oaxaca, Orizaba, Puebla, Querétaro, Sultepec, Tehuacán, Temascaltepec, Tenancingo, Tlaxcala, Toluca, Tulancingo, Valladolid, Veracruz, Zamora y Zacatecas". (2)

"Los helados eran especialmente caros, solo podían disfrutarlos con frecuencia los ricos hacendados, los comerciantes de fortuna y los más altos funcionarios, mientras que la escasa clase media sólo los consumían en fechas muy señaladas y los pobres no llegaban a catarlos. La carestía de helado motivaba que muchas casas importantes, y no pocos conventos, adquiriesen la nieve para fabricar sus propios helados. De esa forma, el asentista, que era el fabricante de helados en exclusiva, debía no solo vigilar la fabricación de helados en las casas particulares y en el interior de los conventos, sino también todo el mercado negro del hielo que proliferó como consecuencia del elevado precio de los productos". (3)

Fuentes:

1.- Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México. Editorial Porrúa. México, 1995.

2.- González de la Vara, Martín. El estanco de la nieve 1596-1855. El Journal, UNAM. México.

3.- Zamora Carranza, Manuel. La Frontera del Frío. Universidad de Sevilla, 2004.

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