Digo que esta fue una nueva visita al panteón de Santa Cruz porque en 2013 fue la primera vez que dí con él. Esto ocurrió debido a que me enteré de la existencia del culto a las ánimas por estos rumbos del Bajío, la cosa no de sorprender pues desde siempre Santa Cruz, que ahora se conoce más bien como Juventino Rosas, en Guanajuato, conserva la tradición de la herbolaria y lo que con ella conlleva, de ahí que se mantenga un halo de "santidad" (el entrecomillado es indispensable) a ciertos personajes no es de sorprender.
En México, bien lo sabemos, hay cultos que no están aceptado por la Iglesia Católica, quizá el más conocido es el de la Santa Muerte, seguido por el de Malverde y la lista se hace larga: Juan Soldado en Tijuana, el Niño Fidencio por Paredones, Simón o Maximón en Chiapas y Guatemala. Aquí lo que ocurre, específicamente en el cementerio es el culto al ánima de Andrés Delgado, personaje que participó en el bando insurgente que fuera asesinado salvajemente en 1819 en un sitio llamado Cañadas de Landín, próximo a Santa Cruz. Luego de la decapitación y seguramente el desmembramiento del cuerpo, los restos fueron llevado a la capilla del cementerio de Santa Cruz... ahí se origina la historia, la cual puedes leer completa aquí.
Hoy la visita la hago con otro fin, ese extraño (?) gusto que tengo por visitar panteones pues sigo pensando que lo que allí se desarrolla, son situaciones sumamente particulares que nos dicen mucho, especialmente cuando ponemos ojo atento, y enfocamos la lente de la cámara a los detalles que allí van surgiendo como, por ejemplo, y para comenzar, esta lápida que nos dice que allí descansan los restos de una persona de apellido Ojodeagua...
Como ya lo había comentado, que, debido a la inexistencia de apellidos, en el libro de bautizos y, consecuentemente de entierros, del siglo XVI y buena parte del XVII, cuando la población aumenta, ya en el XVIII, vemos que los registros incluyen (no en todos) un apellido, el cual es, por ejemplo, Lobo y Coyote, que originalemente fueron más que apellidos, categorías (ambos eran uno de las 16 castas de la complicada organización social novohispana) que, a fuerza de uso, se transforman en apellidos, al igual que el lugar de origen, como en este caso un Ojo de agua...
Entramos así a recorrer el panteón municipal que por antiguo, el primero que se construyó a orillas del pueblo, como marcaban las normas allá por 1870 o 75, ahora se le conoce como "el viejito" y y ano está precisamente en la orilla, aunque, su límite norte sigue siendo la orilla... los otros límites están dentro de la población que de pueblo pasó a ciudad. Así pues, veamos algunos detalles de arte funerario del siglo XIX y matices del mismo arte pero de la segunda mitad del XX.
"El ancla, a causa de su gran importancia en la navegación, fue especialmente considerada desde la antigüedad como un símbolo de seguridad. Los cristianos, por esta razón, al adoptar el ancla como un símbolo de esperanza en una existencia futura, simplemente dieron una nueva y superior significado a un emblema que les era familiar". ( El artículo completo lo puedes leer aquí.)
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