lunes, 9 de marzo de 2020

Haciendas de Querétaro, segunda parte.

 En el artículo anterior di la primera parte del extracto que hice del libro sobre Querétaro que el señor Balbotín publicó en 1857, cabe aclarar que de las imágenes ninguna corresponde a ese estado, no tanto a la época pues éstas son de la última década del siglo XIX, y las uso solo para "ambientar" lo que el texto refiere.

   Si yo hubiese tenido noticias concienzudas sobre cada uno de los elementos que constituyen á las fincas rústicas, no me hubieran sido de gran trabajo los resúmenes de las clasificaciones del semoviente en sus diversas relaciones que exigen los cuadros citados; mas esa falta me ha acarreado afanes indecibles para hallar el resultado más conforme á la verdad, que era en todos casos el que debía buscar. De sentir es que un interés mal entendido haga estériles los más nobles esfuerzos hacia el adelantamiento del país que debe procurar todo buen gobierno.

   Ya se dijo en la nota anterior las pocas haciendas de criaderos de ganados que hay en el Estado, y eso en tan baja escala, que apenas bastan para las necesidades de la agricultura, el movimiento del comercio y el medio consumo de carnes en las plazas y mercados; porque la mayor parte de los ganados para el tajeo y matanza vienen de afuera. Así es que en las demás haciendas solo hay un pie de toda clase de ganados más ó menos corto, notándose que en los Distritos de San Juan del Rio y el Centro hay más de la mitad del número total de cabezas de ganado bovino, caballar, asnal, de lana y de cerda; y en el de San Pedro Tolimán sobresale el ganado de pelo, cuyo mayor número se halla en las haciendas de San Pablo y el Estorax.

   La reproducción del ganado se efectúa en lo general bajo las proporciones siguientes: de 20 á 21 por 100 el vacuno; de 15 á 16 por 100 el caballar; de 10 á 11 por 100 el asnal; de 49 á 50 por 100 el de lana; el de pelo de 80 á 81 por 100; y el de cerda de 49 á 50 por 100. Es de notarse que no está considerado el aumento ó reproducción en el número total de cabezas, ni en las demás relaciones del ganado, por no creerlo todavía en estado de servicio.

   Como la agricultura es el ramo más importante del Estado, se emplea el más grande número de animales del ganado mayor en este servicio, según se ve en el Cuadro: 17,941 bueyes, 3,953 caballos y yeguas, y 2,139 mulas, machos, burros y burras.

   Las vacas de ordeña, en número de 2,111, está su mayor parte en las haciendas y ranchos, y producen 8 pesos por cabeza anualmente, en razón de que pocas veces se ordeñan más de la tercera parte del año: de ese mismo número hay en la capital 156, y estas producen por lo menos 25 pesos cada una al año. Las 5,323 cabezas que del ganado bovino se matan anualmente, están distribuidas con tanta desigualdad en las haciendas que tienen tianguis cada ocho días, y las que sacan de ellas mismas los matanceros para el consumo de los mercados, que no es posible determinar el número correspondiente á cada finca. Su precio coman son 20 pesos, pero las de engorda llegan á valer hasta 35 y 40. Aunque el número 5,323 representa las pieles que se benefician, es preciso advertir que el mayor número de ellas se gasta en los aperos de labor de las fincas: su precio engrudo es de 3 pesos. El número de caballos y yeguas del país asciende á 13,415, habiendo solamente 20 caballos frisones en esta capital para el tiro de los carruajes particulares. El aumento ó reproducción de aquellos es de 2,213 cabezas al año, en la proporción que ya se dijo arriba, lo mismo que el número empleado en la agricultura. En cuanto á la minería, solo hay 50 que se ocupan en los minerales de Cadereita y Jalpam. En la industria se ocupan 1,933 muías, machos, burros y burras. Advertiré que en este servicio he incluido varios animales que ocupan los pobres para el tráfico de sus pequeños negocios, pues á tomar la palabra en su sentido literal, solo habría puesto las muías empleadas en la fábrica del Hércules, y algunas otras por el estilo; en el tiro ó trasporte en los caminos, 3,820; en el servicio militar, 368 caballos; en el uso particular y público dentro de la población, 2,653 caballos y muy pocas muías; y en los criaderos, 5,607. Su precio ordinario es el de 15 pesos los caballos, 10 los burros, los machos 25 y las mulas 30. (3)

  Ya he tenido ocasión de hablar en otra parte sobre las haciendas y ranchos que hay en el Estado, y de algunas circunstancias generales y particulares que les corresponden; las consideraré ahora bajo otras relaciones, según el tenor del Cuadro citado.

   De las nueve haciendas apuntadas en él, de criaderos de ganado mayor y menor, solo á cinco se les puede dar este nombre en su totalidad, porque las otras tienen bastante tierra de labor, y les convendría más bien el de mixtas; pero no habiendo esta clasificación, me ha sido indispensable colocarlas en este lugar. Las primeras son: el Estorax y San Pablo en el Distrito de Toliman; Santa Bárbara, la Nopalera y el Rincón en el de Cadereita; y de las segundas, el Ciervo que se halla en este Distrito, Ajuchitlan el Grande en el de Tolimán, Atongo y Chichimequillas, que pertenecen al de Querétaro.

   Tienen de extensión 6,595 caballerías, una fanega, con valor de 716,451 pesos. La parte cultivada del terreno son 192 caballerías, una fanega, y la utilidad que producen al año es de 91,734 pesos: tienen 662 empleados y jornaleros, ganando éstos uno y medio reales y venciendo los otros 10,847 pesos al año.

   Hay 98 haciendas y 226 ranchos de labranza; su extensión es de 13,465 caballerías, y su valor es de 4.641,690 pesos, siendo la parte cultivada de 898 caballerías 6 ½ fanegas. Los frutos que producen anualmente y sus precios, son los que siguen: maíz á un peso fanega; frijol, 12 reales fanega; trigo, 20 reales tercio; chile bueno, 3 pesos arroba; grano de cebada, 7 reales fanega; garbanzo, 18 reales fanega; lenteja, 15 reales fanega; habas, 10 reales fanega; alpiste, 10 pesos fanega: papas, 10 reales fanega; paja de cebada, tres cuartillas arroba; id. de trigo, cinco octavos arroba.
   
   El número de empleados y jornaleros es de 5,613, el precio común de los jornales es de uno y medio reales, y el importe anual de los sueldos de empleados es de 43,774 pesos. Hay 3,514 huertas, comprendidos algunos solares, que formarán la quinta parte de esta suma, cuya extensión total es de 51.799,680 varas cuadradas ú 85 caballerías, con valor de 486,433 pesos: la renta es de 24,321,65. Los frutos que producen anualmente son: alfalfa, algodón, alverjón, caña dulce, cebada verde, chile de cuatro clases, frijol, garbanzo, habas, lentejas, maíz, papas, todas las legumbres, frutas de árboles y plantas que hay en ellos ya descritos en la explicación del Cuadro séptimo, lo mismo que sus precios y valores. Hay 286 empleados y jornaleros, que ganan uno y medio reales y el sueldo de los primeros anualmente es de 7,925 pesos.

   Resulta, pues, que el valor de las fincas rústicas considerados sus terrenos solamente es de 5,844,54 pesos, más si de esto se agrega el valor de los ganados, 1.338,170 pesos el mayor, y 328.801 pesos el menor, 1,854,500 pesos de capillas, casas, obras de aguas y aperos de labor asciende el total valor de las fincas rústicas a 9,366,045 pesos.

   El número de haciendas, ranchos o huertas que pertenecen a esta corporación, su extensión, su valor, su renta anual y capitales están minuciosamente detalladas en la segunda parte del cuadro, notándose que los 470,002 pesos que las fincas de los particulares reconocen al clero secular y regular, es la que he podido averiguar, pero es indudable que ese reconocimiento monta a la mitad del total del valor de ellas, según los informes que tengo recibidos.

   Advertiré también que en los 35 ranchos que representan las tierras del común de los pueblos, van incluidos multitud de solares que tienen las municipalidades en San Juan del Río y Cadereita principalmente. Pertenecen á establecimientos de beneficencia, la hacienda de Buena Esperanza y la huerta del colegio de San Javier. (4)

Fuente:

3.- Balbontín, Juan María. Estadística del Estado de Querétaro en los años 1854 y 1855. Imprenta de Torres, México, 1857; pp. 62-65
4.- ibid pp. 99-102

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