miércoles, 11 de marzo de 2020

La Hacienda de la Ciénega de San Nicolás, actual Cárdenas, San Luis Potosí.

   No es frecuente encontrar una descripción de una hacienda, sea de los tiempos virreinales que del porfiriato, que nos haga ver, a través de las palabras, la magnificencia de esas construcciones, más difícil aun es encontrar una reconstrucción hecha en base a documentos y distintos relatos que nos hagan ver lo que entre los añosos muros de la hacienda hubo. Este es el caso de lo que hoy es la cabecera municipal de Cárdenas, en el estado de San Luis Potosí. Es en una tesis de maestría que encontré, en la cual aparece una estupenda descripción de lo que fue ese magnífico sitio:

   “La hacienda estaba ubicada dentro del territorio del partido de Hidalgo, S. L. P. Lindaba al norte con las haciendas de Martínez y de La Angostura; al oriente con las de Tamasopo y Estancota; al sur con la Hacienda de Estancota y la Boquilla, y al poniente con la hacienda de Estancota (73) Estaba construida sobre la parte media de un pequeño lomerío, conformado por las serranías de La Palma y Alaquines, así como por las vertientes del arroyo de Los Aguacates y el Cerro de los Guayabos. En su construcción se comprenden varias presas, norias, trojes, tanques, pozos, una capilla y una escuela (74).

   En el centro de la casa estaba el patio interno, porticado y flanqueado por siete amplias habitaciones, que se comunicaban unas con otras – a manera de crujías – , a partir del propio patio, el cual servía de remate visual a la llegada, una vez que se cruzaba por el alto y amplio zaguán (75).
La sala de la casa tuvo un diseño elegante: tenía varias alfombras, la más grande de nueve por cuatro metros, otra con un dibujo de un venado y un perro, otras dos más, con diseño de flores (76). Había un piano de cola de Erart con cubierta de hule y banco de madera con asiento de bejuco, en su atril varias piezas sueltas y once libros viejos de música; había un confidente y dos sillones de mezquite tallados con forro de brocatel de seda verde, dos sillones mecedores con respaldo de bejuco y mesas rinconeras talladas en rosa y otra de chapa de mezquite.

   Enmarcaban el espacio dos espejos de un metro y cincuenta y dos centímetros de largo, cuatro cuadros con grabados de la Biblia en marco dorado. Sobre las mesas, una carpeta de lana carmesí floreada, una lámpara de aceite con recipiente de porcelana azul y globo de cristal, dos candelabros de bronce con prismas de cinco luces, jarrones blancos de porcelana con esferas blancas, jarrones de cristal azul, una pureza de metal con conchas y tres escupideras de cristal de color verde. En un rincón, una lámpara de pie. En el techo, un candil de bronce con prismas de ocho luces con funda de crespón dorado. Las cortinas eran de lino blanco con bordados de cadena con goteras de brocal verde de seda floreadas con abrazaderas para las borlas de seda (77).

   En el comedor había una mesa que medía tres y medio metros, adornada con fruteros blancos y rodeada por una docena de sillas con asientos de tule, un aparador de pino con todo el frente de cedro con cajones: cuatro grandes y cuatro chicos. La vitrina tenía cristal blanco y azul. Las tinajas de agua eran colocadas en los bancos de pino color blanco que se ubicaban en el mismo espacio. Las cucharas, los tenedores, los cuchillos, el beso con jalamina, el rompenueces, las pinzas, los cucharones soperos, la cafetera, la lechera y la azucarera eran de plata alemana, además de los cubiertos que tenían mangos de marfil. En la cocina, además de la vajilla completa, charolas, jarras, soperas, mostaceras, dulceras y cafeteras, había una máquina para hacer nieve (78).

   En la casa, había tres recamaras principales y una de asistencia. La recama principal tenía alfombra, dos catres de fierro, un guardarropa de pino que media dos metros veintiocho de largo y dos metros veinte y cinco de ancho; un tocador de caoba con un cajón una mesa de pino y en la pared, además de una espada con cubierta de cuero, se encontraba un cuadro representando la Purísima Concepción en pintura al óleo enmarcado en madera fina y vidrio. En cada una de las otras dos recamaras había alfombras, buros, y en cada una un catre, uno pintado de color rojo y otro de azul respectivamente; cada uno tenía su ropero y sillas de caoba. En una de las recamaras se encontraba un cuadro con una litografía del Señor de los Ángeles en marco dorado y con vidrio.

   En la habitación de asistencia se encontraba un catre de latón de pabellón entero, un confidente chapeado de rosa con forro de seda, dos y media docenas de sillas y un ropero de barniz de brocha, una máquina de coser de Grover y Vázquez (79).

   En la biblioteca se encontraban albergados 72 obras algunas de las cuales eran: Breve Historia Natural en 19 volúmenes, Historia de Nuestra Señora de Guadalupe en 2 tomos, Historia Romana, Compendio de la Historia de Inglaterra, Napoleón en España en 8 tomos, Gramática Castellana de Martínez López, El Cementerio de la Magdalena, El Despertador Eucarístico del Alma, Compendio de la Historia de España, Fábulas de Samaniego, Ordenanza Militar, Cuentos de la Alambra, Catecismo de Geografía, La Música de Tomás Iriarte y la Revista Política de Europa en 1825, entre otros más (80).

   En la parte norte de la casa se localizaba la casa del administrador hecha de adobe y techo de paja. Esta casa tenía tres piezas, la cocina y una troje. En el mismo lado norte había un jacal para guardar carros, la tienda y una troje blanca, un presa, huertas de labor y los potreros de La tinajilla, Casa Blanca, San Pedro, Ledesma y Arredondo, Aguaje, Nopales, Puerto Pinto, Barranca Blanca, La Esperanza, Pabellón, Cuicos, Labor y presa, Los sucesos, del Camposanto, Chichona y Parada, Matías y el de María Solera y Lantano (81).

   Los requerimientos de la vida cotidiana de los trabajadores de la hacienda se cubrían con los menesteres que se ofrecían en el almacén. Entre estos había rebozos de cordón de labor y falseta, los que eran ordinarios, de color negro, de tamaño chico y grande, calzones de gamuza, frazadas listadas, muselina, pañuelos de Alamilla, la mezclilla y cigarros de marcas La Unión y Florida.

   También había cera, velas y cacao, pita de Oaxaca, maíz, algodón, huaraches, sal gorda, avena inglesa, aguardiente, pilón, pieles de cerdo y chivo, pan, sal y cal. También había muebles para casa, como espejos, sofás, relojes, cuadros, sillas, tapetes, y tinas de baño, escaños, bancos, parrillas, tenazas, candelabros y manteles. Para realizar trabajos en el campo había machetes, hachas, faroles, sillas de montar, escopetas, y otros artículos más.

   Las actividades principales que se desarrollaron en la hacienda fueron la ganadería y la agricultura. Respecto de la primera, el ganado que se criaba en la hacienda era de distintos tipos. Había ganado menor como chivos, cabras y ovejas: ganado de engorda, vacunos, burros, caballos y novillos (82). En cuanto a la agricultura, se cosechaba maíz, cacahuate, fríjol y calabaza (83).

Referencias:

73 AHESLP, FRPPC, NT, JHS, no. 5 bis, 8 de enero de 1897, Foj. 13 vta. – 18 vta.
74 Cabrera Ipiña, 1979, p. 20
75 Garay y Moreno, 2001, manuscrito
76 AHESLP, FRPPC, NT, APN, 27 de Noviembre, 1871
77 Idem
78 Idem
79 Idem
80 Idem
81 Idem
82 Idem
83 Cabrera Ipiña, 1979, p. 20

Fuente:

Corral Bustos, Adriana.  Una familia empresaria a finales del siglo XIX en San Luis Potosí: los Díez Gutiérrez. Tesis Maestría. El Colegio de San Luis. San Luis Potosí, Agosto de 2002. pp. 44-49



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