jueves, 19 de marzo de 2020

La real Maestranza y las corridas de toros en la Nueva España.

   En España existían otras formas de asociación que también implicaban prestigio: las Maestranzas de Caballería. En sus orígenes tenían como objetivo la capacitación de los nobles en la equitación a fin de que pudieran formar un cuerpo de caballeros que defendieran al reino. Sin embargo, con el paso del tiempo, las habilidades ecuestres fueron utilizadas únicamente para demostrar su estatus en festejos públicos, particularmente en corridas de toros y rejoneos.

  Los miembros de la Maestranza tenían privilegios y también deberes, y derechos que representaban la integración de la comunidad. Les permitían desarrollar el sentido corporativo del grupo en una especie de comunión intensa y, a la vez, exponer el prestigio hacia el exterior. Entre sus obligaciones estaban la asistencia colectiva a los entierros de sus miembros y, cuando uno de ellos estaba agonizando, debían suspender las actividades de la corporación y asistir a su lado. Además podían usar uniforme, similar al de la guardia real, en los actos públicos. 

   En 1790, 31 [fueron 30] distinguidos miembros de la sociedad novohispana a nombre del Cuerpo de Hijosdalgo americanos y europeos que formaban la nobleza de la Nueva España solicitaron el establecimiento  de una “maestranza de este lado de la mar océano”. La iniciativa representaba las aspiraciones de la nobleza novohispana de imitar a sus hermanos peninsulares, “dar a la noble juventud americana aquel ilustre ejercicio que les es propio. Y, al mismo tiempo, extender y afirmar la buena raza y cría de caballos”. Aunque la petición fue apoyada, por el virrey Revillagigedo, el Consejo de Indias no consideró prudente aprobarla. El deseo de construir esta maestranza está vinculado con la participación elitista en los juegos de cañas, simulacro de combate medieval que se realizaba en el México colonial. Pero el temor de la burocracia real por fomentar posibles dificultades políticas y fricciones hizo que la propuesta fuera denegada. Una vez conocida esta negativa, los novohispanos fueron admitidos en la Maestranza de Ronda. La razón de esta preferencia obedecía al hecho de que esta corporación buscaba reunir la mayor cantidad de fondos posibles para construir su monumental plaza de toros y las cuotas de los miembros eran una contribución importante. En el caso de la de Sevilla, no había tal urgencia de fondos y simplemente era cuestión de preferencias personales o relaciones familiares (1).

   Había otras asociaciones, todas asociadas a la Iglesia, las Cofradías eran unas de ellas. Las más antiguas eran las órdenes religiosas de caballería: del Temple, de San Juan, la Teutónica, de Malta, del Santo Sepulcro. Además estaban las ordenes de caballería que igual denotaban un estatus social alto, estas eran las de Santiago, Montesa, Alcántara y Calatrava. Una orden más fue creada en 1771, la de Carlos III. Es interesante saber cuáles personajes en Nueva España ostentaron algunas de ellas. El listado lo veremos en otra ocasión.

  Cualquier hidalgo auténtico español era ya de por sí caballero en cuanto a que era función de su nobleza acudir con la caballería en defensa de su patria y de su rey (2).

Recordando que en la entrada anterior vimos una lista de 30 importantes personajes que firmaron la solicitud para la creación de la Maestranza de México, carta que fue enviada en 1790, veinte años después, en 1810 al ver la composición del Cabildo de la Ciudad de México, notamos que muchos de los personajes referidos siguen teniendo importantes cargos:

REGIDORES PROPIETARIOS:
Antonio Méndez Prieto y Fernández
Antonio Rodríguez de Velasco
Ignacio Iglesias Pablo
Ignacio José de la Peza y Casas
Manuel de Cuevas Monroy Guerrero y Luyando
Manuel de Acevedo y Cosío (marqués de Uluapa)
León Ignacio Pico
Manuel Gamboa
Agustín del Rivero
Joaquín Caballero de los Olivos

REGIDORES HONORARIOS:
Juan Cervantes y Padilla
José María Echave
Francisco Cortina González
Francisco Maniau y Torquemada
José Ignacio Vélez.

ALCALDES DE MESTA. Los alcaldes ordinarios Fernando Hermosa y Francisco Arcipestre entregaron las insignias de justicia y fueron nombrados alcaldes de mesta.
REGIDORES HONORARIOS. Se dio posesión y prestaron juramento como regidores honorarios: Francisco Maniau, Francisco Cortina González y José Ignacio Vélez como síndico procurador general del común. Se vio un oficio del virrey, en el que aprueba las susodichas elecciones.
ALCALDES ORDINARIOS. Se vio un oficio del virrey, en el que responde a la Ciudad que aprueba la lista de los sujetos propuestos para ocupar el empleo de alcaldes ordinarios.
ALCALDES ORDINARIOS. Se nombró alcalde ordinario de primer voto a Francisco Arcipreste, reelecto por aclamación, y a Manuel del Cerro de segundo voto. Se acordó que el decano reciba la vara del alcalde ordinario de primer voto, mientras se restablece de su enfermedad el señor Arcipreste.
ALCALDE ORDINARIO. Se dio posesión y prestó juramento como alcalde ordinario de segundo voto Manuel Cerro. Se acordó llevar a presentar al virrey al alcalde ordinario y a los regidores bienales. (3)

Fuentes:

1.- Zárate Toscano, Verónica. Los nobles ante la muerte en México. El Colegio de México, 2005, pp. 88-90
2.- Ibid
3.- Guía de las Actas de Cabildo de la Ciudad de México. Universidad Iberoamericana. Página web.


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