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miércoles, 18 de noviembre de 2009

El Viaje de la Flama inció en San José del Arroyo, Baja California Sur

Hay una historia más, otra de esas historias que se han ido perdiendo por la falta de interés de la gente por saber más de sus orígenes, de su región, de la zona donde nació o donde está radicando. Se cuenta mucho de lo que se ve en la televisión, de la “apasionante novela” del aguerrido encuentro boxístico pero, de eso que a muchos nos gusta, la historia, poco se comenta. Afortunadamente hay quien conserva publicaciones que por motivos de aniversarios se publican, se distribuyen y acaban, por desgracia, en la basura, pues quienes están realmente interesados en el tema, sencillamente no les llega a sus manos uno de los ejemplares que, en ocasiones, son solo “para los cuates”.

Encontré en la Biblioteca del Centro Cultural de Todos Santos, una publicación hecha en 1980 a raíz del 250 aniversario de la fundación de San José del Cabo, escrita por César Osuna Peralta, el que fuera el asesor del Cronista del Estado de Baja California Sur, allí viene algo que por primera vez leí y que me llevó a averiguar un poco al respecto, topándome con una historia que está entretejida con la leyenda no solo de esta parte sur de la península sino prácticamente de toda esta agreste geografía peninsular, allí aparece un personaje que no se a ciencia cierta si fue creado por el autor, o realmente existió, pero todo lo que narra es bastante cuerdo y lógico. Habla de un irlandés llegado a esta población de San José en 1795 de nombre John O’Brien que castellanizó, como muchos otros lo hicieron, su apellido por el de Obregón.

Eso de castellanizar los apellidos fue algo común en la zona que ahora se conoce como Los Cabos, te contaba ya de cómo el fraile Jacinto Fiol dio su nombre a Hasting, uno de los ingleses que perdieron el rumbo y llegaron a Cabo San Lucas para luego asentarse en la Sudcalifornia, junto a él llegan Thomas Ritchie que dejó una gran descendencia, Steve Green, John Leggs, John Collins y William Fisher. Hubo otro de apellido Harth que si lo cambió por el de Corazón, Sand por Sández, MacClish por Maclís y muchos más. De todo esto sucedido a mitad del siglo XIX da fe Pablo L. Martínez en sus Sergas Californianas, en ellas no aparece John O’Brien como fundador de familias sudcalifornianas, cosa que no es de dudar pues el apellido “castellanizado” de Obregón no está tan difundido por acá.

Seguramente esta es una leyenda que en algún momento llegó a los oídos de un descendiente de alemanes que no vivía en la parte sur de la península sino en el norte, en Ensenada, este fue Walter Nordholff, (1855-1937), ingeniero en minas graduado de Yale quién a finales del siglo XIX se fue adentrando de tal manera a la vida, costumbres, historia y tradiciones de la Baja California que para 1933 publica un libro que está considerado como una obra maestra de la narrativa: The Jorney of the Flame ubicando como personaje central al “Flama”, Juan Obregón que cual buen irlandés era pelirrojo y de allí el apodo que llevaba.

César Osuna Peralta escribe al respecto: “En el siglo XVIII, las luchas internas en Irlanda motivaron la salida al Nuevo Mundo de uno de los principales caudillos y aspirantes al trono de la vieja isla llamado John O’brien. Arribó a San José del Cabo en 1795, donde casó con una nativa, procreando un hijo que llevó su mismo nombre, el cual se negó a acompañar a su padre cuando este fue rescatado por sus partidarios y retornó a su país de origen. En cambio realizó una increíble jornada a lo largo de la península hasta llegar a San Francisco de la Alta California, donde se hizo famoso por su espíritu aventurero y audaz".

"Fue conocido popularmente en las Tres Californias como “la flama”, por la cabellera pelirroja, característica heredada de sus antepasados. También se le llamó “Juan Colorado”, de fantástica leyenda hasta nuestros días. “Y habiendo visto tres centurias cambiar de costumbres y maneras, murió en 1902 en el Gran Cardón, cerca de la frontera norte, con la cara vuelta hacia el Sur, como tratando de adivinar en lontananza a su inolvidable San José del Arroyo como él denomina a su solar nativo: San José del Cabo”

Esto es de llamar la atención, que se haga referencia a San José del Cabo nos dice, indudablemente que Nordhoff conoció está población y su gran arroyo, enlazando toda la leyenda y la historia en el relato apasionante que inicia en San José del Arroyo. Menciona a Santa Anita, Miraflores, San Bartolo y La Paz, esto tan solo en los primeros capítulos, para seguir describiendo la península en su totalidad, con lo cual ratificamos que lo más seguro es que el escritor conocía perfectamente la zona. Tan es así que el libro inicia el capitulo segundo comentando acerca de la panocha y su dulzura.

Tan es así que el Señor Osuna Peralta recalca lo escrito y ya traducido al español, en el capítulo tercero: “Al contemplar, por última vez, nuestro querido valle de San José del Arroyo, con el ganado pastando en todas partes, a ambos lados de la fértil extensión, sobre las lomas, recordé las violentas cabalgatas a lomo de becerros broncos y las deliciosas probadas de leche tibia que robaba, y pensé: “si el cielo es como este valle, no puedo menos que decir lo mismo que los indios: ¡Padre, conducidnos hasta allá! Yo sabía que en una de esas casas que se divisaban allá abajo, mi madre dormitaba sobre su sillón favorito. A la puerta de una de esas casas se encontraba una chiquilla, indiferente a las lágrimas que resbalaban por su rostro. Así recordaré siempre a San José del Arroyo. Probablemente este recuerdo me haya convertido en un vagabundo, pero me es preferible retornar que vivir incómodo en otra parte”.

Así pues, nos encontramos una obra más que relata y remarca la belleza particular que encierra San José del Cabo, unimos el nombre de Walter Nordhoff a los de los otros escritores que te he presentado en El Bable y que se enamoraron, en su momento de esta parte del gran México del que somos ciudadanos, John Steinbeck y J.R. Southworth. Fernando Jordán merece mención aparte.

Enla foto superior ves al padre de Walter, el periodista Charles Nordhoff (1830-1901). Si lees en inglés, The Journey of the Flame, lo puedes encontrar aquí:

sábado, 28 de febrero de 2009

Una de las joyas del cine mexicano: La Perla, 1945


   Hoy, una vez mas hoy, leo en la prensa local que se habla de las perlas, se sigue debatiendo sobre su tamaño e importancia, sobre su peso y su origen. Se comenta de la travesía de estas excepcionales joyas que iban de México a Europa, de América a las cortes europeas mas poderosas del Siglo XVII, se dice que se producirá un cortometraje aquí, en la isla que vio en algún tiempo crecer tantas y tan valiosas perlas, solo que nos estamos olvidando de una, quizá la mas importante de ellas, la mejor perla que México ha dado, una perla que fue una joya dentro del cine: María Elena Marqués.

  Me sucedió un día, hace ya mucho tiempo, algo así como cuarenta años que fui al cine, sólo por salir, pues hoy, igual que antes, los jóvenes no quieren estar en casa, la calle llama y el ansia por descubrir más y más nos lleva al lugar que sea a donde sea. Esa fue una muy feliz coincidencia la que tuve, un afortunado encuentro el que viví en un cine, de esos de antes, de pantalla inmensa cuyo espectáculo comenzaba antes de la película, cuando se apagaban las luces y las cortinas se corrían, lentamente, rojas, invariablemente rojo era el color. El Noticiero Continental era inminente y luego la película.


  Esa vez ni vi el programa, entré al cine, me senté y de pronto una película blanco y negro, una fotografía excepcional una ternura inaudita en la pantalla y la historia mas bella y cruel comenzó a ser contada. La pareja ideal, jóvenes, bellos, él el hombre trabajador, ella la mujer de casa, el fruto del amor les daba un hijo. Un pueblo perdido en alguna costa de México en donde es encontrada una perla tan grande como nunca se había visto. Esto fue el inicio de la agonía, de la ambición exagerada.

  Me fui adentrando mas y mas en la historia, una a una las escenas eran simplemente hermosas, el blanco y negro en su mejor expresión, unas actuaciones que inundaban la pantalla y el argumento excepcional. Con el tiempo supe que esa película fue inspirada por las aguas del Mar de Cortés, por la calidez y sencillez que algún día reinaron en La Paz, fue allí en donde la pluma de John Steinbeck creo una de sus mejores obras, la tituló “La Perla” ¿para que buscar nombre mas complejo? No había necesidad. Esta vez mas el Mar de Cortés daba una perla excepcional al inspirar una historia sin igual, que junto a otras le hizo ganar el premio Nobel en 1962.


  Esa historia de La Perla de John Steinbeck puede ser ubicada antes o después de cuando fue escrita, incluso la podemos ubicar en nuestros días, cabe a la perfección, pues, lamentablemente la codicia humana no ha cambiado en nada, quizá se ha incrementado.

Una reseña de la película la puedes leer en:
http://cinemexicano.mty.itesm.mx/peliculas/perla.html


  "La perla ganó el Premio a Mejor Fotografía en la Muestra de Venecia de 1948, en el festival de Madrid de 1949 y en los Globos de Oro de la prensa extranjera de Hollywood de 1949. Gabriel Figueroa consideraba a La perla (1945, Dirección de Emilio “El Indio” Fernández”, y fotografía de Gabriel Figueroa) como la mejor película del cine mexicano. La perla ganó el Premio a Mejor Fotografía en la Muestra de Venecia de 1948, en el festival de Madrid de 1949 y en los Globos de Oro de la prensa extranjera de Hollywood de 1949. Gabriel Figueroa consideraba a La perla (1945, Dirección de Emilio “El Indio” Fernández”, y fotografía de Gabriel Figueroa) como la mejor película del cine mexicano". (Texto tomado del blog: Armando Santos.)

martes, 17 de febrero de 2009

La Pesca Deportiva en Baja California Sur: Una brevísima historia.

Una de las grandes fortunas que tenemos al vivir a la orilla del Mar de Cortés es la abundancia de pesquería, por consecuencia de Restaurantes de pescados y mariscos, un motivo más para visitar la Baja California. Fotografía cortesía de Sergio Cantú.

   Indudablemente el gran pilar donde se sostiene el desarrollo turístico de la península de Baja California es, indudablemente, la Pesca Deportiva. Contando con un extraordinario, bello y abundante mar, el de Cortés; un clima excepcional y un paisaje que invita a la tranquilidad, la península se perfila cada vez mas a ser un gran centro de atracción turística, enfocada, en buena medida a la pesca deportiva, que los conocedores lo definen mejor y en inglés con el termino: "Big Game Fishing".

   La Pesca Deportiva la podemos dividir en dos esencialmente: la de altura, y la de orilla, la primera se refiere a adentrarse varias millas al mar en busca de las especies grandes, de los llamados picudos, por todos es sabido que la región de Cabo San Lucas es bien conocida por su abundancia en Marlin (Histioporidae), que forma parte esencial de los peces grandes, los que luchan antes de ser capturados y de donde nace esa gran excitación en este deporte. La de orilla o ribereña es aquella que se realiza en pangas y que no hay necesidad de tanto esfuerzo físico para capturar al pez.

Histórica fotografía del Museo de Historia de San Diego, un verdadero Caballero, esta vez, Pescador, que muestra con orgullo y elegancia su “catch of the day”. Fotografía de 1905 en el muelle del Hotel Coronado.

Veíamos en un articulo anterior, aquí en El Bable, como en las Islas Coronado se desarrolló un incipiente servicio turístico de pesca a finales del siglo XIX, mismo caso sucedió en las islas cercanas a Guerrero Negro, la de Cedros, especialmente en donde aventureros pescadores deportivos llegan a vivir experiencias únicas, pero sin llegarse a formar una comunidad en torno a esta actividad, si a la pesca comercial, pero no a la deportiva.
La Vaquita Marina fue prácticamente exterminada a principios del siglo XX dado que en Japón es considerado como un verdadero manjar, igual suerte corrió la Totoaba, ambas especies, características del Delta del Colorado, donde inicia el Mar de Cortés.

En el delta del Río Colorado, allá en el norte de la península donde Baja California se une a Sonora y de allí a California y Arizona, en los Estados Unidos, en esa zona, precisamente frente a San Felipe, BC, hubo una vez un gran abuso a las especies marinas, la Totaba y la Vaquita Marina, mismas que llegaron al límite de la extinción pero que, afortunadamente un programa de protección a la especie ha sido implementado al haber nombrado esa zona como un área protegida.

La Panga es un bote pequeño, para uno o dos pescadores, ese es uno de los que ofrece Joel Prieto en Bahía de los Ángeles, un lugar que sin dudas es un verdadero refugio, digno de ser visitado, contáctalo, él te organiza todo.

Mas al sur siguiendo por la orilla del Mar de Cortés nos topamos con otra zona, pionera en el desarrollo de la pesca deportiva, Bahía de los Ángeles, lugar visitado en los cuarenta por celebridades de los Estados Unidos, hubo incluso una línea aérea que además de llevar víveres a esa apartada zona, llevó también ávidos pescadores para gozar de las delicias del entorno de la Isla del Ángel de la Guarda y el archipiélago circundante. En la actualidad, Bahía de los Ángeles es también una zona de protección del medio ambiente.

Esta espléndida fotografía nos remonta a los años cincuenta, nos muestra uno mas de los que conforman la familia de los "picudos", el Pez Vela, abundante en el Pacífico, mas al sur del Mar de Cortés, en Manzanillo, Colima que se proclama como la capital del Pez Vela.

Siguiendo nuestro recorrido en la misma dirección sur llegamos a Mulegé donde un célebre hotel acogió en los sesentas a esos pescadores, El Serenidad. En Loreto sucedió lo mismo, una vez que los Pescadores Deportivos ubicaron la zona se dieron a la tarea de llegar en sus propios aviones y por consecuencia se desarrollo el pionero de los hoteles loretanos, el Club de Vuelos.

Baja Flying Service en este histórico itinerario de 1968, nos muestra la ruta: Tijuana – Bahía de los Ángeles – Mulegé, vía de llegada de los pescadores de los sesentas, mucho antes de que la Carretera Transpeninsular estuviera terminada. Documento cortesía de Perry Sloan.

El caso de La Paz es por demás particular, luego del desarrollo y comercialización del buceo de Perlas, vino la pesca deportiva, personalidades de la talla de John Steinbeck, del cantante Bing Crosby se enamoraron, prácticamente, del verdadero paraíso para los pescadores deportivos. El visionario Abelardo Rodríguez plantó las bases para el desarrollo que actualmente la punta sur de la península tiene y ni que decir de  don Luis Coppola Bonillas.

Este anónimo y orgulloso pescador norteamericano nos muestra su pesca del día, un bello ejemplar de Dorado. Uno de los mas deliciosos, por cierto, que ofrece el Mar de Cortés. Fotografía cortesía de Armando Alvarez.

Ni que decir de la zona de Los Barriles y Buenavista, el llamado Cabo del Este, donde hoteles que están dentro de los pioneros de la Pesca Deportiva han hecho historia desde los cincuenta, los legendarios Rancho Buena Vista, Hotel Buena Vista, Palmas de Cortés, Rancho Leonero, solo por mencionar algunos, de ellos mas adelante hablaremos a profundidad.

Es la Pesca Deportiva un negocio tan sólido que en la actualidad son dos marinas las que ofrecen sus servicios en Los Cabos, y una mas en proyecto. Los torneos de Pesca son de calidad mundial. No cabe duda de que somos afortunados de vivir a la orilla de un mar que siempre ha dado sus riquezas, ojala las sigamos explotando con conciencia, con prudencia, y, sobre todo, con responsabilidad.


No cabe duda de que la Pesca Deportiva seguirá siendo un gran atractivo para los visitantes de la Península de Baja California, especialmente para la zona sur.


Nada con exceso, todo con medida... así dicen los jóvenes pescadores de nuestros días.

viernes, 9 de enero de 2009

Del atún de Cabo San Lucas y de la pluma de John Steinbeck.


  Soy originario del Bajío, de Salamanca en Guanajuato, el mero ombligo de México, el mar siempre estuvo distante para mí; tuvieron que pasar muchos años para conocerlo. Sin embargo sus magníficos productos siempre los consumí, los pescados que llegaban a Salamanca, en la época de cuaresma venían del Golfo, y las exquisitas empanadas de atún que en casa mi madre preparaba me hacían ver que el atún venía en latas y que las que se consumían en ese entonces eran las del Atún Pando.

  En esas latas, redondas, más bien chicas, leía en su etiqueta y veía que ese atún era empacado en Cabo San Lucas, en la lejana península de Baja California, jamás imaginé que una buena parte de mi vida la pasaría aquí, en el lugar donde el mejor atún de la región se produce.

  Elías Pando fue un visionario español que aprovechó a la perfección el momento que le tocó vivir. Sus empresas, hasta donde se, además de empacar atún y otros productos del mar hacían jabones de tocador. Deliciosos, de envolturas gris y rosa.

La empacadora de atún fue la que le dio vida a Cabo San Lucas, fue la que hizo prosperar Don Luis Bulnes y fue la que en su momento, 1950, el Premio Nobel de Literatura, John Steinbeck nos narra en su obra Por el mar de Cortés, editorial Altair Viajes No. 67:

“Cuando la pesca estuvo distribuida y clasificada, nos dirigimos a visitar la fábrica de conservas, y mas tarde, con Chris, el gerente, y el señor Luis, el capitán del puerto, nos fuimos en coche a la pequeña ciudad de Cabo San Lucas. Era una población triste, porque durante el invierno, una tempestad la había destruido en una sola noche. El oleaje había arrasado las casas, y las calles parecían ríos enfurecidos.

- Entonces no había tejados sobre las cabezas de la gente – decía el señor Luis con excitación -. Los bebés lloraban y no teníamos comida. Todo el mundo padecía.

La carretera de la ciudad, llena de polvo y con baches, nos hacía saltar dentro del camión de la fábrica de conservas. A ambos lados, los cactus y los arbustos espinosos se calcinaban al sol. Al fin, nos detuvimos delante de una lúgubre cantina, donde unos cuantos jóvenes merodeaban esperando que sucediera algo. Esos guapos muchachos habían esperado largo tiempo –generaciones enteras- que ocurriera algo. En sus ojos no había esperanza. La tormenta del invierno había sido discutida tantas veces, que ya estaba gastada, y además todos sabían lo mismo acerca de ella. Entonces aparecimos nosotros. El camión paró frente a la puerta de la cantina, y salimos nosotros –extraños extranjeros- formando el grupo de aspecto mas estrafalario que había ido nunca allí.

No existe nada más lúgubre que una pequeña cantina. En primer lugar, está llena de gente que no tiene ningún dinero para tomarse una copa, y que permanece allí esperando un milagro que nunca sucede: que un ángel de alas doradas se instale en la barra y ordene bebidas para todos. Esto no ocurre nunca, pero ¿cómo lo van a saber estos tristes muchachos? ¿Y si sucediera alguna vez y ellos no estuvieran allí? Por eso se apoyan contra la pared, y se sientan en el suelo cuando sale el sol. De vez en cuando, salen y se van a comer a sus casas, pero en esos intervalos se sienten impacientes porque el ángel puede llegar. Su fe no es fuerte, pero es permanente.”




   En este libro, Steinbeck que ya había pasado una larga temporada en La Paz, por demás fructífera, pues gracias a ello surgió el argumento de la novela La Perla que fue llevada a la pantalla y de la que hablaremos con detalle en otra ocasión, viene a ver al mar de Cortés, desde el punto de vista científico pues hace una serie de mediciones en cuanto a vida marina se refiere, específicamente de conchas.

   El libro Por el mar de Cortés es altamente recomendable para quienes quieren leer algo de la pluma de este extraordinario escritor norteamericano y que nos da la nostalgia de los años cincuenta en la Baja California Sur.

   Pero ¿Qué mas hay con el atún? Pues que además de ser una especie que nos provee de una buena cantidad de turistas al año, sigue siendo un magnífico negocio para el Grupo Pando pero ahora bajo la marca Calmex que tiene su planta de producción en Puerto San Carlos.

   En la actualidad, que buscamos proteger mas nuestra salud y las cosas que comemos, siempre oímos acerca del atún aleta amarilla, pero no solo hay ese tipo, son 8 los que conforman las variedades de Atún del mar de Cortés: Blanco, Azul, Negro, Amarillo, Patudo, Barrilete, Bacoreta y Bonito.

Grupo Pando tiene un sito que a mi juicio es de una creatividad enorme pues nos ofrece una visión del producto tal cual es, es decir, en su lugar de origen, los invito a entrar al sitio del atún sonorense Yavaros, es digno de un reconocimiento a la creatividad: