Lo que vemos en la fotografía es la parte más sur del Mar de Cortés, a pocos kilómetros se juntará al Océano Pacífico. Esta toma la hice en el momento del ocaso, cuando el mar adquiere una coloración diferente. No se puede apreciar cabalmente en la fotografía pues llega el momento en que casi se integra el color del mar con el del cielo, en una coloración plateada, solo que, dada la tecnología de las cámaras Sony, la sensibilidad permite diferenciar lo que es agua y cielo. Todo esto viene a colación debido a que, leyendo la memoria que nos dejó don Gastón Vives y sus observaciones sobre el Mar de Cortés y la pesca, al leer esto que a continuación sigue nos podremos dar cuenta de como se ha ido depredando este Mar.
Ya hemos visto como fue que casi desapareció la Madreperla, por ende, ya es difícil de encontrar Perlas, vimos también como se atacó a la Totoaba y casi desapareció. Lo mismo sucedió con la Vaquita, otro pez que también llegó al límite de la extinción. Pues bien, ahora veremos otro caso, penoso, el del Alcatraz, una especie de ave marina que vive... o vivía en estos rumbos, para ello nos apoyamos, una vez más en el libro de Micheline Cariño.
Ya hemos visto como fue que casi desapareció la Madreperla, por ende, ya es difícil de encontrar Perlas, vimos también como se atacó a la Totoaba y casi desapareció. Lo mismo sucedió con la Vaquita, otro pez que también llegó al límite de la extinción. Pues bien, ahora veremos otro caso, penoso, el del Alcatraz, una especie de ave marina que vive... o vivía en estos rumbos, para ello nos apoyamos, una vez más en el libro de Micheline Cariño.
"...Otro de los motivos que ha sido causa de que el pescado no se arrime tanto como antes a la orilla de las costas de estos mares, es la destrucción en masa de los alcatraces. Porque, como es sabido, el alcatraz es un pájaro que se alimenta de sardinas y demás peces chicos, viviendo en comunidades de millares de individuos en las islas, en donde establecen sus nidales para su reproducción. En esta forma se criaban millares de polluelos, los cuales, a los dos o tres meses de nacidos, tienen en el lugar del buche una masa de grasa que, friéndose, da como medio litro de aceite fino.
Cuando los cazadores de alcatraces juzgan que ha llegado el tiempo oportuno, invaden la zona de crianza armados de garrotes y con ellos matan todas las crías para aprovechar el aceite de su buche. Y como esa operación se ha repetido consecutivamente durante muchos años, a la fecha se han acabado los alcatraces o son tan pocos los que existen en estas costas, que puede decirse que se acabaron para los efectos benéficos que resultaban de su existencia.
"Hay que decir que los alcatraces solamente pueden alcanzar la sardina o pescado que está en la superficie del mar, cosa que no logran retirados de las orillas, y como eran bandadas de millares, con el batimento de las alas desplegadas, arrimaban la sardina a las inmediaciones de la playa, donde su captura se les facilita. Y como es normal con los cardúmenes de sardina, detrás de ellos venía una infinidad de peces que permanecían en la orilla para alimentarse con la sardina, en persecución de esos pescados también se arrimaban los tiburones en grandes cantidades.
Parece inverosímil que la bárbara destrucción de los alcatraces haya sido una causa de la menor frecuentación de los pescados en las ensenadas y radas de la costa. Sin embargo, la desaparición de estas aves y la coincidencia del enrarecimiento costero del pescado son hechos positivos".
Gastón J. Vives.
La Paz, BC., mayo de 1935. (1)
Y así, debido a esta costumbre de matar, a palos, las aves marinas, nos deja sin el rítmo creado por la propia naturaleza... Lo que ves en la última fotografía es algo que aun no logro entender que es. Es arena comprimida, pero está llena de pequeños túneles, como si gusanos se deslizaran por dentro, cuando la tocas comienza a deshacerse. Había varias de estas formaciones la última vez que fui a la playa. ¿tú sabes lo qué es?
Fuente:
1.- Cariño Olvera, Martha Micheline. El porvenir de la Baja California está en sus mares. Vida y legado de don Gastón J. Vives, el primer maricultor de América. UABCS/SEP. México, 2000.