Un remanso de paz en el Malecón de La Paz, Baja California Sur

De todas las ciudades costeras que hay en México, al menos las que conozco, sin lugar a dudas la que tiene uno de los malecones más bellos es La Paz, capital del estado de Baja California Sur. La Paz la conocí hace mucho tiempo, en los setenta, lo que recuerdo de ese viaje son dos cosas, uno que era la primera vez que veía una alberca con calefacción, era la del Hotel el Presidente, creo se llamaba Gran Baja. La otra fue la cantidad de tiendas de la que en esa época era la mejor “falluca” que se podía conseguir en México, en ese entonces no admiré los magníficos contrastes y la naturaleza tan especial que rodea a la ciudad, pero ahora te invito a conocer La Paz desde esa óptica.

La ciudad, al igual que todas las que hay en México tiene una parte antigua, aunque aquí son pocos los edificios que siguen en pie que tienen ya su siglo de existir, como quiera, el centro de la ciudad tiene algo muy especial, su amplitud, su belleza y tranquilidad, especialmente ahora que todo el comercio se ha desplazado hacia los mal llamados “malls”. Caminar por el centro de La Paz, si es en el verano es una verdadera pesadilla por el clima extremo que aquí se vive, el calor llega en ocasiones arriba de los 42 grados, pero ya ahora, en el otoño que las tardes son frescas, el clima se vuelve algo muy agradable y el paseo por el malecón se hace desde más temprano.

Fernando Jordán en su extraordinario reportaje que luego se volvió libro, El Otro México, la describe así: “En el verano la ciudad muere todos los días. Hay cierta hora, hacia las tres de la tarde, que el tiempo se queda detenido, sudando, y el pueblo deja dormir sus pensamientos, embotado por una marea caliente que suspende la vida. Dentro de las casas los niños se desnudan, y hombres y mujeres se tienden a la sombra, sobre los lechos ardientes. Por las calles todo es silencio…” Esta ciudad que muere, como lo dice Jordán, revive cada tarde, cuando el viento llamado “de coromuel” se deja sentir y un poco de frescor alivia el pesado clima que cada verano se siente en este lugar.

Esto del “coromuel” es una muestra de tantas palabras que se han ido adaptando al uso cotidiano en esta parte de México, por coromuel se entiende el viento que se origina en la península y sopla en la parte sur del Mar de Cortés y toma su nombre del estadista inglés Oliver Cromwell, político considerado también un pirata y que fuera el fundador de la República Pirata en la isla de Jamaica y aquí al mar de Cortés llegó su leyenda no por él mismo, sino porque había un velero llamado precisamente Cromwell que al sopar el viento podía iniciar su travesía, de allí la creación de la palabra. Yo diría que es una muestra más del sincretismo, en este caso con los ingleses.

Y siguiendo con historias de piratas nos encontramos con que en La Paz se mantiene vivo el nombre con el que se le designaban a esos merodeadores de los mares, específicamente a los holandeses, los Pichilingues y es Pichilingue el nombre que lleva el puerto de La Paz, el lugar a donde llegan los ferries que unen al sur de la península con el macizo continental. Es indudable que la vocación marítima de La Paz es incuestionable.

Ayer apenas te contaba la leyenda de El Mechudo y todo lo que con ella conlleva al buceo de perlas, pues bien, Fernando Jordán, al cual, por cierto, le estaré siempre agradecido por haber sido el primero en relatarme cual portentosa es la historia de la Baja California Sur pues el día que su libro cayó en mis manos, fue algo que me motivó durante algunos años a conocer más a fondo esta parte de México y es en ese libro que Jordán dice: “La Paz fue tierra de conquista y presa codiciada por los piratas porque de su mar se extrajeron las mejores perlas del mundo. Desde su descubrimiento y posesión, los concesionarios de la Corona iniciaron la explotación del tesoro que guardaba el fondo del mar californiano. Los años de auge de la ciudad adormecida se cimentaron en las preciadas perlas y en la explotación de la concha de madreperla”.

Dejo aquí la palabrería y pasamos a las imágenes. Con ellas comprobarás que el malecón más bello de México se encuentra aquí, en la paz de La Paz, Baja California Sur.

Hoy dejó de existir Manuel, mi hermano, momento de reflexionar, de volver a pensar en que nuestra vida está prestada, en que todo lo que nos motiva a vivir lo hagamos, en que hagamos realidad sueños y partamos como él lo hizo, en una muerte afortunada, su vida terminó en un segundo. Ojala hubiera paseado por el Malecón de La Paz junto a él… que descanse en paz.