miércoles, 11 de septiembre de 2013

El Pabellón Mexicano que nunca vio Maximiliano. 1867.

  De la atractiva, enigmática, romántica y trágica historia de la vida de Maximiliano entre 1863 y 1867 hay un pasaje que me parece sorprendente, es el relacionado con la que fue la cuarta Exposición Universal, la celebrada en París de abril a octubre de 1867 de la que "el emperador Napoleón III fue quien decretó la construcción de este proyecto para demostrar la grandeza del Segundo Imperio francés. Para este efecto se nombró una comisión, cuyo presidente fue el príncipe Jerome Napoleon Bonaparte II, quien dirigió los trabajos preliminares". En la imagen vemos una reproducción del uno de los templos en Xochicalco, que fue el Pabellón Mexicano de la Expo 1867.

  Los antecedentes de esta Exposición habían sido las organizadas en Londres en 1851, en el famoso Crystal Palace, en la cual México participó; la de París en 1855, para ello se construyó el Palacio de la Industria, desconozco si México participó en esa ocasión. La tercera edición se llevó a cabo nuevamente en Londres, para el año de 1862, de ella queda un interesante daguerrotipo que puedes ver aquí. Seguiría luego esta que hoy nos ocupa.

  Para este evento México participó solo que no como nación libre, sino como Colonia Francesa, pensando aquello de que Napoleón III había manipulado a Maximiliano para que ocupara el trono del "Imperio Mexicano", mientras que Francia mantenía invadido al país.

  En esta fotografía que tomé de la memoria de las Exposiciones Universales de París, vemos este pabellón que nos recuerda el que México presentara en dos ocasiones en Nueva Orelans de 1884 y luego en la de San Louis Missouri en 1902, para se enviado a México y montado en la Alameda Central, removido en 1909 para la Alameda de Santa María la Ribera, sitio en el que se puede admirar en la actualidad, pero esto que vemos no es el Pabellón Morisco de México, pero se parece mucho.

  Y sucedió que, estando invadido México por el ejército francés, eran ellos, los franceses, los que determinaban que se hacía o se dejaba de hacer, más aun pensando en que, en términos de exposiciones, esta se celebraría en París. Para ello se había formado desde años antes la Commission Scientifique du Mexique.

  En París se mostraban las máquinas más modernas, muchas eran para las labores del campo, como esas que llegaron a Salamanca, México, en la época previa al evento.

  Y este fue el pabellón que México mostró al mundo en la Exposición Universal de 1867, en ella se mostraron reproducciones de las piezas más emblemáticas de la civilización azteca, como la Coatlicue y el Calendario Azteca... por cierto, había la idea de llevarse a Francia las piezas originales que, como es el caso del Calendario Azteca, de no haber sido por Maximiliano que ordenó se retirara de la pared de la Catedral y se colocara en un Museo, hubiera ido a dar a Francia.

 Y esta fue la medalla que los mejores pabellones y exhibidores se llevaron, con la imagen de Napoleón III, el mismo que le daría la Espalda a Maximiliano... no me puedo imaginar cual habrá sido el estupor en París, justo aquí en los campos de la Exposición Universal cuando se enteraron que el Emperador mexicano había sido fusilado. La historia de ese traslado de copias de las piezas a Francia es de lo más interesante; hay un artículo de Arqueología Mexicana que puedes leer aquí.

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