miércoles, 29 de enero de 2014

Ciudad de México, la primera escala de la ya tradicional "Tirada a Perder", 2014.

   El cambio climático nos ha hecho ver en estos días cual es la furia y fuerza de la naturaleza, más aun, nos hace ver que, luego de toda una era de avances del ser humano, el principal inquilino del planeta tierra, los cambios en el clima son impredecibles y el frío ha sido más que el habitual durante el invierno, razón por la cual me obliga (y yo así lo quiero) a salir rumbo a tierras cálidas a pasar el invierno, cual golondrina, cual ballena gris rumbo a el Mar de Cortés o mariposa Monarca rumbo a los bosques michoacanos que, ante los fríos se va al sur en busca de mejores aires, igual lo hago pues, no tanto el frío, sino la combinación de frío y contaminación en Salamanca no es el punto ideal para mi.

   Esta vez lo planeo con más calma pues todo indica que esta "tirada" será larga así que selecciono muy bien lo que será mi equipaje: una maleta mediana -más bien chica- un back pack que pueda soportar mi espalda por su peso (a mi edad) y, claro es, la lap por la cual me comunico y comparto mi experiencia de vivir, mi experiencia de viajar y de poner atención a las cosas a las que, regularmente, no se le ponen la debida cantidad de observación. Comprobado lo tengo de que en cada metro cuadrado hay algo interesante. Así que, el día planeado a una hora más cómoda, en un servicio de transporte más cómodo, salgo rumbo a la ciudad de México. Esta vez ni prisas, ni ansias por llegar temprano, nada de eso hay pues ahora vamos con mucha calma.

   Esta vez empaco pocos libros, solo 3 de los 30 que me gustaría llevar, pero, la verdad sea dicha, no hay necesidad. Empaco dos cuadernos con montones de anotaciones y transcripciones y una buena cantidad de documentos fotocopiados, todo eso será la base a mi pretendido libro que, a este punto, no tengo la menor idea de cuando pueda estar disponible, esto debido al poco, mejor dicho, nulo apoyo que he logrado pues ahora lo puedo afirmar: a nadie le interesa la Historia de Salamanca (nadie en términos de que la obra sea redituable para llevarla a la editorial). Así que, además, empaco montones de cables, que si para la lap, que si para las cámaras, que si para el teléfono. Llego a la central ya con boleto y espero a que salga el camión rumbo a la ciudad de México.

   La salida de Salamanca es ahora otra, el punto de partida el mismo: la central; pero de allí, luego del libramiento de la que fuera Carretera Panamericana se va por otro libramiento que lo conduce a la autopista y ahora sí... "fierro" dicen en el norte cuando sale uno sin escalas y con un rumbo fijo. El camino me es más que familiar, pero aun así sigo descubriendo más y más puntos; identificando más y más sitios luego de haber escudriñado todos los mapas que han caído en mis manos de lo que fuera el Camino Real de Tierra Adentro que es, más o menos el mismo recorrido que hace en la actualidad la Autopista Querétaro-México. Contrario a lo que antes hacía, que era dormir en todo el recorrido, ahora voy devorando cada kilómetro.

   Y sí, efectivamente, esta que es, seguramente la autopista con mayor tránsito de vehículos en la República Mexicana, es la que siempre está en mantenimiento. Esta vez no fue la excepción, luego de Soyaniquilpan los tres carriles se vuelven uno y la velocidad se reduce hasta prácticamente quedar detenidos en el camino... no es mucho, quizá 15 o 20 minutos y salimos de allí, otra vez "fierro", ya casi llegamos a la ciudad... pero ¿en dónde comienza? Recuerdo que hace mucho se decía que en las Torres de Satélite eran las que indicaban la llegada a México, luego que en la fábrica de Bacardí, luego que en el reloj de la Ford, luego se decía que en la caseta de Tepotzotlán, pero ahora igual puede ser el Circuito Mexiquense o el Arco Norte... ¿parará algún día el crecimiento de esa mega ciudad? Todo indica que no.

    Pienso muy bien las cosas, eso que se llama "costo-beneficio". Por cinco pesos tomaría el metro justo afuera de la Central del Norte y llegarí al consultorio del médico con el que tengo cita esa misma tarde pero... con el peso de las dos maletas y, más aun, el peso de la lap (que es de las de antes, es decir, muy pesada), opto por un taxi, y sí, ahora entiendo por qué todos los que viven en la ciudad se quejan del tránsito vehicular. Finalmente llego, saludo al doctor, que es mi amigo, platicamos un rato, me revisa, hace las correcciones que tiene que hacer en mi dentadura y listo, los moldes fueron sacados, en dos días regresaré para que me coloque las piezas, así que tengo dos días enteros para caminar una vez más la ciudad ¿a dónde iré? me pregunto.

   Pregunta ociosa pues el Centro Histórico es una visita obligada siempre que llego a la ciudad de México. No me he cansado aun de recorrer las mismas calles pues, por increíble que parezca, siempre hay algún detalle que por circunstancias varias no había notado, esta vez quiero aprovechar mejor el tiempo y llevo una lista de los templos que me faltan por conocer. Una vez leí por allí que fueron 84 los que se construyeron a lo largo de los tres siglos virreinales. Algunos han desaparecido, otros han sido transformados en bibliotecas, museos, galerías de arte o en templos de otro culto, me aventuro un poco más allá de donde dicen hay que ser muy precavido y llego a la Merced, me detengo en el camino y mejor busco el metro para llegar a mi destino, el rumbo impone.

   Y mi destino es la Cámara de Diputados. Hay que encontrar, primero las salidas y entradas del Metro pues por ese sistema de transporte me voy. Cada vez están más cubiertas por vendedores de todo tipo de mercancías y las señalizaciones, aquellas magníficas de Lance Wyman, el mismo que creó las señalizaciones para los Juegos Olímpicos del 68. Todas están cubiertas, así que, si no conoces el rumbo, hay que ir preguntando a la gente menos cortés que hay en este país... finalmente llegué. Ahora son los trámites burocráticos los que hay que seguir, nombre, asunto, diputado, edificio, ah, y una credencial. Todo lo anotaron a través de una computadora, gafete colgado entré al recinto. De lo allí tratado correremos el discreto velo de la prudencia... fueron asuntos privados, quasi laborales.

   Enorme, supongo que al menos unas 5 mil personas se mueven diariamente por ahí, quizá más. Como no era precisamente una visita turística no conocí todo, pero si una buena parte. Sumamente impresionante lo diseñado por Chavez Morado en rededor del escudo nacional, que es la fachada principal del recinto, el cual se ve al fondo de la fotografía.

   Y sí, la vida en la ciudad de México es otra. Todo es, regularmente, a la carrera, nunca hay tiempo suficiente, todo está lejos, para todo hay que hacer fila.... me gusta mucho la ciudad pero, ante tales circunstancias, definitivamente prefiero la bella y plácida provincia. De la vista, mejor no hablamos.

   Y ni que decir de las costumbres capitalinas, igualitas a las provincianas. En el entendido de que por alguna de las miles de calles por las que pasé vi un centro de acopio de árboles navideños que serán utlizados en algo, quizá en composta.

  Otro día más en la ciudad. Ahora me voy a reencontrar con el Museo Nacional de Antropología. Absoluta maravilla a la que hay que dedicarle muchas horas "in situ", pero muchas más horas de lectura antes de llegar allí para asimilar lo más posible. El monolito de Tláloc, como lo ves en la imagen, está en proceso de restauración. Un recorrido completo a todas las salas, sin leer las fichas, de lo contrario nunca acabaría y, pues de nuevo al Centro Histórico... es un imán para mi.

  El templo de La Enseñanza que apenas ahora conocí es magnífico, fueron más los que visité pero, ahora no tengo la lista conmigo, tengo ya 529 fotos nuevas de la ciudad, esto quiere decir que sigo acumulando más y más material para El Bable... y las que faltan.

   Otro día más, quizá fue un poco torpe de mi parte no informarme adecuadamente y perdí mucho tiempo en esta ocasión. Me fui al rumbo de Tacubaya, pensando que encontraría con facilidad templos y vestigios... nada de eso, fue una especie de laberinto por el que me metí, un berenjenal, diría una amiga. Mejor reculé y, de nuevo en el Metro, decidí seguir con rumbo desconocido: a Tláhuac en un metro de primer mundo para una zona que... hay que ver para entender.

   La nueva línea del Metro, la Dorada, va en dirección oriente, cruza los barrios menos favorecidos de la ciudad, pasa por Culhuacán (allí fuimos una vez a ver el ex convento agustino), sigue por Mexicaltzingo y luego Iztapalapa, siguen una serie de pueblos de los que no recuerdo su nombre, hasta llegar a Tláhuac, bueno, a donde termina el servicio pues de allí hay que tomar un colectivo para llegar a lo que es ese pueblo. Con esto lo que te quiero decir es que son 45 minutos de tren, más unos diez en micro, y jamás terminan las construcciones y todo el horizonte son construcciones y más construcciones, igual naves industriales que casas y multifamiliares, es enorme este rumbo oriente.

   El interés que tenía era el de ver el templo y el convento que, seguramente allí se levantó y, sí, en efecto, dí con ambas cosas, ya te las mostraré en su debido momento.

   Ese recorrido fue agobiante, primero por no encontrar todo lo que buscaba y caminar sin rumbo fijo, luego por ver la vastedad de la ciudad y no precisamente su mejor cara, así que, el domingo, día de reposo, decidí ir con rumbo sur, a mejores vistas: San Angel y Coyoacán.

    Con todo lo que implica el pasear por esos rumbos en un plácido y reposado domingo. De regreso comenzó la tarea que ahora me pesa, me pesa porque cada vez son más cosas las que hay que empacar, doblar, acomodar... pero bien dice el dicho que "todo cabe... (en una maleta) sabiéndolo acomodar" y sí, en efecto, al otro día fue solo un café, un recorrido más bien corto en el Metro a la estación TAPO y nos vamos rumbo a Puebla... ya te contaré.


2 comentarios:

  1. Buen viaje, mi querido amigo, Benjamín.Saludos.!

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  2. Mexico y España son los unicos paises que contamos con los emblematicos toros de Osborne... bonito paisaje

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