Levantar este año el Altar de Muertos fue cosa más estudiada, con más conciencia del tiempo que se emplea en la selección y adecuación de los objetos que se incluyeron y el resultado fue mucho mejor. Todo comenzó hace un mes, cuando me propusieron crearlo. No lo pensé mucho, dije de inmediato que sí, dado que estos eventos me gustan y me llenan mucho.
Cundo me comentaron del lugar en donde se levantaría me agradó: el lobby del hotel más novedoso de Salamanca, fue cosa de ir a visitarlo para seleccionar el espacio. Pensé primero en el propio lobby pero, dado el manejo de luz que hay allí con ventanales y espejos, pensé sería mejor en un espacio no tan abierto, así que el Business Center fue el espacio seleccionado.
El segundo paso fue seleccionar el personaje al que se le haría la ofrenda. Se decidió que a don Pedro González, distinguido salmantino que tuvo grandes logros que poco se conocen, como el haber formado parte del grupo de personas que fundaron eso que hoy conocemos como INAH, más específicamente como Museo Nacional de Antropología e Historia. Además, creo cosa importante, que nunca antes se había visto el rostro del personaje, localizarlo entre los cientos de miles de registros que existen en la Mediateca de la Secretaría de Cultura fue cosa de muchos, muchos intentos.
Tengo por norma no usar un solo clavo, pues los espacios que he utilizado no lo permiten, de este modo el primer reto a vencer es colocar el telón de fondo y luego de un par de horas estaba ya puesto en su lugar, con los colores adecuados, y las formas que darían mayor lucimiento al conjunto.
Otro precepto que mantengo es el de usar los muebles que haya en el lugar asignado para el Altar, adaptando a mis necesidades mesas disponibles, en este caso las tuve en variedad pues las había altas, bajas, de mediana altura, redondas, cuadradas, alargadas y todo fue embonando a la perfección.
Desde las semanas anteriores fui creando los telones que se colocarían de acuerdo la necesidad que la base de las mesas me daría, vendría luego la selección de telas con sus colores y texturas que fueran armonizando unas con otras... en eso estaba cuando llegó la flor recién cortada, eso me ayudó aún más a seguir desarrollando el tema...
Desde hace dos años he ido acumulando rosas, rosas secadas a la sombra que conservan color y forma, además de gardenias también secas que, al combinarlas con la intensidad del cemplaxúchil y la escarola de obispo armonizaron a la perfección... vendrían luego los cuadros de santos, de vírgenes, y objetos de distintos materiales, especialmente de vidrio, porcelana y, ahora lo puedo decir, de plata y de cobre.
La razón por la cual coloqué ahí un mapa del Estado de Guanajuato de 1924 fue debido a que don Pedro González era, además geógrafo y sus escritos ayudaron en mucho a conformar un mapa más exacto, él murió en 1912. La rosa de los vientos era indispensable, exhibir uno de sus mejores libros, la Goegrafía local, conformó la ofrenda, lo demás fueron interpretaciones mías en torno al abundante tema de la muerte y sus ritos en México, sea el tiempo prehispánico que el virreinal... y algo del porfiririato con sus soberbia tendencia en el arte funerario.
A todo esto aunamos una buena cantidad de veladoras... el resultado lo está viendo ahora.
Y la piña?
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