jueves, 8 de noviembre de 2018

De Arte Funerario y sus simbologías, primera parte.

   Si me sigues por Facebook (El Bable de Benjamín Arredondo) sabrás que hace poco convoqué a que me sugieran algún tema para desarrollar, una lectora me comentó que el tema del Arte Funerario le parece interesante y que si podía documentar más al respecto. Como el tema me es de lo más interesante en mis intereses, especialmente lo relacionado a la simbología, busqué un libro, que por cierto una muy querida amiga me obsequió diciéndome: “este te va a fascinar”… y en efecto, así ha sido. Así pues, abordamos este apasionante tema para que, la próxima vez que visites un panteón que conserve tumbas de finales del XIX o principios del XX, sepamos interpretar cada altorrelieve (o bajo) que hay allí.

 “Las personificaciones de la Muerte como algo absoluto son deliberadamente alarmantes. El simbolismo religioso modifica la imagen de finalidad, sugiriendo que la muerte es una etapa necesaria que termina en la liberación a la inmortalidad. El simbolismo de miedo y esperanza a veces aparecen lado a lado en una combinación incómoda. En el arte, la figura más familiar de la Muerte es el esqueleto jinete, con capa y capucha, esgrimiendo inmisericorde una guadaña, un tridente, una espada o arco y flechas. Sostiene un reloj de arena para significar el lapso medido de la vida. Los dioses del inframundo que regían a los muertos empleaban auxiliares así de siniestros para enviarles las almas pero no necesariamente era símbolos aterradores.

  Los druidas enseñaban que el dios de la muerte (Donn en Irlanda) era la fuente de toda la vida. Otros símbolos de la Muerte incluyen el esqueleto, la calavera, la tumba, o una figura con manto negro y espada, como el dios griego Tánato (el negro se asocia con la muerte en la tradición occidental, el blanco en la oriental). La muerte también aparecía como un tambor o bailarín. Símbolos más ligeros eran una mujer con velo o un Ángel de la muerte, como el islámico Israfil.

 Barcos o barcazas de la muerte simbolizaban el viaje al más allá. Las flores de la muerte comprenden la Amapola y Asfódelos. El Ciprés y el Sauce llorón están entre los árboles que se le asocian. Muchos otros símbolos de la muerte tienen fuertes vínculos con las nociones de la vida después de la muerte, incluyendo la diadema… un signo de recompensa en el cielo.

  Invocar la potencia en los ritos orgiásticos (Grecia), por parte de los chamanes apaches para ayudar a la adivinación y por parte de los aborígenes australianos para convocar a las voces ancestrales. También pudo simbolizar la voz de Dios.

 Amapola. En el arte, emblema de los dioses griegos de dormir, Hipnos, y de los sueños (Morfeo), y en la alegoría, de la Noche personificada, simbolismo que se basa en las propiedades de amapola de opio que crecía como planta silvestre en Grecia y el este del mediterráneo y que se empleaba para infusiones herbales desde la antigüedad, la amapola está vinculada también con la diosa griega de la agricultura, Deméter (Ceres en la mitología romana) y su hija Perséfone (Proserpina) como símbolo del “sueño” invernal de la vegetación. El cristianismo de apropió de aspectos de esa tradición más antigua, convirtiendo a la amapola roja en emblema del sacrificio y del “sueño de la muerte”. Los campos de batalla de Flandes dieron nueva vida al simbolismo de sacrificio de las amapolas rojas.

  Asfódelos.- flor grecorromana del inframundo y de Perséfone (Proserpina en los mitos romanos), un lirio de coloración apropiadamente pálida con la cual consolar a los espíritus de los escogidos por los dioses para entrar en los Campos Elísesos. Por lo tanto, el asfódelo es un símbolo funerario de duelo. Se creía que sus raíces, alimento para los muertos, curaban las mordeduras de víboras.

  Barco.- Símbolo de seguridad, representa un útero femenino o una cuna. También es símbolo de la búsqueda y el paso a otros estados de ser. En el mundo antiguo, los barcos a menudo simbolizaban el viaje de los cuerpos celestes, la luna creciente del dios babilónico de la luna que navegaba el espacio o el barco egipcio del sol en su paso nocturno por el inframundo. Se proporcionaban barcos funerarios para los muertos en Egipto y en otras tradiciones, en especial en la costumbre vikinga de inmolar a los caudillos en barcos. El barco con mástil y ancla como signo críptico de la Cruz fue un símbolo primitivo de Cristo y de la Iglesia como imagen de seguridad en mitad de las tormentas de vida. Las iglesias eran barcos simbólicos, con la nave transportando pasajeros arbotante y remos y una cúspide como mástil. En el arte, el barco es atributo de San Pedro y de la Fortuna, al ser los barcos emblema de prosperidad incierta, como en la expresión: “cuando llegue mi barco”. El Barco de los tontos, un tema de la literatura y el arte, es una alegoría de viajar hacia metas materiales más que espirituales.

   Ciprés.- Enigmático símbolo occidental de la muerte y el duelo. Como otros resistentes árboles de hoja perene, en Asia y en otras partes es un emblema de longevidad, resistencia e incluso inmortalidad (era el Árbol de la Vida fenicio). En Grecia, su simbolismo dual como atributo del lóbrego dios Ades además de deidades más alegres como Zeus, Apolo, Afrodita y Hermes puede significar solo que su forma sombría es una imagen funeraria apropiada de la vida después de la muerte.

  Diadema-Guirnalda. En la vida, superioridad o santidad; en la muerte, resurrección o inmortalidad. La forma de la diadema combina el simbolismo celestial del círculo (la perfección) y del anillo (eternidad, continuidad, unión).

  Tejidas de flores y llevadas en la cabeza, las diademas son coronas vivas, sugiriendo victoria y vitalidad. Su forma y posición en la parte superior de la cabeza eran tan significativas en el antiguo Egipto que en un tiempo solo las usaban dioses o reyes. En las tradiciones clásica y judeocristianas las diademas también fueron al principio atributos de la naturaleza o sagrados, que a menudo se creía tenían poderes protectores. Los iniciados o los seguidores se identificaban con un dios particular poniéndose diadema de su planta o flor consagrada. A los sacrificios se les ponía guirnaldas como medio de consagración. 

  De manera similar los vencedores de los antiguos Juegos Olímpicos se ponían diademas para honrar a los dioses: a Zeus con el olivo olímpico o el perejil de Nemea, a Poseidón con el pino del istmo y a Apolo con la diadema de laurel pitio.

  Las plantas que se utilizan en otras diademas con frecuencia son simbólicas. Las diademas nupciales de capullos sugieren nuevos inicios, alegría y fertilidad. Las diademas funerales de flores reconocen la mortalidad pero su forma de anillo implica eternidad y la continuidad del recuerdo.

Fuente:

Tresidder, Jack. Diccionario de los símbolos. Grupo Editorial Tomo. México, 2003.

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