viernes, 6 de septiembre de 2019

Tercera parte de una parte de la relación que hace Alonso de Zorita de la ciudad de México, 1560

  Concluimos con el relato, que en realidad es una parte del relato, que hace don Alonso de Zorita sobre la ciudad de México en 1560, esta es la tercera parte de esa parte que ha sido digitalizada por el IIH de la UNAM. Volvemos a recordar quién fue don Alonso: "Elegido oidor en la Audiencia de Santo Domingo en 1547, Zorita emprendió el viaje en 1550 a la Nueva Granada, donde trata de imponer, apoyado por franciscanos y dominicos, las Leyes Nuevas. Dos años después partiría otra vez a Santo Domingo y luego a Guatemala hasta el año de 1556, con el fin de revisar los censos y tributos y los problemas con los encomenderos. Con una labor tan delicada, pronto entró en confrontación con los éstos, con otros oidores, con los franciscanos y el clero secular. No sería sino hasta su traslado a la Nueva España que recibió el apoyo del obispo de Chiapas, fray Bartolomé de las Casas y de los franciscanos en sus recomendaciones sobre las parroquias de indios. Desde 1550 la política de la Corona estaba dirigida a impedir el maltrato de los indígenas, a reducir tributos y legislar la abolición del carácter hereditario de las encomiendas. Zorita, tanto como el virrey Luis de Velasco, entraron de nuevo en contradicción con la Audiencia. A pesar de su deterioro de salud, el oidor debió permanecer en el territorio, durante las investigaciones del visitador general Valderrama que venía a esclarecer las oposiciones tributarias y de encomiendas que llevarían a la conspiración fracasada de Martín Cortés y Alonso de Ávila. Zorita terminaría enemistándose con Valderrama, perdiendo su puesto y quizá años después lograría una revisión por parte del Consejo de Indias". (Tomado de Nuevos Mundos Mundos Nuevos.)

  El libro completo, que son dos tomos, de la obra de Zorita, Relación de la Nueva España, la pude adquirir, es de la colección Cien de México, aun no la leo completa; sin lugar a dudas será una excelente fuente de información. Inédita hasta hace algún tiempo (guardada en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, España), ahora sale nuevamente en segunda edición, la cual estuvo a cargo de Ethelia Ruiz Medrano, con un índice de José Mariano Leyva, así como una semblanza y apéndice de Wiebke Arhndt, en la ya renombrada colección "Cien de México" de la Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. (Tomado de Estudios de Cultura Náhuatl.)

   Hay muchos hospitales: uno que se intitula de la Concepción, que es a cargo del Marqués del Valle, de buenos edificios, y se va cada día labrando más, y tiene buena renta que le dejó don Hernando Cortés; otro que llaman de las bubas, que fundó don fray Juan de Zumárraga, de la Orden de San Francisco, primer Obispo y después Arzobispo que fue de México; tiene renta y muchas limosnas y se hacen en él grandes curas; hay otro que se intitula de los indios, que se labra a costa de Su Majestad; otro que se fundó de limosnas para los enfermos del mal de San Lázaro, y otro para los locos, de buenos edificios; en el monasterio de San Agustín se labraba otro colegio, y en el Monasterio de Santo Domingo de la ciudad de los Ángeles otro, y dejó renta para ello un vecino de México. 

   Hay algunas cofradías que celebran devotamente sus festividades; la principal es la del Santo Sacramento y Caridad, que tiene en sí cosas dignas de tales títulos y de ser sabidas y publicadas; ponen el aceite y cera con que se sirve todo el año el Santísimo Sacramento en la iglesia mayor; dan seis hachas y doce velas de cera que le acompañan cuando sale fuera, y toda la cera que se gasta en el monumento el Jueves Santo y en la fiesta de Corpus Christi con su ochavario, y en dos fiestas de Nuestra Señora, que es la Visitación a Santa Isabel, y la de Spectatio partus, que comúnmente llaman de la O, que se celebra ocho días antes de Navidad, y en ella se encienden más de doscientas hachas, sin otro gran número de velas, y en el primer domingo de cada mes que se saca al Santísimo Sacramento en procesión por la iglesia, dan seis cirios grandes y velas a la clerecía; en todo esto se gasta gran número de cera, y comúnmente vale la libra a seis reales, y algunas veces a ocho y a más, y cada día va creciendo el precio de ella.

  Tiene asimismo esta cofradía a cargo el Colegio de las Niñas o de las huérfanas, en que hay de ordinario cuarenta y más a costa de la cofradía, sin otras huérfanas de padres ricos que están allí a su costa para criar y doctrinar, y algunas veces hay más de cien mujeres con una madre que las rige, gobierna y doctrina; tienen clausura y torno y capellanes y frecuentan las confesiones como en un monasterio y cantan los divinos oficios; ponen en común lo que se ganan por su trabajo de coser y labrar, y muchos meses acontece ganar ciento, y ciento veinte ducados, y más; dota las huérfanas colegialas la cofradía, y algunas dan a mil pesos, y a otras a mil y quinientos, conforme a su calidad, y a las que menos dan es trescientos pesos, y cada año casan cinco y seis.

   Asimismo tiene cargo esta cofradía de los pobres vergonzantes, en especial de los que van de España en cada flota, y envían un canónigo o dignidad de la iglesia mayor que por caridad quieren tomar este trabajo, a que los vaya a recibir hasta Perote, que es un hospital que está en el camino, cuarenta leguas de México, y allí les llevan todos los regalos de dietas y conservas y ropa blanca que han menester, y los avían como les den cabalgaduras a hombres y mujeres, y la caridad paga los fletes por tierra, y a las veces los de la mar; si quedan mujeres viudas o algunos huérfanos, tiene cuidado esta cofradía de los acomodar y les buscan casa donde los reciban y a las huérfanas les dan promesa y asiento de casarlas, y así se hace.

   Pagan también la botica de los pobres vergonzantes de la ciudad de México, y los visten y proveen las necesidades ordinarias. Tiene asimismo cargo de procurar por los presos pobres y pagar deudas por ellos, y el Jueves Santo, cuando el Arzobispo hace el lavatorio a doce pobres, los visten y dan a cada uno cuatro reales.


   Tienen cuatro cetros o varas para regir las procesiones, de plata, y sale uno delante el Santísimo Sacramento, y tienen un pendón con cruz de plata para lo mismo, y otro con un crucifixo que sacan el Jueves Santo, y dos candeleros grandes de plata que ponen con los cirios todos los domingos y fiestas delante del altar mayor.

   Son muchas las limosnas y mandas de difuntos que se hacen a esta cofradía, por ver cuan bien lo gastan, y tiene de renta más de cinco mil pesos en censos, y siempre los mayordomos, son mercaderes ricos, y al cabo del año han puesto de su casa más de dos mil pesos que se les deben por las muchas limosnas y gastos que hay. Hay otra cofradía de la Vera Cruz, que es de sangre, en que salen más de cuatrocientos disciplinantes el Jueves Santo, y en la procesión de ellos treinta crucifixos y más, cada uno del tamaño de un hombre, y son tan livianos que el Cristo no pesa cada uno doce libras; gástanse dos pipas de vino en lavatorios, y vale cada una cien pesos de minas, que son ciento y veinte ducados, y a las veces más. Hay otra cofradía del nombre de Jesús, constituida en el monasterio de San Agustín, también de disciplinantes, y de más del gasto ordinario en la disciplina y misa, casa esta cofradía tres y cuatro huérfanas cada año y les da a cada una en dote y ajuar más de quinientos pesos.

   En el monasterio de Santo Domingo hay otra cofradía y cada sábado se dice una misa muy solemne a Nuestra Señora, donde se enciende mucha cera, y los más de los sábados hay sermón; está anexa a esta cofradía otra de los juramentos, que es de muy loable costumbre, porque todas las veces que uno jura se pena en lo que le parece y lo da a la cofradía, y el cofrade es obligado a reprender al que viere jurar.

   Los negros tienen dos cofradías: la una en Santo Domingo, y la otra en la Iglesia mayor, donde se juntan las fiestas a recibir doctrina, y dan muchas ofrendas en sus bautismos y casamientos, porque todos los que se hallan presentes ofrecen un real, y más cada uno, y se hacen entre ellos limosnas con que se rescatan.

   Los indios tienen su cofradía, en especial una de disciplinantes, y otra de la misa de Nuestra Señora, los sábados; en la de los disciplinantes es tanta la gente que se va disciplinando y otros alumbrando que, antes que acaben de salir de San Francisco, donde está constituida, son los delanteros de vuelta, con ser el trecho que andan muy grande, y van quince y veinte por hilera juntos; en los crucifixos, que sacan en ella exceden a todos los de la cristiandad en el número.

Hase fundado en esta gran ciudad de México con loable principio una insigne Universidad donde se han hecho y cada día se hacen muchos maestros y doctores en todas Facultades, y no pocos bachilleres y licenciados, todos muy dignos y beneméritos y de muy rara y loable habilidad, y todos muy buenos latinos, y algunos retóricos, porque para todo hay muy buenos preceptores salariados y algunas cátedras y renta para ellas, y para ello les hace Su Majestad merced cada año de alguna buena cantidad de dineros; algunos son muy buenos escribanos y muy buenos jinetes y diestros en armas, porque para todo tienen habilidad y se dan bien a ello, y se darían mucho más al estudio y con más voluntad si las prebendas de la Iglesia mayor se diesen a hijos de vecinos, y si hubiese beneficios patrimoniales y se proveyesen por oposición y examen y con esto serían todos doctos, pues tienen tan buen aparejo como se ha dicho, y harían gran fruto, así entre españoles como entre indios, porque el premio y la honra cría y sustenta las artes, y es gran premio de la virtud la honra, y casi todos saben muy bien la lengua de los indios.

Hase hecho otro edificio muy bueno y costoso para traer agua a la ciudad, que es diferente y mejor que la que viene por otro edificio de la fuente que llaman de Chapultepec, de que adelante se hará mención, y para este edificio se ha impuesto sisa en el vino que se vende por menudeo en la ciudad, y se arrienda cada año en veinte y siete y veinte y ocho mil pesos, y más, y demás de esta agua entra en la ciudad otro caño muy grueso por un edificio antiguo, que se reparte por muchas calles y casas, y por esta parte tiene muy hermosa salida llena de huertas a una parte y a otra, que dura una legua; en todo puede ser que haya habido mudanza o falta, pero lo que se ha dicho es conforme a lo que yo vi y duró después algunos años, según he sido informado de todo ello, y lo mismo se entienda lo demás que aquí se trata.


Fuente:

Relación de la Nueva España, Alonso de Zorita, Edición, versión paleográfica, estudio preliminar e índice onomástico Ethelia Ruiz Medrano y José Mariano Leyva. Introducción y bibliografía Wiebke Ahrndt. Conaculta. Cien de México. México, 2012.

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