Una pregunta y comentario que recibo continuamente, sea aquí, en el blog, que ocasionalmente me hacen en persona es la consabida “¿cómo es posible que no se rescate?" sea cuando se habla de haciendas que de casas que de templos y conventos. La respuesta que tengo es siempre la misma: porque no hay presupuesto suficiente para hacerlo. Pues, para bien o para mal, es tanta la riqueza patrimonial que existe en México que, o se atiende a la educación o a la seguridad, por tan solo mencionar dos rubros, que ni la totalidad asignada a ellos, más lo que recibe INAH o la Secretaría de Cultura bastarían para recuperar o, en todo caso, estabilizar, el deterioro que estos inmuebles reciben día a día.
Encuentro un convento más en estado ruinoso en territorio tlaxcalteca, el de San Francisco de Asís Tepeyanco, el segundo que se levantó, luego del de Tlaxcala, la actual catedral, en esta región por uno de los doce… me refiero al grupo de frailes franciscanos que llegaron en 1524 y que levantaron casualmente, igual número de recintos conventuales. Nos apoyamos una vez más en la Enciclopedia de los Municipios de México para conocer su historia.
"Los franciscanos practicaron una conversión lenta pero eficaz, sustituyendo los templos paganos por varios monasterios en diversos puntos estratégicos en las provincias de Tlaxcala. El primero, en la ciudad de Tlaxcala y para 1540 el de Tepeyanco. Las primeras construcciones conventuales que se efectuaron fuera de la ciudad de Tlaxcala en 1550 fue la de Tepeyanco y Atlihuetzía. El haber escogido estos dos sitios, ambos muy cercanos a Tlaxcala, dejó grandes porciones de la provincia sin frailes residentes; probablemente esto fue el resultado de las necesidades mayores de la población.
La primera licencia para un monasterio de Tepeyanco se expidió desde 1543, pero los frailes se establecieron en forma permanente en 1544. En octubre de 1554 ya se había iniciado su construcción y se destinaron 150 pesos, que se dieron a los franciscanos, tomándolos de la real hacienda para su terminación. La iglesia es mencionada en 1558 como si ya estuviera abierta al culto; y en las reuniones del Cabildo de ese año se hicieron planes para construir conductos para el abastecimiento del agua del edificio. El conflicto entre el clero secular y regular, arrastra consigo la estructura anteriormente organizada en varias doctrinas. Tepeyanco o Topoyango, no sería la cabecera doctrinal pues esta pasaría a Zacatelco. La organización señorial que hasta 1640 estaba sujeta a San Francisco Topoyango, pasó a depender de la doctrina y beneficio de Santa Inés Zacatelco.
Al finalizar el primer siglo de la colonia, los señoríos y sus poblaciones fueron perdiendo autoridad al introducirse y apropiarse los españoles de tierras tlaxcaltecas. También contribuyo de manera decisiva a la penetración española, muerte de numerosas poblaciones como consecuencia de las epidemias, dejando abandonadas muchas tierras. Tepeyanco se vio inmersa en esta situación, ya que viejas necedades indígenas fueron transferidas a los españoles a fines de los siglos XVI y XVII.
Según los datos obtenidos en el Archivo General del Estado de Tlaxcala, que en el lapso de 1527 a 1597, se llevó a cabo una donación de tierras hecha por mujeres con nombres indígenas a Juan de Solís, que contaba con propiedades en Tepeyanco. Según los padrones de cabildo llevados a cabo para contar los tributarios de la Provincia en 1623, "San Francisco Topoyanco, cabecera de Ocotelulco, con 42 fojas y en ellos descritos dos mil setenta indios casados y cuatrocientos setenta y dos viudas y viudos".
Tepeyanco, a través de las autoridades virreinales, luchó por la elección de su alcalde, a pesar de que el Cabildo mantuvo trabas para evitar la elección, pero a pesar de todo, Tepeyanco ganó la gestión y en 1703 designó un alcalde y tuvo la jurisdicción de los pueblos que dependían de la parroquia de Zacatelco.
Por breve tiempo Tepeyanco tuvo la jurisdicción civil de San Juan, San Lorenzo, Santo Toribio, Santa Catarina, San Marcos y San Antonio, pues Zacatelco defendió sus intereses y su territorio eclesiástico, hasta lograr el derecho de elegir a su alcalde. Un testigo confirmó que "Topoyango forzaba a los pueblos de su jurisdicción a darles servicios personales y otros reconocimientos y derramas".
En realidad, Topoyango no hacía más que ejercer su antiguo dominio sobre sus sujetos, conforme la organización política indígena. Santa Inés, con el simple argumento de contar con suficientes tributarios, ganó en 1723 el derecho de formar "República" o elegir a un alcalde y sus corregidores. Así, la estructura civil y eclesiástica, estarían vinculados y asentados en una misma cabecera, pero no sería Tepeyanco".
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