martes, 13 de octubre de 2020

Las haciendas azucareras de Guillermo (William) Jenkins en Puebla y la arqueología industrial

   Leía en la página de Haciendas de México que no hay municipio en toda la República Mexicana que no tenga algo que contar sobre una hacienda, y es muy cierto. A este concepto agrego que en toda historia de una Hacienda siempre surge un personaje que llama la atención por ser intrépido, astuto, brillante, sagaz, audaz y todos los calificativos que le quieras agregar. Y es justamente lo que apenas en el artículo anterior descubrí. Para ello es necesario ubicar geográficamente al municipio de Izúcar, el Valle de Matamoros y el Río Nexapa.
                     
             
El personaje se llama William O. Jenkins, originario de Tennessee en los Estados Unidos, que llega a México con su esposa que padecía tuberculosis, se instala en Monterrey, luego se va a trabajar en los ferrocarriles en Aguascalientes y ya comenzado el siglo XX se instala en Puebla, logra hacerse de unas máquinas que fabricaban calcetines y llega a amasar una fortuna que, aprovechando las consecuencias económicas que deja la Revolución, adquiere varias haciendas, doce, azucareras en el Valle de Matamoros, en conjunto representaban 120,000 hectáreas. (En la imagen vemos el río Nexapa en foto de 1902.)

             
   Llega a ocupar un importante cargo en el Consulado Norteamericano, se ve envuelto en un escándalo que se discute aún en nuestros días si fue secuestro o autosecuestro en tiempos de Venustiano Carranza. Le son expropiadas las hacienda cuando inicia el reparto agrario pero sigue siendo el acaparador del azúcar y su fortuna la mantiene, entra en el negocio del cine en tiempos de la Época de Oro, crea la cadena de cines más grande de México, además de participar en la banca, era accionista del Banco de Comercio, ese que luego conocimos como Bancomer y que BBVA, hace un año adquirió en su totalidad.

             
   En esta interesante foto de un cuexcomate en algún lugar de Izúcar, nos indica, quizá alguna cercanía a un ingenio azucarero, no lo sé, pero si tú no sabes de los cuexcomates, entra aquí.  Los números en el mapa anterior refieren a las doce haciendas que Jenkins adquirió, algunas están en el actual municipio de Tepojuma, otras en el de Chietla y una más en Huaquechula, pero en su momento se consideraban de Izúcar, la verdad desconozco a detalle la evolución de la división municipal del estado de Puebla, lo interesante está en lo que sigue, que son datos de cada una de esas doce haciendas.

             
1.- Hacienda de La Magdalena Tepeojuma.-  Fundada a mediados del siglo XVI-- después de que  los españoles conquistaran Izúcar-- bajo la advocación de Santa María Magdalena. De acuerdo a la información que menciona Paredes, ésta es una de las más antiguas haciendas azucareras del Valle de Matamoros, ya que la ruta que siguieron los hispanos para ingresar fue la de Huaquechula-Teyuca-Izúcar. (Paredes, 1991: 61). Está situada sobre la carretera Izúcar-Puebla, en la ribera occidental del río Nexapa. (Sánchez, 2007:55-57). Uno de los capitanes de Hernán Cortés, Diego de Ordaz, casó con Axóchitl, la hija del cacique de Tepeojuma, convirtiéndose así en el encomendero de Tepeojuma. Entre 1921-1938 fue propiedad de  los sucesores de don Sebastián Benito de Mier, quienes la vendieron a Guillermo Jenkins. (Gómez Carpinteiro, 2003:138).

              
2.- Hacienda de San José Teruel.-  Se localiza en las inmediaciones de la población de Teyuca, del lado izquierdo de la carretera Izúcar-Puebla. Fundada a mediados del el siglo XVI, se piensa que sea la segunda establecida por los españoles en el valle. (Sánchez, 2007:65-68). En 1924 pasó de las manos de sus antiguos dueños, don Francisco y don Manuel Conde, a las de Guillermo Jenkins. (Gómez Carpinteiro, 2003:138).

              
3.- Hacienda del Espíritu Santo Tatetla.- De acuerdo con Paredes, es una de las tres más antiguas del valle, está ubicada en el poblado de Santa María Tatetla, sobre  la carretera Izúcar- Puebla,  del lado derecho. En 1600 aparece como dueño  don Juan Márquez Amarillas. (AGN, Tierras, 571-64). En 1924 los hermanos Pérez Acedo la vendieron a don Guillermo Jenkins. (Gómez Carpinteiro, 2003:254). El 20 de noviembre de 1954, el Ingenio Atencingo S. A. vendió a Bacardí y Compañía el casco de la hacienda, para ser sede de la Destilería Bacardí, en La Galarza, Puebla, como hasta la fecha. (Tradición oral 2004.). (Sánchez, 2007:74-76).

              
4.- Hacienda de San Juan Colón.- Aparece en 1613 mencionada como la Hacienda de Los Padres (Von Wobeser, 1989:51). Se ubica en el poblado de Tilapa, que depende políticamente de Izúcar de Matamoros, a un kilómetro del crucero de la carretera Izúcar- Atencingo- Atzala. En 1924, doña Herlinda Llera viuda de don Vicente de la Hidalga, vendió a Guillermo Jenkins, las haciendas e ingenios de San Juan Colón, San Félix Rijo y San Lucas Matlala. (Crespo, 1988:829).

              
5.- Hacienda de San Félix Rijo.-Situada en el poblado de San Félix Rijo, sobre la carretera Izúcar- Cuautla, del lado derecho. Formó parte del patrimonio de doña Herlinda Llera viuda de la Hidalga, quien la vendiese a Guillermo Jenkins en 1924. (Crespo, 1988:829). Se registra la fecha de 30 de mayo de 1684 como la de su fundación, cuando por Cédula Real, le conceden licencia a don Juan Rijo Briceño para construir un trapiche y moler caña en la región de Izúcar. (AGN, Reales Cédulas, 30-1104-291 vta.)- Actualmente ha sido restaurada cuidadosamente por su nuevo propietario, quien la adquirió  de su anterior dueño, el Gobierno Federal Mexicano, como parte del Fideicomiso Atencingo 80326.

              
6.- Hacienda de San Lucas Matlala.- En 1600 esta bella hacienda era propiedad del Convento Jesuita de Nuestra Señora de los Ángeles de la ciudad de Puebla., posteriormente lo fue de los frailes dominicos del Convento de Santo Domingo de la ya citada ciudad de Puebla. (Sandoval, 1951:49). Se localiza en el poblado del mismo nombre  al que se accede por un camino de terracería que sale de la carretera que une el poblado de Tlapanalá con  San Felipe Tepemaxalco. Hoy día, políticamente pertenece al municipio de Huaquechula. Como ya se ha dicho en otros párrafos, en 1924, la propietaria doña Herlinda Llera viuda de la Hidalga vendió esta hacienda y su respectivo ingenio a don Guillermo Jenkins, en conjunto, éste adquirió las tres propiedades ya mencionadas las que sumaron una extensión territorial de 35.122 hectáreas de tierra irrigada, cultivable y sembrada de caña.(Crespo, 1988:948). (Sánchez, 2007:98-99).

                   
7.- Hacienda de San Pedro Mártir Ballinas.- Esta hacienda se encuentra completamente en ruinas, primero por la destrucción que hicieron los diversos grupos en pugna durante la Revolución, y después porque se construyó la carretera Izúcar- Cuautla, en la década de los años 60 del siglo XX, con lo que terminó su destrucción. Se sitúa a dos kilómetros del poblado de Rijo, sobre el lado izquierdo de la citada vía, únicamente hay vestigios del templo y otros paredones. Uno de los primeros dueños de que se tienen datos fue el capitán Juan López Ballinas. (Paredes, 1991:64).

              
8.- Hacienda de San Guillermo Xaltepec.-Se localiza en las inmediaciones de la ciudad de Chietla. Aparece documentado en 1600 como dueño del trapiche don Cristóbal de Mendizábal. Posteriormente, los frailes agustinos del convento  de Chietla lo adquirieron. En 1924 don José Peláez y de Teresa vendió esta propiedad a William Jenkins. (Sánchez, 2007:130.132).

                       
9.- Hacienda de San Cosme y San Damián.- Las ruinas de ésta se encuentran en el poblado de Don Roque, situado entre Ahuehuetzingo y Chietla. Aparece igualmente señalado en 1600 don Cristóbal de Mnedizábal como propietario con licencia para sembrar caña de azúcar. En 1923 William Jenkins adquirió esta propiedad de sus dueños la Sociedad Peláez y de Teresa.(Sánchez, 2007:141-143).

              
10.- Hacienda de San Nicolás Tolentino.- Situada entre los pueblos de Matzaco y Ayutla, sus tierras han sido reconocidas desde sus inicios como de las más productivas de la región. Sus primeros propietarios fueron los frailes agustinos de los conventos de Chietla y Chiautla y en 1603 fue adquirida por don Gonzalo Pérez Gil. Durante el Porfiriato fue propiedad de don Sebastián Benito de Mier, yerno de don Porfirio Díaz. En 1924, don William Jenkins compró la hacienda a doña Guadalupe Cuevas de Mier (Sánchez, 2007:144-148).

                        
11.- Hacienda de San Juan Raboso.- Se localiza al sur de Izúcar de Matamoros, y era famosa por la fertilidad de sus campos y por los ricos hacendados dueños del ingenio de Raboso y sus administradores, quienes en conjunto hicieron progresar esta hermosa y señorial hacienda. Don Antonio de Herrera la fundó en 1591 con el nombre de San Juan Atotonilco, y  a partir de 1646 pasó a manos de don Alonso Raboso de la Plaza, quien cambió el nombre a San Juan Raboso. En 1935 doña María Gambú viuda de Maurer la vendió a William Jenkins. (Sánchez, 2007: 159-161).

             
12.- Hacienda de San José Atencingo.- Data de 1705 la primera información de este antiguo trapiche, aparece como su propietario don Nicolás Torres Castillo y Merlín. (AGN, Tierras, 225-2-158). Sede del Complejo Agroindustrial Atencingo instituido en 1921 por Guillermo Jenkins, quien lo adquirió, en 1924 de sus antiguos propietarios la familia Díaz Rubín, herederos de don Ángel Díaz Rubín. (Crespo, 1988:286). Desde el punto de vista de la geografía histórica de la caña de azúcar, el valle de Matamoros es una zona adyacente a los fértiles y bien ubicados valles de Cuautla y Cuernavaca, que durante siglos fueron la principal región cañera de México. (Crespo, 1988: 38). Durante el gobierno de Porfirio Díaz, se hacía mención del Estado de Morelos como el primer productor mundial de azúcar ya que contaba con numerosas factorías azucareras. Hoy día, de aquella bonanza sólo quedan dos ingenios en operación: Emiliano Zapata (Zacatepec) y La Abeja (Casasano). La producción cañera de las tierras limítrofes con el Estado de Puebla se industrializa en Atencingo, ya que han quedado dentro de la zona de abasto respectiva y los productores cañeros morelenses reciben avío y asistencia técnica del Departamento de Campo del propio ingenio. Jenkins reconstruyó Atencingo para que fuese el ingenio central del valle, el que operó bajo la razón social de Compañía Civil e Industrial de Atencingo; los demás ingenios fueron desmantelados y su equipo enviado a Atencingo. Desde su fundación a la fecha, Atencingo ha sido y es el ingenio más productivo y moderno, no sólo de México, también de América Latina, reconocido como el mejor indiscutiblemente por su capacidad instalada de molienda—9,500 toneladas diarias—y sus instalaciones fabriles; por las condiciones geográficas de su región, la tecnología agrícola implementada en su zona de abasto, por el rendimiento de materia prima por hectárea y de sacarosa  en caña obtenida en fábrica, y las características de su sistema de regadío. A todo lo anterior hay que sumar las facilidades de comunicación con otros lugares. En la tercera y cuarta décadas del siglo XX, los campesinos demandaron el reparto de tierras propiedad del industrial estadounidense. Ante las presiones de los agraristas, en 1938, el presidente Cárdenas decretó la expropiación del complejo agroindustrial de Jenkins para formar el enorme ejido colectivo de Atencingo y una sociedad cooperativa ejidal para su administración como zona productora de caña de azúcar. Los supuestos beneficiarios serían trabajadores de Jenkins, quienes como “ejidatarios” continuarían sembrando caña para seguir abasteciendo el molino que éste aún mantuvo. La decisión del presidente fue favorable para Jenkins, pues se aseguró que su complejo no fuera desbaratado y el agua siguió destinándose para la producción de azúcar, además se generó una nueva categoría política en la región: los ejidos colectivos, cada uno de ellos tomó su nombre de la antigua ex hacienda correspondiente, cuyos terrenos recibieron en dotación. El día 14 de abril de 1947 se constituye la empresa Ingenio Atencingo Sociedad Anónima, la misma que adquirió los nueve cascos de las haciendas antes mencionadas a la Compañía Civil e Industrial de Atencingo, el 15 de mayo del mismo año, exceptuando la zona de protección decretada en la dotación ejidal. Actualmente, el ingenio Atencingo es propiedad de Grupo Zucarmex,  una empresa privada.


Fuente:

Ramón Rivera Espinosa, Jorge Ramón Gómez Pérez. Libro 1701: “Arqueología industrial y patrimonio”, Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales (enero 2018). En línea:
//www.eumed.net/2/libros/1701/arqueologia-industrial.html

 

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