Sucedió en Salamanca hace cien años, cuando el Centenario.

Plaza principal de Salamanca, Gto. en 1905.

  Quienes hemos tenido la fortuna de contar con una abuela que gusta de platicar sus experiencias de infancia, nos permite conocer de primera mano y con un cariño insuperable, el relato de la vida cotidiana de hace tiempo. Eso me sucedió con ella, con mi siempre recordada Mamá Pera.

  En Salamanca teníamos por tradición anteponer el “Mamá” al nombre de la abuela, pues, en ocasiones se pensaba que el decir abuelo, más que cumplido era una agresión, así pues yo no tuve abuelas sino Mamas. Intensas, por cierto.

El Portal Chiquito, contraesquina a la plaza principal y su singular espectáculo durante el Centenario.

  Una de esas historias, de esos relatos, me lo contó una y otra vez. Esa historia me parecía tan increíble que pensaba fuera más un cuento, pero no, si era la pura verdad. De cómo ella, siendo niña, a principios del siglo y en rumbo a la celebración del Centenario en Salamanca instalaron en el Portal Bravo un foco.

  Y la diversión de ella y, seguramente, de muchos niños mas, era ir en cuanto comenzaba la noche a ver el espectáculo inaudito del encendido del foco. Una época llena de nostalgia, no cabe duda, pero en la actualidad tuvimos la gran oportunidad de vivir una celebración más, la del Bicentenario, la cual, no se tú, paso tan desapercibida que, dudo que para las siguientes generaciones las que sean abuelas entonces, tengan algo que contar al respecto.

Celebraciones del Centenario en la Ciudad de México, entrada a la mas moderna de la colonias en 1910, la Roma, con su arco triunfal totalmente iluminado.