La ex Hacienda de Tomelopitos en Irapuato, Guanajuato

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Esta historia, hasta donde medianamente tengo entendido, comienza en la Hacienda de San Antonio de Tomelópez, municipio de Irapuato, localizada muy cerca de la carretera estatal que une a Irapuato con Pueblo Nuevo. A ese lugar no llegué, pero si tuve la oportunidad de conocer a su, digámoslo así, hijo, pues conocí lo que fue la hacienda de Tomelopitos.

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Lamentablemente no he podido conseguir mayor información respecto a cuando fue fundada, o si hubo de por medio una merced virreinal. Por las características de la construcción dudo que sea muy antigua, seguramente es de principios del siglo XX y la razón por la cual la descubrí es porque desde el camión donde iba a Pueblo Nuevo alcancé a ver una arquería que indudablemente indicaba que eso eran las ruinas de una troje, y sí, si lo eran, así que, de regreso me bajé en el lugar para hacerme un viaje a mi pasado personal.

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Llegué a lo que pensé estaría abandonado, pues no se veía gente, entré y busqué a alguien que me diera permiso para entrar y fotografiar lo que seguramente había sido una magnífica hacienda, encontré a alguien y me dijo que mejor pidiera permiso allá. Y me señaló una gran ventana que se veía estaba abierta y para allá me dirigí.

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¿Y pa’ que quiere tomarle fotos a esto? Si esta re viejo y cayéndose, me dijo el que supuse era el propietario. Le expliqué de mi interés en documentar el mayor número posible de haciendas en el Estado de Guanajuato. ¿Qué viene del gobierno o que? Me preguntó. No, es una cosa personal, le dije. Ah bueno, pos pase. Y obtuve permiso para ir a husmear todo rincón de algo que de primer impacto me transportó a la casa en la que habité en los años dorados de El Bable, cuando yo tenía hecho mi mundo dentro de la misma propiedad.

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Los corredores de esta hacienda eran, prácticamente, idénticos a la que mi mamá llamaba “la terraza”, el caminar por pisos que estaban hechos de cemento bruñido me hizo pensar en algunas de las enormes habitaciones en donde crecí, específicamente en donde dormía.

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Igual impacto crearon la combinación de colores fuertes, rosa, verde… prácticamente los mismos que vi los primeros años de mi vida. Y las plantas, especialmente los geranios, y los olotes que se almacenan en la parte de atrás de la casa para luego usarlos como combustible… era lo mismo que yo veía, solo que en la casi Casa Grande del Bable, hubo siempre un estricto orden y limpieza… los pisos se trapeaban con petróleo y las sábanas se hervían antes de lavarlas, con eso te digo todo.

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Pasé allí una hora, no lloré, porque la verdad preferí recordar solo lo bueno, recordar las noches de verano cuando la lluvia aromatizaba la casa al humedecer las tejas, el pasearme nuevamente por los corredores que eran mi parte preferida de la casa, y los muros enormes, anchísimos de adobe… en fin, aquello fue un viaje a ese pasado perfecto del futuro incierto del verbo vivir, como lo vengo pregonando desde hace 440 artículos.

  Han pasado algunos años desde que publiqué estas fotos y este artículo, ahora sí puedo contar lo que es la historia documentada de las Haciendas de Thome López, aquel español que por 1590 recibió algunas tierras en lo que luego sería la Congregación de Yripuato. Para ello nos apoyaremos en el libro Haciendas Virreinales de Irapuato:

 "La comunidad de Tpmelópez lleva el nombre del primer estanciero que se asentó en sus tierras. El 12 de mayo de 1590, Luis de Velasco -el virrey- otorgó una merced real de un sitio de ganado mayor y cuatro caballerías de tierra a un hombre llamado Thome López. En el derecho de posesión  de este sitio de ganado mayor, más sus cuatro caballerías le sucedió Tomás Pascual de Espinoza y su esposa Lucía García. Y posteriormente , Pedro de Aguilera, esposo de Josepha Vera, quien vendió un cuarto del sitio a Simón Muñoz en 1659. En las tres cuartas partes restantes del sitio, se formaron os haciendas (Tomelópez y lo que actualmente se llama Tomelpitos) y algunos ranchos.

  "La familia Aguilera mantuvo la mayoría de las tierras del sitio de tomelópez por varias décadas. Al morir Pedro de Aguilera, las tierras fueron divididas entre sus herederos: 12 caballerías correspondieron a Francisco de Aguilera y 22 a Asencio de Aguilera. Una parte de las tierras que fueron de Asencio de Aguilera se desprendieron del sigio del cerro de Panlaes, propiedad de Juan Rodrígeuz, quien er 1591 donó a Pedro de Zavala una cuarta parte de su sitio. Se desconoce la posterior posesión jurídica de estas tierras hasta 170, cuando Mathías de Aguilera vendió 7 caballerías de la cuarta parte del sitio a Asencio de Aguilera, marido de Josefa Ortiz Calderón, vecina de Irapuato.

 "Asencio de Aguilera era hijo legítimo de Pedro de Aguilera y de Josepha de Vera, vecinos de la jurisdicción de León. Con su esposa Josefa Ortíz Calderón tuvo por hijos a: Antonio, Miguel, Josepha, María de la Cruz, Gertrudis Mathiana, Asencio Nicolás, Salvadora Justiniana, Phelipa de Santiago, Joseph de Aparicio, Agustina de Guadalupe, Juan Francisco y Salvador Manuel, a quienes declaró heredoros universales de sus bienes, junto con su esposa a la que nombró albacea. Esto lo estipuló en una memoria firmada el 6 de marzo de 1716. Al morir Asencio de Aguilera dejó entres sus bienes 27 caballerías de tierra: 22 comprendidas en el sitio de Tomelópez y las demás en el puesto nombrado San Juan de la Nopalera. Las tierras de Tomelópez eran toradas, y las demás de pan para llevar, pero para 1719 sólo había labradas en ellas cuatro caballerías y media. En tanto en las tierras del puesto de San Juan de la Nopalera existían dos caballerías labradas. (1)

  Nos detenemos un poco para entender mejor esta historia. En el México colonial, cuando se hicieron los primeros repartos de tierra, estos eran enormes, las personas agraciadas con estas posesiones se les llamaba "Estancieros, por ejemplo a la Malinche le dieron una estancia que era tan grande como que comenzaba por Cuautitlán en el Estado de México y llegaba hasta lo que hoy es San Juan del Río en Querétaro, con eso nos damos una idea de lo grande que eran algunas estancias. En la zona de Irapuato, uno de los Estancieros fue don Juan de Villaseñor. Esto fue durante la primera mitad del siglo XVI, luego los estancieros vendieron o regalaron o intercambiaron muchos terrenos, otros fueron entregados por el Virrey y ya para entonces, la segunda mitad del siglo XVI se les comenzó a nombrar como Sitios de Ganado Mayor o Sitios de Ganado Menor. Esto no quería decir que fueran a pastar animales allí, simplemente era el nombre que tenían y había una diferencia entre las mediadas de uno y de otro. Igual pasó con las Caballerías, que no eran precisamente unas caballerizas, sino una manera de nombrar un terreno más pequeño. Por último vemos el término "pan para llevar", esto quiere decir qué lo que se sembraba allí era trigo.

  En cuanto a lo que es propiamente la Hacienda de Tomelopitos, esta se llamó originalmente Hacienda de San Antonio de Tomelópez de Barreto. "El 20 de febrero de 707, Francisco de Aguilera y su hijo Mathias de Aguilera vendieron al capitán Antonio Sánchez Salgado y a su mujer Juan de Busto y Moya, la labor de temporal llamada Tomelópez, la cual medía 12 caballerías de tierra: 3 caballerías de tierra labrada y 9 caballerías de tierra montuosa. Esta labor lindaba por el oriente con las tierras de Asencio de Aguilera, por el poniente con las de Isabel de Fonseca y Montenegro, y por el norte con laa hacienda de Muñoz y por el sur con la hacienda de Yóstiro" (2)

  A la muerte del capitán Antonio Sánchez Salgado, la hacienda de Tomelopitos fue heredada su esposa, Juan de Busto y Moya y a sus hijos el Bachiller Joseph Antonio y Teresa Sánchez Salgado. En 1734 la hacienda es arrendada por Jospeh Menéndez Carada, y vendida en 1736 a Joseph Gil de Miranda, pero siguió bajo el arriendo de Jospeh Menéndez quien, al parecer la adquiere en 1744. Dos décadas más tarde, la hacienda aparece ya como propiedad de Antonia Basilia de Cuevas que era la viuda de Luis de Asconovieta, esto sucedía en 1768; ya para 1774 la propietaria era Juana de Arroyo que era, además, la propietaria de la hacienda del Copal y la de Tomelópez.

  De lo sucedido con la Hacienda de Tomelopitos durante el siglo XIX, no tengo datos, lo único que podría decir es que, como sucedió con todas las haciendas de la región de Guanajuato, Sialo, Irapuato, Salamanca y Valle de Santiago, esta fue saqueada y, seguramente, incendiada, cosa común durante la guerra de Independencia. Dejaremos pendiente la historia del lugar, hasta dar con datos fidedignos que nos digan lo que sucedió durante todo el siglo XIX y el XX, del cual, podemos adelantar que, para 1925 comenzarían los repartos agrarios, no sólo allí, sino en todo el estado de Guanajuato.

Fuente:

1.- Miranda Félix, Luz Antonia. Haciendas virreinales de Irapuato: Una aproximación a su historia económica e infraestructura física. Siglos XVI-XVII. Archivo Histórico Municipal de Irapuato. 2009. p. 166

2.- Ibid. p. 172