Fue en 1981 que se levantó el monumento de Cumbre Norte-Sur en Cancún, justo en la glorieta que forma el cruce de las calles Tulúm y Kukulcán. El monumento fue levantado, creo yo, a destiempo, no por su razón de estar allí, sino por el estilo utilizado, ese que se llama cinético, y que requiere de un mejor espacio para poder ser admirado, y no en mitad de una glorieta en donde el tránsito continuo de vehículos impide girar en torno de la escultura para ir apreciando esa ligereza que nos da el cinetismo con que fue creado.
Hubo una escultura más, creada dentro de la misma idea de lo cinético, que estuvo colocada en otra glorieta, presumo que era la que forman las avenidas Kukulcán y Bonampak pero no estoy seguro, es la que vemos en la fotografía. Ambas esculturas están ya perdidas, la Norte-Sur, llamada popularmente "insectronic", debió ser retirada debido a los daños que sufrió luego del paso del huracán Gilberto. Han pasado 30 años de que fue creada la escultura en cuestión, su autora, Lorrain Pinto, dio una entrevista a la revista Impacto que fue publicado el 4 de noviembre de 1981. Debido a que allí aparece una interesante descripción y explicación conceptual, lo transcribo íntegro.
Inspirado en un templo maya.
El monumento conmemorativo de la Reunión Norte-Sur.
Su autora es la escultora Lorraine Pinto.
Unas horas antes de que empezara la reunión de los países del norte y del sur, el presidente López Portillo inauguró el monumento conmemorativo de la Reunión Internacional sobre Cooperación y Desarrollo. La autora del monumento, la escultora Lorraine Pinto, explica que se inspiró para el diseño de este monumento en el templo maya de Xpuhill, localizado al sur de Quintana Roo (sic) y perteneciente al periodo maya postclásico. Este templo, construido al rededor de 875 d.C. presenta en su parte frontal dos torres, que obedecen, más que a razones técnico-arquitectónicas, a una concepción cosmogónica de los mayas: es la expresión simbólica de la idea de la dualidad.
Lorraine Pinto plasmó esta idea en una doble estructura de acero en forma de pirámide truncada, que por su peculiar diseño, permite al espectador lograr ángulos diversos de apreciación. Se trata de una escultura cinética que cambia a mediad que el observador gira al rededor de ella, imprimiendo a su visión y captando así las múltiples figuras geométricas originadas en las líneas que unen ambas pirámides.
El propósito de la escultora ha sido interpretar la cosmovisión maya preservada en la antigua simbología, expresando la idea de dualidad en dos semicírculos que forman la base de la fuente central y se reflejan en la parte superior, coronada por las banderas de los 22 países participantes en la reunión. La autora quiso rendir homenaje a la cultura maya, una de las más avanzadas del mundo a través de la diosa maya de la fertilidad Ixchel, diosa de la tierra y sus productos e inventora del arte de tejer. Es por ello que los taludes de las pirámides están formados por cuatro telares en los que se observan, sobrepuestos, varios glifos mayas que nos recuerdan los mascarones del dios Chac en el templo de Xpuhil. Los cuatro telares simbolizan una relación dialéctica entre los cuatro elementos esenciales: tierra, agua, aire y fuego, y los cuatro puntos cardinales.
Lorraine Pinto explica que el telar blanco representa el Monte y tiene sobrepuestos cuatro jeroglíficos el dios Xaman simboliza el Norte y el dios Nohoel el sur. A la izquierda aparece expresado con guarismos mayas el número 22 que designa a los representantes de las naciones en el diálogo. A la dercha, se encuentra la figura del hombre que habla claro.
La autora plasmó en esta alegoría la buena voluntad de los 22 dirigentes que se congregaron en esta tierra, buscando a través del diálogo un entendimiento mejor entre los hombres. El telar amarillo representa el Sur. En la parte superior se encuentra una serpiente emplumada, enjambre de símbolos, deidad de múltiples rostros, que reflejan por encima de todo, sabiduría extraordinaria e inclinación constante de favorecer a los seres humanos.
En la parte inferior, en relieve, surgen una serie de barras y puntos que simbolizan el método con el cual el pueblo maya fijaba en el tiempo, sus acontecimientos más relevantes. La fecha maya siete Mem trece Chén equivale al 22 de octubre de 1981. Los puntos cardinales correspondientes al Este y Oeste están presentes en la escultura, a través del color de los telares rojo y negro respectivamente. En el centro del monumento se encuentra una fuente que simboliza la vida, en perpetuo movimiento hacia una constante evolución y que sugiere al observador múltiples juegos de formas y colores.
En su conjunto, Lorraine logró integrar al monumento los elementos naturales que lo circundan inspirándose en los antiguos ritos mayas que conciben al universo como una serie de pisos o divisiones superpuestas: "arriba están los cielos, que juntándose con las aguas, rodean todas las regiones del mundo y forman una especie de bóveda azul donde se mueven los astros; más allá de los cielos de colores, encontramos la región de los dioses".
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