miércoles, 12 de septiembre de 2018

Las haciendas azucareras que hubo en Valladolid, Yucatán.


  Hay la idea de que todas las haciendas de Yucatán eran henequeneras, pero no fue así, hubo algunas, las menos, que se dedicaban a la producción de cereales, o parte de sus tierras lo hacían. Y hubo un buen número de ellas que estaban dedicadas a la producción de azúcar. Se localizaban en la parte centro-oriente y centro-sur del estado, especialmente en el municipio de Valladolid.

   "También en la península de Yucatán comenzaron a surgir espacios agrícolas y cultivos nuevos a lo largo del siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad. El palo de tinte había sido el principal producto de exportación hasta los años cuarenta; se cortaba principalmente en el sur y se transportaba a través de ríos y esteros hasta el puerto del Carmen en Campeche, por donde se exportaba. Su comercialización era controlada por comerciantes campechanos. La tala irracional, la competencia del protectorado inglés de Belice y la aparición de las anilinas, propiciaron la disminución de las exportaciones del palo de tinte. Se fomentaron entonces los cultivos de caña de azúcar, arroz y tabaco. En las zonas fronterizas de YUcatán y Campeche, empiezan a surgir haciendas azucareras, por la facilidad de adquirir tierras, sobre todo en Valladolid, en los alrededores de Tizimín y en el centro sur del estado. Entre 1844 y 1850 los precios del azúcar bajaron y los destiladores de caña se enfrentaron a altos impuestos, lo que les impedía competir con los productores de Cuba y Tabasco". (1)
   Estas son las haciendas azucareras en Valladolid que fueron registradas en 1910 por John R. Southworth en su Directorio de minas y haciendas:

201.- Xinchinchá, de Aniceto Alcocer.
202.- Bohchén, de Gerónimo Alcocer.
203.- Dobilá, de Juan de Dios Alcocer.
204.- Xatalím, de Justo Alcocer.
205.- San Pedro, de Santiago Álvarez.
206.- Pom, de Feliciano Baeza.
207.- Chich, de José Baeza.
208.- Nohbod, de Eligio Canto.
209.- Kuxché, de José Castillo.
210.- Txuc Chuchúm, de Manuel Cén.

211.- San Francisco Kaas, de Jesús Centeno.
212.- Chemluch, de Adalberto Díaz.
213.- Cavac, de Seferino Díaz.
214.- Tzucacab, de Julián Escalante.
215.- Xipich, de Julián Góngora.
216.- Yohdzonot, de Plácido Guillermo.
217.- Hubikú, de Máximo Hernández.
218.- San Bernardino, de Cayetano Herrera.
219.- Santa Cruz, de Pedro López.
220.- Tekom, de Paula Loria.

221.- San Pedro, de Lorenzo Marano.
222.- Xcuch, de Esteban Medina.
223.- Santo Domingo, de Froilán Medina.
224.- Puhulá, de Ezequiel Medrano.
225.- San Antonio, de Remigio Mena.
226.- Xaicahum, de Belisario Novelo.
227.- Yaxdzonot, de Sixto Pérez.
228.- Timas, de Marcelino Rivero.
229.- Sahcabá, de Refugio Sánchez.
230.- Tzamá, de Luciano Tep.
231.- Muchucux, de Daniel Traconis.
232.- Dzeuch, de José María Yturralde.
233.- No sé si fueron 5 haciendas diferentes o eran 5 los propietarios de la Hacienda de San José.

Fuentes:

1.- Fujigaki Cruz, Esperanza. Las rebeliones campesinas en el porfiriato, 1876-1910. En Historia de la cuestión agraria mexicana. La tierra y el poder, 1800-1910. Tomo 2. Siglo XXI, México, p.203.

2.- Southworth, John Reginald. El directorio oficial de la minas y haciendas de Mexico: descripción general de las propiedades mineras y de las haciendas y ranchos de aquellos estados y territorios donde se han podido obtener datos fidedignos de la República Mexicana. Blacke and Mackenzie, Liverpool, 1910. pp. 251-253 

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