Hay la idea de que todas las haciendas de Yucatán eran henequeneras, pero no fue así, hubo algunas, las menos, que se dedicaban a la producción de cereales, o parte de sus tierras lo hacían. Y hubo un buen número de ellas que estaban dedicadas a la producción de azúcar. Se localizaban en la parte centro-oriente y centro-sur del estado, especialmente en el municipio de Valladolid.
"También en la península de Yucatán comenzaron a surgir espacios agrícolas y cultivos nuevos a lo largo del siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad. El palo de tinte había sido el principal producto de exportación hasta los años cuarenta; se cortaba principalmente en el sur y se transportaba a través de ríos y esteros hasta el puerto del Carmen en Campeche, por donde se exportaba. Su comercialización era controlada por comerciantes campechanos. La tala irracional, la competencia del protectorado inglés de Belice y la aparición de las anilinas, propiciaron la disminución de las exportaciones del palo de tinte. Se fomentaron entonces los cultivos de caña de azúcar, arroz y tabaco. En las zonas fronterizas de YUcatán y Campeche, empiezan a surgir haciendas azucareras, por la facilidad de adquirir tierras, sobre todo en Valladolid, en los alrededores de Tizimín y en el centro sur del estado. Entre 1844 y 1850 los precios del azúcar bajaron y los destiladores de caña se enfrentaron a altos impuestos, lo que les impedía competir con los productores de Cuba y Tabasco". (1)
Estas son las haciendas azucareras en Valladolid que fueron registradas en 1910 por John R. Southworth en su Directorio de minas y haciendas:
201.- Xinchinchá, de Aniceto Alcocer.
202.- Bohchén, de Gerónimo Alcocer.
203.- Dobilá, de Juan de Dios Alcocer.
204.- Xatalím, de Justo Alcocer.
205.- San Pedro, de Santiago Álvarez.
206.- Pom, de Feliciano Baeza.
207.- Chich, de José Baeza.
208.- Nohbod, de Eligio Canto.
209.- Kuxché, de José Castillo.
210.- Txuc Chuchúm, de Manuel Cén.
212.- Chemluch, de Adalberto Díaz.
213.- Cavac, de Seferino Díaz.
214.- Tzucacab, de Julián Escalante.
215.- Xipich, de Julián Góngora.
216.- Yohdzonot, de Plácido Guillermo.
217.- Hubikú, de Máximo Hernández.
218.- San Bernardino, de Cayetano Herrera.
219.- Santa Cruz, de Pedro López.
220.- Tekom, de Paula Loria.
221.- San Pedro, de Lorenzo Marano.
222.- Xcuch, de Esteban Medina.
223.- Santo Domingo, de Froilán Medina.
224.- Puhulá, de Ezequiel Medrano.
225.- San Antonio, de Remigio Mena.
226.- Xaicahum, de Belisario Novelo.
227.- Yaxdzonot, de Sixto Pérez.
228.- Timas, de Marcelino Rivero.
229.- Sahcabá, de Refugio Sánchez.
230.- Tzamá, de Luciano Tep.
231.- Muchucux, de Daniel Traconis.
232.- Dzeuch, de José María Yturralde.
233.- No sé si fueron 5 haciendas diferentes o eran 5 los propietarios de la Hacienda de San José.
Fuentes:
1.- Fujigaki Cruz, Esperanza. Las rebeliones campesinas en el porfiriato, 1876-1910. En Historia de la cuestión agraria mexicana. La tierra y el poder, 1800-1910. Tomo 2. Siglo XXI, México, p.203.
2.- Southworth, John Reginald. El directorio oficial de la minas y haciendas de Mexico: descripción general de las propiedades mineras y de las haciendas y ranchos de aquellos estados y territorios donde se han podido obtener datos fidedignos de la República Mexicana. Blacke and Mackenzie, Liverpool, 1910. pp. 251-253
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