Mitla, otra de las importantes zonas arqueológicas de Oaxaca es, sin lugar a dudas, un claro ejemplo del dominio nahua en tierras más allá del Valle del Anáhuac y una de las razones por las que, luego de la caída de Tenochtitlán los conquistadores toman ese rumbo... por ende, claro ejemplo de cómo la religión propia de la zona y su cosmogonía mixteca, zapoteca, luego nahua y por último católica.
Dicho en otros términos, Lyobaa o Lugar de descanso en zapoteco, se conoció también como Ñuu Ndiyi o Lugar de muertos en mixteco,para luego ser Mitla, derivado de la palabra Mictán o inframundo, luego será la Villa de Mitla con su santo patrono San Pablo. ¿Por qué no mejor fue San Sebastián, dado que éste santo estaba asociado con los panteones? No lo sé, tal vez sea porque se tomó a San Pablo con su otra festividad, la del 25 de enero, día de su conversión y no la del 29 de junio. Ahora bien, si es el 25 de enero, este día cae dentro de la Octava de San Sebastián que se festeja el 20 de enero.
Haciendo a un lado el razonamiento del sincretismo, de cómo fue una cosmogonía absorbiendo a otra, pasamos a una descripción que del lugar hace John Reginal Southwort hacia 1901; en el entendido de que para entonces no se había hecho prácticamente ningún rescate del sitio arqueológico y la visión romántica que él da, nos pinta un panorama propio de su época. Más de un siglo después, lo que vimos fue una cosa un poco diferente, con el agravante de que al andar por ahí se soltó un chubasco que interrumpió mi visita.
Estas ruinas famosas han atraído con justicia la atención de los arqueólogos del mundo entero, pues su estudio es una fuente de descubrimientos de gran valor por la luz que arrojan sobre los primeros pobladores de la América, sus analogías de raza con otras del Viejo Continente, su imponente antigüedad, su adelantad a civilización y otras mucha s cuestiones y problemas de gran interés arqueológico é histórico.
En las semejanzas que tienen con los majestuosos monumentos Egipcios, el sabio cree descubrir la solución del intrincado problema de los primeros pobladores del que se creyó en un tiempo mundo descubierto por Colón y que según las conclusiones que se pueden sacar de esos estudios arqueológicos, había sido visitado muchos siglos antes de nuestra era por raza s que poseyeron muchos caracteres en común con las fundadoras de civilizaciones de allende los mares. Estas notables ruinas se remontan á la época remotísima de los civilizaciones tolteca ó náhoa lo que no puede dudarse pues que el nombre mismo del lugar de las ruinas, Mitla viene del mictlán nahoa ó sea, lugar de los muertos, pero los Zapoteca s llamaban á ese sitio en su lengua Lyobaá que quiere decir "el centro del descanso".
I.as ruinas se componen de edificios, que pueden haber sido templos ó palacios y de subterráneos; estos han sido descubiertos últimamente aunque parece que también fueron conocidos por los españoles; y se supone que fueron tumbas de los reyes y sacerdotes toltecas. Los edificios son varios; el primero se compone de tres terraplenes oblongos, de piedra mezclada con tierra, de unas dos vara s de altura, de los cuales el mayor queda al norte y otros dos iguales á y dejando vacío el lado del sur. Sobre estos terraplenes hay tres edificios que á su vez forman un patio abierto de ciento veinte por ciento treinta pies. Parece que hay restos de un cuarto terraplén y de un edificio al sur.
Los dos edificios laterales tienen diez y nueve pies de ancho por noventa y seis de largo. En el del norte, la parte más ancha tiene 130 pies por 36 de fondo y la del centro 61 por lado, teniendo las paredes 18 de altura y 9 de grueso. Cada uno de los tres edificios, ó más bien, cada una de los tres muros, tiene tres puertas que dan al patio, á las que se llegaba por escalinatas de pocas gradas de las que aún hay huellas.
Lo construcción de este palacio manifiesta la invasión Tolteca. Los muros son de tierra mezclada con piedras, de lo que resulta una especie de adobe ó argamasa sumamente fuerte. La superficie de estos muros está cubierta en su parte inferior con hileras, como de una vara de altura, formadas de losas labradas con un bordo para sustentar la inmensidad de piedras pequeña s que combinándose cubren los muros; estas piedras son labradas y tan parejas como hubiesen salido de un molde. Otra particularidad sumamente notable son las columnas monolíticas, de cinco varas de altura por una de diámetro, sin bases ni chapiteles y hechas de granito según unos y de pórfido según otros.
Aún hay varias en pie en la sala del pabellón del norte. Se hallan en el centro del salón lo que indica que servían para sostener el techo. Este era plano, de viguería nahoa, con las vigas unida s con argamasa cubierta de estuco. También se cubrían de estuco las azoteas y los pisos con tanta perfección que las vigas, por ejemplo, parecían grandes losas. Los dinteles si estaban formados de grandes piedras de una sola pieza. Los pavimentos presentan aún huellas de haber estado pintados de rojo.
Hay otros tres palacios semejantes a éste que se ha descrito y un cuarto en el que se ha descubierto sobre una puerta una pintura mural, que por su carácter, confirma el origen tolteca de estas ruinas. Pueden reconocerse cuatro salas altas y cuatro bajas en el edificio que se encuentran en mejor estado. De las bajas una era el Santuario de los Ídolos, cuyos nichos se han encontrado, aunque no así los ídolos que fueron destruidos probablemente por los españoles. Otra de estas salas servía probablemente de cámara sepulcral de los grandes sacerdotes y otra de tumba de los reyes. Hay también una especie de terraplén que se supone tenía por objeto el que la multitud se reuniese en él par a presenciar las ceremonias religiosas, pues las salas no son lo suficientemente extensas para contener á una gran concurrencia.
Los muros presentan la particularidad, de conservar la más absoluta pureza en sus líneas, hecho que asombra al considera el número de siglos transcurrido desde la construcción de estos portentosos palacios. El excelente trabajo de las piedras que han sido recortadas con precisión admirable y que con las grecas y pinturas que probablemente las matizaban deben haber ofrecido un encantador aspecto, asombra si se considera que no disponían sus constructores de los instrumentos modernos para pulir la piedra, sino apenas de arena y esmeril. Los subterráneos son en extremo interesantes y también tienen sus paredes revestidas de grecas y con señale s de pinturas. Se han descubierto varias salas ó galerías, bastante estrechas y que han sufrido mucho en sus ornamentos murales por el agua que se ha filtrado de arriba.
Pero falta mucho que explorar en ese respecto, pues hay relatos que atestiguan que algunos de estos subterráneos tuvieron varias millas de longitud. Es de esperarse que en ellos, cuando las excavaciones que se están haciendo den su fruto, se encuentren tesoros arqueológicos, Ídolos, joyas, etc., principalmente si se da crédito á una tradición que afirma que ahí están los tesoros de muchos reyes. Lo que si puede afirmarse es que son también construcciones de los toltecas pues se han encontrado en ellos distintas piezas de alfarería tolteca. Hay también ruinas de fortificaciones y de pirámides cerca de estos palacios. Estas pirámides que se encuentran por muchos partes del país revelan la existencia de una raza que ofrece en las construcciones é Ídolos que ha dejado, extraña semejanza con los pobladores del viejo Egipto. Desgraciadamente estas ruinas han sido mutiladas por el vandalismo de los viajeros, pero lo que queda es aún un ejemplar magnifico del refinamiento alcanzado por aquellas civilizaciones primitivas.
Fuente:
Soutworth, John R. Oaxaca Ilustrado. Blacke & Mckenzie, Liverpool, 1901, pp. 13-17
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