sábado, 19 de septiembre de 2020

La antigua hacienda de Dzibalchén, Campeche. Extraordinario ejemplo de arquitectura vernácula

   De las muchas “unidades de producción”, como técnicamente se les dice a las Haciendas, la que hoy “descubro” (pues de ella no tenía la menor idea) es la de Dzibalchén en el estado de Campeche, hacienda por demás particular pues estaba dedicada a la explotación del árbol del zapote, ese que produce la resina que conocemos como chicle.

   Todo comenzó cuando, en el viaje virtual que hago en esta cientoveintena, di con un ángulo de la plaza principal del pueblo de Dzibalchén y me pareció extraordinario el estilo de construcción, netamente peninsular (de la de Yucatán), con techos muy altos, con grandes ventanas con peana y guardapolvo, jambas, dinteles y conrnisas, herencia de la arquitectura andaluza y algo de castellana con una cierta influencia maya en las grecas de sus  decorados. Y al recorrer el pueblo aparecieron más y más construcciones, ya deterioradas todas, pero que claramente dejan ver que aquello fue maravilloso, una muestra clara de la arquitectura vernácula de Campeche.

   Al averiguar sobre la población, encontré que fue una hacienda que se dedicaba a la explotación del chicle y de las madereras preciosas en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Se dice que fue en 1905 cuando comienza su auge. “De esta finca se conserva la plaza principal de la hacienda cuya fachada posee características coloniales. En su interior se aprecian algunas pinturas que relatan la historia del poblado. Data del siglo XIX. Se puede apreciar gran parte de los edificios que conformaron alguna vez esta finca la cual dio origen al actual pueblo de Dzibalchén.

   Actualmente, es una de las principales poblaciones del municipio de Hopelchén. Según la tradición oral su nombre se debe a que, en el fondo del pozo (chen) principal del antiguo pueblo había una estela o fragmento de ella con inscripciones (dzibal), de ahí su significado: Pozo escrito. Ubicación: Se encuentra a 45 kilómetros de la capital de Hopelchén”. (1)

   “La integración de las selvas campechanas a la economía mundial produjo un proceso de concentración de la tenencia de tierra en las últimas décadas del siglo xix y a principios del siglo xx cuando se establecieron compañías deslindadoras; las cuales adquirieron grandes extensiones de terrenos nacionales en algunas partes de Campeche. Además, el gobierno otorgó concesiones de aprovechamiento de terrenos boscosos. De esta forma surgieron grandes latifundios, en su mayoría propiedades de empresas extranjeras, como la ‘Mexican Exploitation’, dedicados a la explotación de maderas preciosas (cedro y caoba), palo de tinte y resina del chicozapote para la exportación dirigida principalmente a los Estados Unidos. La explotación del chicle en mayor escala empezó en la última década del siglo xix; tanto en la zona chenera como en otras partes de Campeche, cuando los recursos forestales en la Huasteca, lugar de origen de la explotación chiclera mexicana, estaban agotados. Después de la Revolución, varios de los grandes agricultores de Campeche y de otras partes del país, participaron en este floreciente negocio.

  La región de Los Chenes se desarrolló, junto con los Municipios Carmen y Champotón, en un centro de la producción de chicle en Campeche. Durante la primera guerra mundial, Campeche experimentó un breve auge económico gracias a la exportación de maíz y de recursos forestales (especialmente chicle) a buen precio. Sin embargo, la situación económica del estado empeoró nuevamente con la crisis mundial a partir de 1929; lo cual afectó determinantemente el precio del chicle y del henequén. Durante la segunda guerra mundial, el chicle experimentó otra bonanza cuando su producción anual en Campeche aumentó de 1.757 toneladas en 1939/40 a 2.659 toneladas en 1940/41 debido a la afluencia de nuevos chicleros. Al principio de la explotación chiclera en Campeche, los contratistas trajeron a trabajadores experimentados de Tuxpan, Veracruz

   Después de la liberación de los peones, también ocuparon a la población local en la creciente explotación del chicle. En los años 30 del siglo xx, Dzibalchén y Hopelchén se convirtieron en centros de extracción chiclera. Otras centrales importantes para recopilar la resina fueron los poblados de Iturbide, Kancabchén, Chunchintok, Xpuhil y Nohsayab. Mientras que en los años 40 durante la temporada de lluvias, el 60 por ciento de la población chenera económicamente activa trabajaba en las chiclerías. Los grandes contratistas de la región tenían concesiones para la explotación del chicle hasta en terrenos del municipio de Champotón. 

   Además, había pequeños productores de chicle que vendían su producto a comerciantes locales. Estos comerciantes, muchos de ellos también empresarios agrícolas y contratistas chicleros, tenían el monopolio; tanto en la compra de los productos agrícolas y forestales, como en el transporte. Además, controlaban el abastecimiento de los trabajadores durante su estancia en el monte en la época de lluvias. Algunos chicleros siguieron practicando la agricultura de subsistencia en pequeña escala en su época de descanso. Para la gran mayoría, el trabajo en las chiclerías era la estrategia económica más importante, sobre todo, a partir de los años treinta. Consecuentemente, el interés en la tierra y la reforma agraria quedó limitado en Los Chenes. A fines de los años 40, los Estados Unidos redujeron drásticamente la compra del chicle y los precios decayeron. Los Chenes experimentaron una ‘recampesinación’ y la tierra ejidal recibió una importancia no conocida en épocas anteriores”. (2)

   Pasó que, concluida la Revolución y comenzado el Reparto Agrario, el Poder Ejecutivo, a través del Departamento Agrario, emite la Resolución en el expediente de segunda ampliación de ejidos al poblado de Dzibalchén, Estado de Campeche; estableciendo entre otras cosas que:

Primera: Por escrito de 3 de mayo de 1939, los vecinos del poblado de referencia solicitaron al C. Gobernador del Estado, segunda ampliación de ejidos por serles insuficientes para satisfacer sus necesidades las tierras con que fueron dotados.


Cuarto: Los datos técnicos e informativos recabados de conformidad con lo que previenen las fracciones II y III del artículo 63 del Código Agrario, se llegó a conocimiento de lo siguiente: que por resolución presidencial de 28 de junio de 1927, fue dotado el poblado que nos ocupa, con 6,671.44 hectáreas de terrenos nacionales, para beneficiar a236 individuos y que por nuevo fallo presidencial de 2 de abril de 1938, se amplió por primera vez dicho ejido, con 2,850 hectáreas, también de terrenos nacionales, para beneficiar a 57 individuos, pero debido a la mala calidad de los terrenos concedidos, los campesinos de Dzibalchén, se ven obligados a trabajar como asalariados con las empresas chicleras, habiéndose llegado al conocimiento de que un campesino elabora 690 kilos de chicle como promedio anual, por lo que si se toma en cuenta que una hectárea de monte de esa región rinde solamente 5 kilos de dicha resina, además de que el árbol de zapote en explotación, debe someterse a un ciclo rotativo de cinco años, resulta que, cada individuo necesita como mínimo, 700 hectáreas, para producir la cantidad de chicle, primeramente manifestada; que los únicos terrenos afectables en el presente caso, son los nacionales, inmediatos al núcleo peticionario.

Quinto: Con los elementos anteriores, la Comisión Agraria Mixta emitió su dictamen el 20 de abril de 1940, el cual fue sometido a la consideración del C. Gobernador del Estado, quien con fecha 24 del mismo mes y año, dictó su fallo, concediendo al poblado de Dzibalchén por concepto de segunda ampliación, una superficie total de 110,990 hectáreas de terrenos de monte con zapotales, de los pertenecientes al Gobierno Federal.

Dada en el Palacio del Poder Ejecutivo de la Unión, en México, a los veinticuatro días del mes de julio de 1940.

Lázaro Cárdenas – Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Gabino Vázquez – Jefe del Departamento Agrario. (3)


Este era el cine.

























Y por si esta maravilla arquitectónica fuera poco, en las inmediaciones están los sitios arqueológicos de  Dzibilnocac “Bóveda pintada o bóveda con escritura”; y Tabasqueño. Y varios puntos de interés en el municipio de Hopelchén que puedes ver aquí.









Aclaro que esta extraordinaria cornisa (la parte alta) está en el poblado de Hecelchakán. Y nos ayuda a entender ciertos términos arquitectónicos, como el guardapolvo, que son esos dos elementos que vemos claramente, van arriba de las ventanas, y lo que va debajo son las peanas.
Fuentes:

1.- Turismo Campeche.

2.- Schüren, Ute Entre los caminos de herradura y los campos de aterrizaje: Rutas de comunicación e historia económica en el sureste de México. Indiana. Ibero-Amerikanisches Institut Preußischer. Kulturbesitz, Alemania  2013, pp. 199-215
Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=247029853011

3.- Diario Oficial de la Federación. Tomo CXXII. No. 13, México, 17 de Septiembre de 190, pp.1-2
 



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