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lunes, 27 de marzo de 2017

La gestación y el número 9 en el calendario litúrgico

   Yo no me dedico a evangelizar, creo los asuntos religioso es cosa bien personal; lo que sí comento es algo que veo asociado a la religión Católica que relaciona el calendario litúrgico con precisiones astronómicas salpicada de matemática... más bien aritmética y la presencia de ciertos números es continua. En este caso el 9, no sé si lo habrás notado, es cosa simple, es cosa de vida pero, como a lo religioso regularmente no le ponemos atención, quizá no lo has visto, acaba de suceder, apenas hace dos día (hoy es 27 de marzo) y fue el día de la Anunciación.

   Es el Arcángel Gabriel el encargado de dar la noticia a María. La noticia es un embarazo, se entiende que fue en ese evento cuando ocurre el inicio de la gestación, la cual dura 260-270 días que son 9 lunas, es decir, 9 meses; si el Nacimiento de Jesús ocurre el 25 de Diciembre, 9 meses antes se marca la Anunciación. Y el cosmos se manifestó recién (20 de Marzo) con un Equinoccio, y se manifestará dentro de 9 meses, el 21 de Diciembre con un Solsticio. 

   Y ocurrirá también con San Juan Bautista, aquel que dijo "el que viene atrás de mí..." ¿por qué atrás, a que se refiere? Pues porque el calendario litúrgico establece su Natividad (el nacimiento) el 24 de Junio, y el solsticio de Verano es unos días antes, esa es la razón de la frase; que Jesús nace 6 meses luego del Bautista, pues "venía atrás", por así decirlo.

  Igual sucede con María, su Natividad es el 8 de Septiembre, festividad conocida como Nativitas y mueve meses antes, el 8 de Diciembre fue su concepción, de ahí la fiesta de la Inmaculada Concepción. No sé si lo habías notado, esas precisiones, en este caso de gestación dentro del calendario de las fiestas y celebraciones litúrgicas. Me parece sumamente interesante, quizá hay alguna otra que no he localizado aun, será cosa de analizar una vez más, el santoral y el Calendario del más Antiguo Galván.

En cuanto al tema de la Anunciación en el arte, te recomiendo entrar aquí.

sábado, 5 de diciembre de 2015

El Códice Tudela y los cuatro árboles asociados a los cuatro rumbos

  Este Códice, el Tudela, es otro de los que no está en México, sino en España, fue creado en 1540 aproximadamente, por algún motivo llegó a La Coruña llevado por Pedro de Castro Figeuroa y Salazar, duque de la Conquista y Virrey de Nueva España, allá quedó hasta que en 1947 fue presentado en un Congreso de Americanistas en París, luego adquirido por el Museo de América en Madrid en donde se localiza actualmente. En este códice hay algo que me parece relevante, casi, casi mágico: los cuatro árboles asociados a los cuatro rumbos del mundo, los cuales son:

Norte: El Pochote o Ceiba.

Este: La Magnolia o Yoloxóchitl.

Sur: El Cacao

Oeste: El Huizache.

Seguramente te interesará ver el códice Tudela, entra aquí.

jueves, 26 de noviembre de 2015

¿Por qué el Jueves ha sido siempre el día “diferente” de la semana?

   Para comenzar te digo que, aunque el título de este artículo (o nota, como me han corregido, dado que un artículo lleva una buena cantidad de cuartillas de texto y no solo unos cuantos párrafos) sea una pregunta, la respuesta no la tengo. Tengo una idea que me ha costado mucho tiempo desarrollar y más tiempo aun sustentar. Hoy es Jueves y no es un jueves cualquiera, especialmente para los norteamericanos, que son, creo 250 millones de personas y, suponiendo que no todos realizan el festejo pero si la mayoría, el número es grande. Agreguemos a ello que son nuestros vecinos y que, además, antes de 1945 una buena parte del territorio de Estados Unidos era mexicano y hoy jueves se celebra el Thanksgiving o Día de Acción de Gracias.

   La celebración, dicen, comenzó en 1621 pero no se especifica el día exacto, quizá fue un jueves, no lo sé, quizá fue a finales de Septiembre o principios de Octubre, lo ignoro. Las cosas ocurrieron en Plymouth y coincidía con las festividades del final de la cosecha que los nativos celebraban y el arribo de una nave con los –dicen- primeros migrantes que llegaron procedentes de Inglaterra a los Estados Unidos. Inglaterra dejó de ser católica y creó el anglicanismo, en Europa había una revuelta por las tendencias marcadas por Erasmo, Lutero y Calvino, es por eso que, se dice, fueron los puritanos esos primeros personajes que llegan a la costa del Atlántico norte estadounidense. La festividad mencionada, estaba asociada, en aquellos tiempos en el mundo católico a San Miguel Arcángel (29 de septiembre) y en el México antiguo, eran las celebraciones a Hitzilopochtli, aunque luego se asociaron, también a Tláloc.

   Pero, como suele ocurrir, hay quien afirma que la celebración se dio antes, el 8 de septiembre de 1565, que era un sábado y que ocurrió en un lugar llamado San Agustín en la Florida. Eso lo dudo, primero porque ese día 8 es la festividad de la Natividad de la virgen María y los españoles seguramente organizaron ese oficio, quizá fueron forzosamente invitados los nativos, pero una acción de gracias tal cual fue, la de ofrecer comida y bebida y evitar roces y enfrentamientos esa noche no ocurrió en San Agustín, creo; lo que sí creo es lo que se ha dicho de Plymouth, actual Massachusetts. 

   Se dice que el primer presidente de la nación norteamericana, George Washington, oficializó, de algún modo, el Día de Acción de Gracias para el 19 de febrero de 1795, que fue un jueves, por cierto; y que Abraham Lincoln lo transfirió al primer sábado de octubre en 1863. Finalmente ocurrió que en pleno siglo XX, el presidente Roosvelt instituye la celebración para el cuarto jueves del mes de noviembre, en 1941, que fue el día 27. Y la pregunta surge ¿por qué en jueves?

   El jueves, en la tradición Católica, es un día sumamente particular. La cuaresma, que si bien comienza el Miércoles de Ceniza, es en jueves cuando comienza. Sigue, luego de 40 días, (por eso es una cuaresma, es decir, una cuarentena) el Jueves Santo, vendrá luego el Jueves de las Ascensión y, por último sigue el Jueves de Corpus. Tres grandes jueves. Los jueves, lo recordamos bien, era, por allá de los años sesenta hacia atrás, día en que el comercio solo laboraba medio día pues la tarde era libre. Las tardes del jueves era cuando se organizaban las serenatas en los kioscos de las plazas públicas, esa tradición sobrevive en varias ciudades en nuestros días. Antes, tiempos coloniales, el jueves era el día de pago en las minas, no sé si en todas o solamente en las de Taxco, de allí que el jueves era el día en que se sentaban con tranquilidad a la mesa los que habían “rayado” y comían un sabroso pozole, nace entonces la tradición del rico pozole guerrerense en jueves. Incluso, oí por ahí, que antes el jueves era el día en que se “ligaba”.

   La razón por la cual el jueves tiene características distintas no la he encontrado aún, pero la intuyo en base a mi afición numérica o numérico-simbólica, asociándola, claro es, a lo religioso. El 3, lo he comentado ya, es el número místico, el número divino mientras que el 4 es el terreno, es el del hombre. Al sumar las cantidades (4+3) nos da el siete. 7 son los días de la semana. Geométricamente el 3 es un triángulo, el 4 un cuadrado. Si tratamos de unir uno y otro, veremos que hay una cara en la que una y otra forma se apoya, de este modo, si le ponemos nombre a las caras del cuadrado, estas serían lunes-martes-miércoles-jueves. Mientras que las caras del triángulo son las del viernes-sábado-domingo. Por lo tanto el jueves es la cara en donde se apoya el triángulo, la divinidad y de allí que sea ese día el que reviste ese halo especial que tiene o que tuvo en su momento.

  Si eres nuevo por El Bable, te comento que son muchos los artículos que he publicado sobre el calendario y sobre la numerología o, mejor dicho, lo que yo interpreto en mi obsesión numérica, todo lo he hecho en base a observaciones y razonamientos, algunos están sustentados, otos no, es cosa de que, si te interesas en el tema, entres en la carpeta correspondiente que aparece aquí abajo.


viernes, 3 de abril de 2015

La visita a las siete casas y la Semana Santa, vista en Valle de Santiago, Guanajuato.

   Entiendo muy bien que la tradición de la Semana Santa dependerá de la época y de la zona del país en que la vivimos. Creo que está más que claro que yo estoy por cumplir 60 años y que soy originario de Salamanca, Guanajuato, en el Bajío en donde se dice (muchos lo afirman) que todos somos “mochos” pero, como todo en esta vida, depende desde donde quieras ver las cosas. Aclaro algo que, para aquellos que me leen fuera de México y no conocen es el término “mocho” que es una de las varias herencias (la otra es el Himno Nacional) dejadas por Antonio López de Santa Anna, el dictador, que careciendo de una pierna (misma que perdió defendiendo la soberanía nacional y por la cual se le dio el título de Benemérito) y siendo muy apegado a la religión, se le conocía como El Mocho, por lo cual, dadas sus simpatías con el catolicismo, por Mocho entendemos todo aquel muy allegado a los ritos, costumbres y tradiciones católicas.

   Para mí la Semana Santa es un traslado en el tiempo, de cuando iba de la mano de mi mamá a la visita de las Siete Casas, implicaba una caminata bajo el rayo del sol, ella vestida de negro, es decir, de luto, con mantilla (que muchas veces era española auténtica, de las de Sevilla), en silencio y, una vez instalados en el templo, comenzaba la letanía que entonces me parecía larga, y que ahora añoro volverla a oír… un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, esto último me gustaba repetir una y otra vez: "...como era en un principio, ahora y por ahora... por los siglos de los siglos... Amén."

    Una  vez que acabábamos los rezos, mismos que si no repetía, con la inquisitoria mirada que ella “disparaba” me obligaba a hacerlo, salíamos del templo que si algo tenía era el aroma de la manzanilla, dejábamos una limosna y, a cambio, recibíamos un pan, (ácimo, creo le dicen) y un mazo de manzanilla, ya para la séptima “visita” lo que cargaba era una buena cantidad de pan y dotación de manzanilla para todo el año, la cual ella la guardaba para los casos especiales, según su creencia, pues era algo que consideraba precioso que, en caso de necesidad, lo transformaría en té que sería cuál pócima mágica, lo que nos sacaría de enfermedades.

   Si algo me maravillaba de hacer la Visita de las Siete Casas era la oportunidad de ver los decorados de los templos, todos magníficos, todos extraordinarios, todos monumentales, por algo se les llamaba justo con ese nombre: Los Monumentos. Invariablemente eran en blanco, a lo más se veían los matices del verde que le daba la manzanilla y del naranja que le otorgaba las naranjas agrias que se usaban como parte de los simbolismos de la celebración.

   Luego de mucho tiempo entendí la razón por la cual ella, mi mamá, cuidaba el naranjo agrio que había en el jardín de la casa y, especialmente las azucenas que, con precisión, crecían justo en la víspera de la Semana Santa, esa “cosecha” se iba para el templo de San Antonio, para que, naranjas y azucenas, fueran usadas en el Monumento que allí se levantaba.

    A largos y abundantes cincuenta años de que todo aquello ocurriera visualizo las cosa con evidente nostalgia. Ni yo soy el mismo, ni los monumentos son los mismos, los conceptos, creo, han cambiado también, la tradición la veo a punto de desaparecer o, siendo positivo, diré que de “evolucionar”, pero es hasta ahora que me entero de algo que nos dice la razón de la presencia del 7 en esta festividad y de su indudable y profundo simbolismo, lo comparto contigo.

    “El Jueves Santo, a la misa vespertina de la cena del Señor, sigue la adoración de la Eucaristía, que se reserva en el “monumento” como respuesta al amor de Cristo al darnos en banquete su cuerpo y su sangre y estar en vela con Él, en la noche en que inició su pasión, siguiendo sus consejos  “Velad y orad…” Mt. 26-41.

   Esta actitud de la Iglesia probablemente se debe a la práctica de las primeras comunidades cristianas de Jerusalén en la noche del Jueves Santo y en el día del Viernes Santo. Egeria, en la narración de su peregrinación a Jerusalén en el siglo IV, nos cuenta que todo el pueblo, grandes y pequeños, ricos y pobres de Jerusalén, en la noche del Jueves Santo se reunían en el Monte de los Olivos y se pasaban la noche en visitar procesionalmente los diversos lugares conmemorativos de algún episodio de la pasión del Señor.

    La devoción de las “visita de las siete casas”, tan arraigada en nuestro pueblo, practicada como adoración eucarística la tarde y la noche del Jueves Santo, tiene su origen, muy probable, en la devoción que existió en nuestro pueblo capitalino de visitar siete capillas de la Catedral Metropolitana en recuerdo de la primitiva comunidad jerosolimitana y en situación de las visitas que se hacen, en determinados días a las basílicas de Roma: San Pedro en el Vaticano, San Pablo extramuros, Santa María la Mayor, San Juan de Letrán, Santa Cruz de Jerusalén, San Lorenzo extramuros y San Sebastián extramuros”. (1)

    Otra de las varias obsesiones que tengo es la numérica, especialmente en lo que cada número encierra como simbolismo. Creo que el 7 nos dice de la humanización, al ser el 3 el número asociado a lo divino, y el 4 el relativo a lo terreno, al unirlos, 3+4= 7 nos dice de eso que vemos día con día. Y, más aun lo asocio con el Jueves, pues la semana es precisamente eso: la suma del 3 más 4. Son siete días, la celebración litúrgica es en Domingo, séptimo día, y es el Jueves el que divide la semana, de ahí la importancia de los 3 grandes Jueves: el Santo, el de la Ascensión y el de Corpus. De ahí que antes era el Jueves, día de descanso a partir del mediodía, igual que en Domingo.

    Y así, asociando ideas, la de Valle de Santiago con mi mamá, que nació allí, la de Domingos y Jueves, la de Semana Santa, la de recuerdos, añoranzas, nostalgias y demás, te comparto las fotografías que fui tomando en la Visita a las Siete Casas que ayer hice, los templos visitados fueron: La Santa Casa, el de San José (que estaba cerrado), la Parroquia de Señor Santiago, el siguiente no recuerdo su nombre, (foto que sigue), luego al de San Francisco, el Carmen, el Hospital y, el séptimo, la Merced, éste último bastante interesante en su construcción y la limpieza en su decorado interior.





























Fuente:

1.- Visita de las Siete Casas. Jueves Santo. II Decanato de la V zona pastoral del Arzobispado de México. Sin fecha.