sábado, 1 de agosto de 2009

Ad maiorem Dei gloriam (A la mayor Gloria de Dios)

San Ignacio en su templo de la Compañía en Puebla, perdón, la foto está un poco movida, apenas me estaba familiarizando con la cámara.

Hace poco una muy buena amiga me dijo, respecto a este Blog: no se, tú hablas mucho de Santos y eso como que no me gusta… me dejó pensando profundamente si debería seguir incluyendo este gusto que profeso o eliminarlo. Lo pensé una y varias noches, decidí dejarlo por una razón. Si seguimos pensando en que los Santos son una mera imposición, nunca llegaremos a entender cuál es la verdadera concepción de un Santo, el porqué alguien se vuelve Santo, el motivo por el cual se le beatifica primero y luego se le canoniza. Así que opté por seguir desarrollando algo que, en verdad, a mi me apasiona. Y no desde el lado “mocho” sino desde el lado de averiguación del por qué de las cosas. Nada en esta vida está nada más porque si, todo tiene un sentido, un valor y una razón, así que, seguiré en mi averiguación del por qué de los Santos y, sobre todo, de sus simbolismos.

Esta es una de las bóvedas en la Misión de San Ignacio en Baja California Sur, verás que siempre estarán presentes en los templos Jesuitas la representación de la Cruz emanando rayos luminosos.

El día de hoy celebramos a San Ignacio de Loyola, que no se llamó ni Ignacio ni se apellidó Loyola, su nombre fue Iñigo de Ordaz. El nació en un pueblo, o quizá en un Castillo, (recordemos los feudos) de Loyola, en ese entonces, poca gente tenía apellido y se le denominaba como tal, su lugar de origen, de allí que los apellidos son los gentilicios, es decir, gentiles de… lo cual quiere decir, originarios de. Yo me podría llamar Benja Xocoyotl de Salamanca, por ejemplo, solo que me tocó vivir en la época en que los apellidos ya estaban establecidos. Iñigo nació un año antes del descubrimiento de América, es decir, 1491. Consecuentemente él, como todo joven de la época, sobre todo, joven de buena familia, es decir, de familia acomodada económicamente, tenía acceso a la lectura, por ende a los libros de caballería, tan preciados a finales del XIV.

Esta foto es de hoy, durante la misa en la que, por tradición se bendice el agua, misma que la gente guarda durante todo el año para alguna emergencia, se supone que al llevar agua el día de hoy a la misa de San Ignacio, esta será bendecida y adquirirá los dones necesarios para ayudar en situaciones extremas. Estos son actos de fe.

La vida de San Ignacio me parece, muy en lo personal, la más apasionante de todas las vidas de Santos, no te la cuento, te invito a que la investigues, a que te vayas adhiriendo a su filosofía, a su modo de percibir la fe, la vida y sobre todo la función que venimos a realizar en el tránsito de nuestras existencias que llamamos vida. San Ignacio cuando entendió el mensaje, que fue luego de participar en una guerra y una bala le daña la pierna derecha, logró un estado tal de entendimiento de la fe, pero sobre todo, de entendimiento del por qué estamos vivos, que su raciocinio y dedicación nos dio el fruto más grande que en toda la historia del Catolicismo ha existido: los Ejercicios Espirituales. Estos son una manera de entender la fe, el concepto de Dios y, sobre todo, la relación que tú y yo tenemos con él. Es un enfrentamiento fuerte, es un enfrentamiento cara a cara, no con Dios, sino con uno mismo, lo cual es más difícil aún. San Ignacio tuvo la gracia de poder transmitirnos esto. Yo los viví hace un año precisamente y te puedo decir que a mis 54 años de vida, ha sido una de las mejores experiencias que he tenido.

El triángulo siempre estará presente en todos los templos Jesuitas, su simbolismo es profundo, representa a Dios, a la Trinidad, recordemos que San Ignacio usa el gorro Tridentino.

El recordar el día de hoy, 31 de Julio, a San Ignacio de Loyola el Santo, a Iñigo de Ordaz, el hombre, al fundador de la Sociedad de Jesús me sensibiliza tanto que estoy en llanto en este momento mismo que escribo. De un llanto reflexivo, de un llanto de un gozo muy particular que solo un ser como fue San Ignacio nos pudo legar. Con un agrado indescriptible, recuerdo la semana que pasé en la Casa Manresa de Tijuana, en ese encierro, que de encierro no tuvo nada, sino en esa experiencia de vida que me hizo entender la función y razón de mi existencia, misma que luego de tanto buscar, logré encontrar y si lo logré, fue gracias a él, a San Ignacio. Insisto en una cosa, ojalá tengas el tiempo y el gusto, de buscar su biografía, de adentrarte en su filosofía, de entender que un santo es tan humano como tú y como yo, y que si se le denomina Santo es por algo tan fuerte que no es solo un milagro, sino toda una filosofía de vida.

Los Jesuitas fueron expulsados de todo territorio español, por lo tanto de México también, esto ocurrió en 1768, sus misiones fueron abandonadas en toda la Baja California, luego vinieron los Dominicos, a lo más que llegaron fue a cambiar el escudo en la entrada de la Misión de San Ignacio.

Si hay alguien que debe estar agradecido a San Ignacio, son los avecindados en Baja California Sur, si no hubiera sido por él y por su Sociedad de Jesús, la Compañía de Jesús o los Jesuitas, como gustes llamarlos, esa parte del país seguiría siendo el lugar agreste e inhóspito que sus seguidores encontraron en 1696. En la actualidad buena parte de la promoción turística de la parte sur de la península se basa en el legado Jesuita en esas Misiones que están allí y que muchos no se atreven a conocer la razón por la cual se fundaron, la fuerza que se necesitó para que se levantaran templos tan magníficos como los de San Xavier y San Ignacio en mitad de la parte más desolada de la Nueva España del siglo XVIII.

Esta es la cruz rosacelada, por demás particular en su diseño y proporciones, que hay a la entrada de la Misión de San Xavier en Baja California Sur.

Para mi gusto la más soberbia obra arquitectónica que los Jesuitas dejaron en la península es San Xavier, de ella ya te hablé aquí, en El Bable, pero la de San Ignacio tiene algo. Su fachada conserva algo muy especial. Verás, la Corona Española era la regidora de todo lo que sucedía en las Provincias de Ultramar, como eran conocidas las posesiones que tenían fuera de la península ibérica. Para el 1700, siglo XVIII, llevaban ya doscientos años de dominio y había la tradición de los escudos, entre cientos de tradiciones más. La heráldica se manifestaba en todos los niveles, en el religioso con el escudo papal, el arzobispal y el obispal, en ese orden. Venían luego todos los escudos nobiliarios, que comenzaban, evidentemente, con el Imperial, el Real y de allí para abajo, Príncipes, Duques, Condes, Marqueses, Mayorazgos y Señoríos, más o menos en ese orden. Pero, así como ahora el que tiene dinero se compra un BMW y se siente Marqués, en la época se compraban los títulos nobiliarios y si no daban para tanto, al menos para que existiera un escudo del apellido que marcara la nobleza de la familia.

Este es el escudo del Reino Español, es importante notar al centro la granada, símbolo inequívoco del Reino de Granada, el cual manifiesta la integración de España.

El escudo del reino español, antes de ser imperio, era sencillo, pues conjugaba en un la unión de dos reinos, el de Castilla representado por un castillo, y el de León, representado, evidentemente, por un felino que en heráldica se le da el nombre de "león rampante" si es que está parado en dos patas, como es este caso. Al poco tiempo, luego del descubrimiento de América, Castilla y León adquiere más importancia y se unen pacíficamente a él, el reino de Granada, razón por la cual hay una pequeña granada, la fruta, al centro, entre el León y el Castillo. Un poco más tarde otros reinos se adhieren a Castilla y León, Valencia, que se representa en un "campo grana y oro" es decir, con rayas rojas y amarillas y el escudo se le van incluyendo esas nuevas uniones. En el 1726 fue cuando se fundó San Ignacio Kadakamaan, por lo tanto ya estaban integrados todos los reinos que habitan la península ibérica a excepción de Portugal, evidentemente.

Este es el escudo del Non Plus Ultra, las posesiones de ultramar que el Imperio Español usó durante el siglo XVIII, escudos que, por decreto, luego de consumada la independencia debieron de ser quitados de todo edificio público, evidentemente, la noticia nunca llegó a la Baja California.

Pero las cosas no quedaban allí, si en el mundo había tal poderío español, era menester demostrarlo en los símbolos y así lo hacen al crear el escudo del NON PLUS ULTRA, es decir, el HASTA MAS ALLÁ... el cual se demuestra su realeza e importancia al marcar los dos lados del mundo en dos círculos, uno mostrando el oriente, el otro el occidente, en ambos España tenía posesiones. Estos círculos están coronados, siempre por las coronas iniciales, la de Castilla y León, y las flanquean las COLUMNAS DE HERCULES, las cuales, en tiempo de los griegos, eran el límite del mundo, mismas que el Imperio Español, la Armada Española había vencido y triunfante llega al MAS ALLÁ... de allí el título del NON PLUS ULTRA.

Sé que hoy han sido muchas ideas las que he vertido, es, en buena medida a que el día de hoy es bastante especial, es el día de San Ignacio de Loyola.

1 comentario:

  1. Hola ,me ha encantado esta entrada ,mi parroquia es de los jesuitas así que en cierto modo yo también lo celebro. Un saludo.

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