jueves, 6 de agosto de 2009

El día en que la luz ayudó a elevar mi alma. La arquitectura de la luz

Sale de sobra explicar luego de mas de doscientos artículos que he publicado en este espacio, que siento una especial atracción por los templos. Confieso ser Católico, confieso que he pecado mucho de pensamiento (bueno de eso muchísimo) de obra (no tanto), confieso que me siento muy a gusto dentro de los templos, especialmente los que son antiguos, que mantienen un estilo, que tienen en sus paredes plasmadas historias y sobre todo arte, pero hay también templos en los que la decoración no existe, las propias paredes, las columnas y los espacios forman el decorado y en esos templos la luz juega un papel sumamente importante.

Sucedió en Silao, en donde su templo principal, la Parroquia del Apóstol Señor Santiago, se levanta a un lado del pequeño jardín central y frente a la calle principal, que antes era el paso de la Carretera Federal 45, la Panamericana. Se comenzó a construir a finales del siglo XVII y concluyó la obra en 1728, su fachada de estilo barroco muestra en lo alto al Señor Santiago, el Patrono de la ciudad. Aparentemente el edificio es uno más, si, uno mas de esos que hay a lo largo y ancho de la geografía guanajuatense. Como es habitual, los templos cierran, de 2 a 5, pasé tres veces frente a él, me llamó la atención entrar, solo que no quería esperar, decidí caminar por las desconocidas calles para hacer tiempo, volví a las 5 y aun no estaba abierto, me dijeron esperara hasta las 5:30 que abriría, amenazaba lluvia y dudé en esperar pero, por fortuna, lo hice.

Si no fui el primero fui el segundo en entrar, comenzaron abrir las puertas, primero la principal luego la lateral, entré y el impacto fue grande, el sol entraba por las ventanas del poniente, todas con vidrios de un tono amarillo ámbar que inundaba con una luz muy especial el recinto, le daba un aire de misticismo, un ambiente de reconciliación, la nula decoración hacía aun más fuerte el recio carácter del edificio, uno empequeñece, el alma se engrandece, vuela a lo alto, a donde el ingenio ilimitado del diseñador desconocido de ese magnífico templo ideó un juego de luces maravilloso al poner tragaluces transparentes que dan una coloración muy distinta al altar mayor.

Esa tarde que entré a la Parroquia del Apóstol Señor Santiago de Silao, el alma se me escapó del cuerpo, vagó por el interior del edificio, se integró al ambiente que en pocos lugares he podido ver, las fotos son muestra latente de esa magia que encerró el momento preciso con el sol en el ángulo perfecto que iluminó con precisión el interior del templo y, por que no decirlo, iluminó en ameno rato mi alma.





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