jueves, 12 de diciembre de 2019

8 de Octubre de 2019, 05:00 horas en la Basílica de Guadalupe

 Las imágenes que hoy comparto no son del 12 de diciembre, sino de dos meses antes, específicamente de la madrugada del 8 de octubre, eran las 4:30 horas cuando llegué junto con un nutrido grupo de peregrinos, no de a pie, sino que llegamos en autobús para esta allí presentes en la recepción que se hizo a los que sí lo hicieron caminando desde la Diócesis de Irapuato para llegar a la cita anual con Nuestra Señora de Guadalupe, Santa María de Guadalupe, la Virgen de Guadalupe o la Guadalupana, como gustes llamarla.

  Una vez más compruebo aquello de que "la fe mueve montañas", en este caso diré que la fe mueve multitudes; la Clazada Vallejo la pasado varias docenas de veces, siempre con un tránsito de vehículos grande, esta vez, estaba sola, ni quien caminara por ahí a esa hora pero, una vez doblando por Insurgentes Norte comenzaron a aparecer autobuses y más autobuses, en el que íbamos entró por unas calles desconocidas para mi, al poco tiempo estábamos ya a un par de cuadras de la Basílica de Guadalupe.

  Éramos ocho mil personas las congregadas en esa madrugada, todos en grupos organizados por cada una de las parroquias que conforman la diócesis, tanto las de las zonas urbanas como de las rurales. Se hizo una fila multitudinaria que solo daba paso a los peregrinos que en ese momento eran recibidos al interior de la nueva Basílica. Las puertas, mejor dicho una puerta, se abrió solamente para ellos, los que habían caminado los trescientos y tantos kilómetros que separan las parroquias de la Basílica.
  Gritos, porras, oraciones, vivas... de todo se oía. Luego fue que las puertas se abrieron, pudimos entrar a la Basílica, ya se oían los coros, el órgano entonaba algún himno y en cosa de dos o tres minutos los cinco mil asientos estaban ocupados, muchos se quedaron parados, otros tendieron cobijas y la misa comenzó, eran ya las 6:05 horas.

  Caminé en rededor del enorme recinto, entré a dos capillas de las que no sabía de su existencia, situadas detrás, a cada lado, del altar mayor... frente a la venerada imagen no había nadie, me refiero a ese pasillo por el que pasas debajo de la gigantesca bandera que circunda al ayate. Puede verla a detalle y sin prisas...

  Al salir, el alba apenas se anunciaba, a lo lejos el cerro del Chiquihuite y sus muchas antenas...

  El reloj con su carrillón... hacía un poco de frío...

  En el atrio muchos de los acompañantes de los peregrinos comenzaban a atizar el fogón, se serviría un abundante desayuno para las ocho mil personas congregadas: tamales, atole, birria... entre otras cosas, comenzaban a calantarse.

  Otro recorrido por el interior de la Basílica.

  La reliquia de San José Sánchez del Río, el joven martirizado en uno de los episodios de la Guerra Cristera.

  La capilla del Sagrario...




  La Cruz que conmemora el V Centenario, el de 1992.

  Las banderas de los países latinoamericanos, recordando aquello del título de "Emperatriz de América".

  La capilla de San José.

  Interesante pintura de Señor San José con su manto protegiendo a los padres del Cabildo de la Colegiata. Para ver una descripción del cuadro, entra aquí.







  Ha terminado la misa... ambiente festivo comienza a inundar el atrio...

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