Censurable parecerá a muchos la apacible indiferencia de los opulentos mineros de 1788 ante la desaparición ficticia de los testimonios que nos hablan de los orígenes de las minas de Guanajuato. Sin embargo, más censurable nos parece a nosotros la actitud asumida por Don José Guadalupe Romero y el padre don Lucio Marmolejo, quienes no obstante encontrarse en idénticas condiciones de ignorancia, se dieron a la triste tarea de inventar una serie de embustes sobre el particular que no han hecho otra cosa que engañar y desorientar lamentablemente al pueblo.
Por fortuna esos testimonios históricos no se han destruido y ha tocado a nuestra generación de investigadores la satisfacción, el honor inmenso de haberlos rescatado de entre las sombras de cuatro siglos, para mostrarlos a la luz de la cultura en toda su espléndida grandeza, teniendo por nuestra parte el singular privilegio de ser los primeros en incluir dichos testimonios en un estudio histórico especializado, como en este que venimos presentando al través de las columnas de Estado de Guanajuato.
Hacia el año de 1952, cuando terminábamos de publicar una serie de artículos (1) para conmemorar el cuarto centenario de la colonización estanciera del área donde se levanta nuestra famosa ciudad de León, muchas y muy interesantes noticias biográficas teníamos sobre el capitán don Juan de Jaso. Sabíamos bastante de sus actividades como conquistador, como estanciero, como hombre público y como minero, esta última actividad en relación con las minas de Comanja.
Pero en ese mismo año de 1952 en una de nuestras dilatadas, pero fructíferas incursiones por el Archivo General de la Nación, topamos con la transcripción de un interesante manuscrito, fechado en México en Marzo de 1581, por el cual “Doña Agustina de Jaso, mujer de Rafael Trejo de Carvajal, hija de Juan de Jaso, el viejo, y de doña María Ponce de León, pidió se le recibiese información de los servicios de su padre, y de la poca remuneración que se le hizo, y de cómo quitaron, para fundar una villa (la de León), una estancia de ganado mayor de mucho valor (la de Señora) que todo esto consta por las informaciones, y de como su padre no dejó hijo varón en quien se remunerasen sus servicios. En esta Real Audiencia se tiene noticia que Juan de Jaso fue muy principal y sirvió mucho, así en la conquista, como en el descubrimiento de las minas de Guanajuato: la doña Agustina está casada, con hijos y tiene la necesidad, y para sustentarse su marido pretende oficios de justicia y agora está en uno de poco provecho. Vuestra Merced le mandará hacer la merced que fuere servido” (2).
Por supuesto no creímos a doña Agustina eso de que su padre había servido mucho en el descubrimiento de las minas de Guanajuato y pensamos de inmediato que por conseguir lo que se proponía, había sido capaz hasta de adjudicarle a su progenitor méritos extraordinarios. Pero documentos localizados posteriormente en el Archivo Municipal de Pátzcuaro por el distinguido investigador leonés, maestro, Wigberto Jiménez Moreno y don José Miranda –mayo de 1953- vinieron a devolverle todo su crédito a doña Agustina de Jaso y a revelarnos meridianamente el origen de estas celebérrimas minas de Guanajuato.
Este trascendental hallazgo histórico consiste en un registro de minas en el cual, aprisionada entre fabulosos sueños de oro y de plata, quedó una enérgica querella elevada ante don Francisco Velázquez de Lara, Justicia Mayor de las Minas de Plata de Guanajuato, su fecha, 20 de mayo de 1557, y que dice: “Juan de Jaso, el viejo, que van cinco años, poco más o menos que yo descubrí gran cantidad de minas en estas sierras y aún en otras… y muchos de quienes se dicen descubridores, Maese de Roa y Pedro de Nápoles, los cuales yo descubrí y se las enseñé a Melchor Manzo y a Pedro de Nápoles y buscones y otras personas que andaban por soldados conmigo, siendo yo su capitán, y otros que nuevamente de novedad, aunque yo he descubierto que son más de seis… en las cuales dichas minas yo he repartido a otras personas que me pareció en bien empleado en ellos y así mismo tomé para mi y mis hijos y las caté y registré…” (3).
1.- El Sol de León, noviembre 17 de 1951 al 4 de enero de 1952.
2.- O’Gorman Edmundo. Catálogo de pobladores de Nueva España. Archivo General de la Nación, México, 1939.
3.- Centro de Documentación Histórica de México. Sección Michoacán. Rollo de microfilms, número 114.
Fuente:
Rodríguez Frausto, Jesús. Estado de Guanajuato. Año XVII, No. 819, del 8 de agostode 1959, p.5
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