viernes, 25 de noviembre de 2011

Acolman: el minimalismo del plateresco.

Sé muy bien que el título de este artículo es pretencioso y algo confuso, pero me gusta. El rescatado ex convento agustino en Acolman es hermoso en verdad. Es sencillo, lógico y de una línea que, al igual que otros recintos de la orden de los nada sencillos seguidores del Obispo de Hipona, nos legaron a quienes ahora vivimos el siglo XXI. Aquí hemos visto el de Salamanca, Yuriria y Celaya en Guanajuato. El de Actopan en Hidalgo, varios en Michoacán y, al final, lo que sacamos en conclusión es que, ellos lograron desarrollar algo que hace poco se puso de moda: el minimalismo. Sus espacios son amplios, sobrios, puros, de linea geométrica y sencilla. Hacia eso nos enfocamos el día de hoy.

Sin pretender descubrir el hilo negro, sin quererle encontrar el segundo cuerno al unicornio o la vida al mar muerto, simplemente me vuelco a regodearme en los espacios creados hace varios siglos en los que destaca una pureza de línea impresionante, como esta puerta que conduce de la cocina al refectorio del antiguo convento.

Paredes lisas, arcos definidos, contrafuertes estratégicamente colocados, tanto para sostener como para armonizar el conjunto, eso es lo que veo al llegar al convento de Acolman.

El arrebato, por así decirlo, que tuvo el diseñador del convento, fue colocar ciertos elementos decorativos en lugares estratégicos. Como este escudo de los agustinos.

Me emociona que en 1560 ya se pensaba y se desarrollaba cabalmente algo que a mi, muy en lo personal me fascina: la pureza de la línea. Este es el patio trasero, algo que ahora entendemos como "patio de servicio" con acceso desde la cocina solamente.

Aquí vemos eso que te catalogué como "arrebato", una columna que se vuelve dos para dar paso a los arcos, al centro, una cruz. El relieve de cada junta de arcos vemos un diseño distinto, todos encerrando un simbolismo. Hoy no usaré términos arquitectónicos.

Este era el fogón de la cocina.

La escalera que conduce a la planta alta del claustro principal.

La bóveda de lo que fuera el refectorio y que ahora es sala de museo.

Esta escalera es una alegoría a las formas geométricas.

Así son las bases de las columnas de la arcada del claustro central.

El pasillo que conduce a las que fueron las celdas de los frailes.

El corredor de la arcada principal.

Geometría...

Armonía...

Un Chac Mool rescatado.

Una escalera que ahora está cegada.

Las ventanas de las celdas que incluyen ese banco para la contemplación.

Las almenas que pensaban colocar en el convento, con un marcado estilo Teotihuacano.

El sobrio colorido del XVI.

La cruz atrial que en este caso se volvió cruz claustral, si es que el término existe.

Esta fue la tina de baño...

...y esta la parte posterior, nota bien, que esto que vemos con forma como de trompo era el depósito de agua para alimentar la bañera.

Sale de sobra el comentario...

¿Será que ponían los libros en esos espacios, frente a los bancos de las ventanas?

La portería.

Todo convento del XVI que se respete incluía algunas soberbias pinturas en blanco y negro, con algún tinte, como es el caso, de café rojizo.

Inconmensurable...

Extraordinario...

Maravilloso...

Encantador...

Serenidad...

Recogimiento... Fe... no me canso, quiero conocer más!

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