miércoles, 11 de enero de 2012

Armonía con la naturaleza en Peralta, municipio de Abasolo, Guanajuato.

En el artículo anterior te comentaba lo interesante que es la visita a la zona arqueológica de Peralta en el municipio de Abasolo en el estado de Guanajuato; de su fácil acceso y de eso que, desde mi óptica fue un gran acierto el que los arqueólogos que tuvieron a su cargo el rescate del sitio hicieron: dejar la vegetación del lugar. Los árboles y cactos que allí crecieron años antes de que se diera a conocer la antigua ciudad donde se asentó la cultura El Bajío, conforman un panorama espectacular.

Esta armonía que hay en el sitio entre los vestigios arqueológicos y los gigantescos pitayos, como el de la fotografía; los pitahayos, los huizaches, los mezquites y los casahuates, además de los agaves, estos últimos que fueron dispuestos en la zona de acceso le imprimen algo que solamente lo podemos describir como armónico.

El término huizache, huisache o güizache es un nahuatlismo que deriva de huitzizachi. El término es el nombre vernáculo que reciben en México varias especies de la familia de las fabáceas, subfamilia de las mimosoideas. También el mezquite viene del náhuatl, mizquitl.

Otra cosa común en la región es el Myrtillocactus geometrizans, es una especie fanerógama perteneciente a la familia de las cactaceas, con ese nombre tan extraño nos estamos refiriendo al garambullo. La otra planta que destaca es la Stenocereus queretaroensis es el nombre científico de otro cacto, el conocido como pitayo. Curioso ver que en su nombre científico la pitaya lleva implícito el nombre de Querétaro.

Hace poco, cuando visité la zona arqueológica de Peralta, me tocaron los últimos días de floración del Casahuate que son precisamente estas flores pentapétalas blancas. Estos árboles se mantendrán aparentemente secos, pero dentro de poco saldrán sus nuevas hojas, para la primavera estará nuevamente frondosos y, si hay lluvia en la próxima temporada se cuajarán de flores. Es por eso que pienso que éste sitio es ideal para, reposadamente, caminarlo, admirarlo y, si te es posible, integrarte a él por varios minutos, tal vez una hora en la que te dediques solamente a la apreciación... una especie de degustación visual... para mi fue de lo más reconfortante. Aquí la prueba:





























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