lunes, 9 de enero de 2012

Y regresamos y nos bajamos del tren de la nostalgia.

Si sigues diariamente a El Bable sabrás muy bien que desde la Nochebuena nos subimos de pronto al tren de la nostalgia, todo comenzó con la canción emblemática de los setenta, esa de Donna Summer, luego abrimos El Álbum Privado y de allí comenzamos a hacer un recuento de los sitios conocidos que, gran cosa que en estos días me enteré, muchos de ellos fueron nombrados Patrimonio de la Humanidad. Hoy nos toca acabar con el tema y subirnos al tren, al tren que si hay algo en este mundo que me provoque nostalgia es precisamente eso: el tren.

Este es el artículo (post) número 1,112 si lo has leído El Bable de un año para acá, quizá no te has caído en alguno de los varios artículos sobre el tren, su historia y mis recuerdos. La razón es sencilla, los primeros 17 años de mi vida, los de formación, los viví a escasos cien metros de la estación del ferrocarril. El ruido de los vagones al pasar por los rieles lo tengo más que grabado, así también me pasa con el característico sonido del silbato que hace al anunciar que se va aproximando...

En alguna ocasión te conté cómo fue que aquella vez, hace muchos años vi una matanza de burros que fueron destrozados por el tren que iba a Valle de Santiago, el que se llamaba, casualidades de la vida, La Burra... ahora lo que vemos son los asaltos al tren, como por ejemplo esto que ves en la foto es cemento. Si te fijas bien al centro de esta vía no se ven los rieles y solo un polvo de color pardo. Es cemento que se fue tirando a lo largo de kilómetros y kilómetros pues al querer asaltar al tren dejaron abierta una de las tolvas que lo contenía y este fue el resultado...

Te conté también que era allí, junto a la oficina del Jefe de Estación, en donde hace mucho, cuando la gente tenía la sana costumbre de escribir cartas, iba yo, mandado por mi mamá a depositarlas al buzón y llevaba la consigna de gritar a donde iba la carta "porque si no lo haces no llegará" me decía ella, y yo gritaba el nombre de la población a donde iban. Regularmente a la ciudad de México y a Pensacola, en la Florida.

Y había algo que hacía en febrero, creo que esa era la fecha, luego del día de la Candelaria, cuando las peregrinaciones para ver a la virgen de San Juan de los Lagos regresaban a sus lugares de origen y la tradición marcaba regalar pitos de barro, sí, silbatos de barro, a todos los niños luego de cumplir la manda. Así que cuando pasaba el tren salían de las ventanas muchas manos que aventaban docenas de silbatos, la mayoría se quebraban, alguno que otro sobrevivía, esos fueron los "Pitos de San Juan"... algún día te contaré toda la historia...

Y siendo sinceros, luego de haber abierto el Álbum Privado te puedo contar cosas que salen de lo más profundo de las intimidades... como que aun el día de hoy, regularmente corto camino cuando voy por el rumbo de la casa de mis padres a lo largo de la vía, normalmente no hay gente y en muchas ocasiones me tocar ver pasar el tren con todo su cargamento de productos químicos, de contenedores asiáticos, de vagones canadienses y norteamericanos, de centroamericanos viajando de "moscas" a la frontera y de autos recién salidos de la fábrica... y todo el ruido que eso produce me transporta en el tiempo y me hace llorar. Es algo incontrolable, llorar cuando pasa el tren en su largo convoy.

Así pues, montado en este tren nostálgico me bajo en el kilómetro 332.5 que es donde se ubica, en lo que fuera el Ferrocarril Central Mexicano, la estación de Salamanca y volvemos a la realidad, volvemos a nuestro país... volvemos para seguirnos deleitando la pupila con las mil maravillas que nos faltan por ver en los próximos tres años... digo mil considerando que en tres años son al menos mil los artículos que se pueden publicar, uno al día...

Esto no es precisamente una promesa, pues nuevamente me enfrento a una mudanza más, a empacar, esta vez no con tantas cajas, para desplazarme... como las condiciones no son las más favorables, quizá no pueda publicar diariamente en los próximos días... como quiera, la meta está trazada, tres años más de El Bable, con sus respectivos mil artículos más, de los cuales ya llevamos avanzados 112... nos faltan 888. Bonito número, diría el Amo del Bable que era muy aficionado a jugar a la Lotería...

Verás aquí residuos tóxicos, el amarillo y el blanco... esto es habitual por el rumbo de la zona industrial de Salamanca, es decir, el nor-oriente, donde se ubica la Refinería...




Aquí los residuos son más que notorios, son esas espumas amarillas que parecen espuma de coca-cola, con la que aislan ciertas tuberías y luego las revisten de aluminio... hasta aquí llegaron.

Estas, por si no vives cerca de una vía, estas son las señales que se colocan para indicar como está dispuesto el cambio de vía...

Este tren carga puras tolvas con productos químicos.



Y estos contenedores son los rentados a Pemex para transportar, en este caso el combustóleo.

Contenedores que van a Manzanillo para de allí salir a Hong Kong... o viceversa.


Estos anuncios, como lo notarás, son recientes, y se pusieron a consecuencia de la cantidad de asaltos que se dan a los trenes.

Esta foto le hará pensar muchas cosas a Bob Mrotek, lector a quien agradezco su asesoría en el asunto ferroviario, pues en este cruce de la calle Emilio Carranza se verán una serie de anchos de vía que bien pueden ser objeto de todo un estudio. Y si te fijas al fondo se ve amarillo, ese fue un asalto al tren que cargaba maíz...

Y este es el lado triste que ahora hay en las vías cuando cruzan por las poblaciones. El que ves parado a la mitad, es un migrante, quizá hondureño, salvadoreño, tal vez guatemalteco. Eso ahora es cosa de todos los días, ver uno, dos, tres, una familia entera en ocasiones, solicitando ayuda para comer, pues van en eso que ellos llaman "la bestia" rumbo a los Estados Unidos, dicen que allá vivirán bien...

Y esta es nuestra triste realidad... lo que fuera, y sigue siendo, el patio de maniobras se convierte en basurero... ni hablar, ya nos bajamos del tren de la nostalgia y estamos pisando el suelo, el piso de la realidad.

4 comentarios:

  1. ¡Excelente Benja! Te felicito. Muchos saludos y un abrazo del año nuevo. ¡Adelante!

    Bob

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  2. Ahora oigo muy seguido el silvato del tren, vivo por el añillo periférico, que es por donde pasa el tren, conozco los que pasan por el centro del país, pero los de acá son como más modernos, incluso las vías. También los trenes entran a las industrias, pero no se oye que haya robos al tren.

    Los migrantes, pobrecitos, no saben a lo que se van a enfrentar en USA. Bueno Dios les ayude a llevar a cabo sus sueños.

    Muchos saludos!!

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  3. A mí también me produce nostalgia el silbato del tren, pero al mismo tiempo un atractivo que no puedo describir. Nostalgia, infancia, recuerdos...

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  4. ami me encantan los trenes,en donde vivo ya no pasa el tren pero vivo a una cuadra de la estacion y simpre me paso un rato ahi pensando en como seria si pasara y ahora de solo de acordarme de anntes tambien me provoca mucha nostalgia muchas gracias por los recuerdos

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