Una de las obsesiones que de un tiempo para acá he creado es la del gallo, su presencia en el Nacimiento, especialmente en los que se construyen en las zonas rurales, es decir, un Nacimiento de rancho no es concebible con un enorme gallo, tan grande como el tamaño de la figura del Niño Dios, la cual, también entendemos que es así de grande, rompiendo toda proporción, debido a su importancia, pero ¿es equiparable esa importancia a la del Gallo? Veamos:
“Atención, valor, virilidad, presencia, confiabilidad, y, como heraldo del alba, símbolo de resurrección solar y espiritual. Estos atributos positivos están más extendidos en lo cultural que el orgullo, arrogancia y la lujuria que también se asocia con el gallo. Está vinculado con el alba, el sol y la iluminación, casi en todas partes, excepto las tradiciones Celta y Nórdicas. En China, donde su cresta roja también sugiere el atardecer y el otoño, su nombre es homónimo de buena suerte: un gallo rojo protege del fuego, un blanco de los fantasmas. El gallo se sacrificaba en las iniciaciones, pero no se consumía. Era ejemplo de cinco virtudes chinas de mérito civil y militar, valor, fiabilidad y generosidad (de la práctica de ofrecer alimento a sus gallinas). También fue un emblema funerario, protegía del mal.
Los gallos también fueron animales sagrados en Japón, de ahí la libertad que se les daba en los templos sintoístas. El gallo llama a los adoradores sintoístas a la oración como una vez llamó a la diosa del sol Amaterasu de la cueva que se escondía su luz. En el budismo, el gallo, representando deseos carnales, se une al puerco y a la serpiente, como uno de los tres animales emblemáticos que ligan la humanidad con el ciclo de nacimiento y muerte.
El gallo también puede personificar la lujuria en el arte occidental. Sin embargo, en la cristiandad su simbolismo es, por lo general, positivo. Representa la luz y el renacimiento, poniendo en fuga la oscuridad de la ignorancia espiritual. Las veletas de iglesia con forma de gallo son emblemas de la vigilancia en contra del mal. Con el canto del gallo, desaparecen las apariciones fantasmales de la noche. Este simbolismo solar y protector es antiguo en todo el medio oriente. En la antigua Grecia, el gallo era un atributo de muchas divinidades, como Zeus, Apolo, Atis y Perséfone como dioses y diosas del renacimiento, Ares y Atenea como deidades de la belicosidad, Hermes como heraldo y Esculapio como curador. El gallo también es venerado en el Islam: era el ave gigante que vio Mahoma en el primer cielo cacareando: “no hay otro dios sino Allhá”.
El gallo es un mensajero familiar del inframundo en las tradiciones celas y nórdicas, dirigiendo las almas, llamando los muertos al combate o advirtiendo a los dioses del peligro. Algunas tradiciones africanas asocian su reputación para la previsión con la idea del conocimiento secreto, y en consecuencia, con la brujería.
El papel del gallo como emblema de Francia parece derivarse de un juego de palabras romanas, ya que el latín gallus significa a la vez “gallo” y “un galo”. Otro curioso vínculo con el tiempo aparece en los tres gallos que cantan para contar las tres veces que el discípulo Pedro negó a Cristo. Desde entonces, el gallo se ha convertido en uno de los atributos de San Pedro, que es el santo patrono de los relojeros.
No olvidemos que el gallo es símbolo también del Calendario Chino. En la Biblia, el gallo es mencionado en Juan 18:27 "Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo."
Y, en todo rancho mexicano hay un gallo que anuncia la salida del sol, el inicio de la jornada, hora de levantarse para ir a trabajar en el campo... y en un Nacimiento de rancho que se respete, debe estar presente, sin lugar, a dudas un gallo.
Fuente:
1.- Tresidder, Jack. Diccionario de los símbolos. Grupo Editorial Tomo, México, 2003. pp. 107-108
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