Se acaba 2017 y dejo, una vez más, un gran pendiente que tengo: beber pulque y, claro es, visitar una pulquería. Haré el propósito de lograrlo para el 2018 que ya nos está tocando a la puerta. Mientras ocurre, comparto esta breve y sustanciosa lectura:
Los locales en que se venden y se sirven estos aguardientes de cactos no son exactamente tabernas -a las que se acude exclusivamente para beber- sino lugares de cita, plática, cante, alcahueteo, conspiración política y baile. En tiempos de Maximiliano las pulquerías estaban en su apogeo y era inconcebible imaginar una sin el rasguear de guitarras, bailarines improvisados entre la clientela y su china poblana: ¡gran institución!
Entornemos los ojos e imaginemos un local nocturno iluminado con velas de cebo y hachones de trementina. En el fondo del cuarto hay barriles con letreros del tipo de bebida que contienen: el Bonito, el Refino, la Miel en Penca, los pulques “curados”. Sobre el mostrador en que se despachan las bebidas, hay grandes vasos, llamados “tornillos” “chivos, o “floreros”. Los parroquianos forman corrillo sobre el piso: sentados unos, en cuclillas otros, o bien de pie marcando con un cierto contoneo de codos y dedos los compases del “jarabe”. Los bailantes taconean recio en la madera del piso; otros, por falta de zapatos, hacen gala de la potencia de sus pies desnudos. Trenzan las piernas, tan pronto pisan con la punta del pie o del talón, inclusive, del tobillo. Se adelantan unas veces, retroceden otras. Se yerguen, se inclinan anudando las manos a la espalda. Cuando uno de ellos pone rodilla en tierra, el otro pasa la pierna por encima como brincando sobre su pareja.
Luca di Tena, Torcuato. Ciudad de México en tiempos de Maximiliano. Planeta, México, 1990, p.137
En nuestro pueblo existía la pulquería la "reina Xochitl" cerca del mercado sobre la calle Guerrero antes de llegar a 5 de Mayo.
ResponderEliminarViví al norte de la Ciudad, en una de las tantas colonias pobres, pero donde no faltaban las pulquerías cada dos o tres calles, eran parte del paisaje urbano de aquellos lugares. Tenían unos nombres muy vaciados. Algunos aludían a algo relacionado con el pulque. "La Raspa"-El Tinacal, La chiripa, La pajarera, Las Mañosas, El Maguey. Las conocí solo por fuera, era yo un chaval.
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