Aquí en Salamanca hubo un oficio que se desarrolló hace ya varias décadas y que está a punto de desaparecer, la cartonería o moldeado de cartón. Sabemos de la existencia de las muñecas de cartón tan características de la zona, las que son elaboradas en Celaya, esas son vendidas, especialmente, durante la Semana Santa. Pero hubo otro tipo de trabajo en cartón más delicado y que se usaba en los festejos del Corpus Christi, el cual consistía en la reproducción de la actividad de cada gremio en figuras de cartón, singulares obras artesanales que tenían un negro fin.
Esa es una de las tradiciones ya perdidas, quizá por el costo que implica o por la difícil elaboración de las escenas cotidianas de cada uno de los oficios. En la celebración que estamos teniendo en estos días hubo la oportunidad de ver dos de estas auténticas reliquias, una del gremio panadero, la otra del textil, con ellas nos podemos dar una idea de lo que en la primera mitad del siglo XX sucedía a la una de la tarde en la llamada “quema de la pólvora”.
El Lic. José Rojas en ese libro que tanto he citado aquí, Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense de Editorial Porrúa, publicado en 1982, comenta al respecto: “Todavía debo añadir algunos detalles de esa celebración. Los cohetes que se queman todo el día son tan vulgares y molestos como cualesquiera otros, pero los de la una de la tarde tienen una particularidad muy especial; el Templo que hoy llamamos la Parroquia Antigua tiene un gran atrio con barda de arcos invertidos alternando con remates lobulados y dos puertas, que corresponden a la frontal y a la lateral de la iglesia".
"Pues bien, antes, sobre los remates y hasta en los arcos, desde una a otra puerta y encima del pilastrón de refuerzo en el ángulo de la barda, al mediodía en toda la octava de Corpus, se colocaban unas figurillas de cartón representando algunas de las actividades y objetos relacionados con el trabajo del gremio al que le toca la fiesta; por ejemplo el día de los matadores y tocineros (carniceros) ponían toritos y puercos gordos de cartón, cada figura de unos veinte o veinticinco centímetros de alto, aproximadamente, hombres cargando cuartos de buey, chorreantes de sangre, el acto de degollar un cerdo, un muchacho cargando la manteca, el birriero despachando, cortando los trozos con gran cuchillo sobre su banco, que es un tronco de mezquite con tres robustas patas, etc".
"Los zapateros ponían zapatitos muy bien hechos, o el maistro en su banco claveteando un zapatito auténtico en proceso de terminación; los tejedores mandaba hacer muñecos junto a verdaderos telares de madera en miniatura, etc. Pero cada una de estas figurillas, con frecuencia admirables, llevaba atados varios tremendos cohetes y una larga mecha de una a otra en toda la serie. Al sonar la una de la tarde comenzaba un repique, con las esquilas a vuelo, en la torre de la iglesia y se prendía fuego a la cadena de cohetes, que iban tronando sucesivamente y haciendo volar en pedazos las figurillas en medio de un estruendo que duraba como un cuarto de hora y la mole de la iglesia quedaba envuelta por una gran nube de humo"
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