Pozos, el secreto mejor guardado de Guanajuato

De Pozos había oído hace algún tiempo, lo asociaba con algún poblado cercano a Guanajuato ya que su nombre completo es Mineral de Pozos, fue hasta hace poco que finalmente di con él, por mera casualidad, la verdad. Era cuando estaba aun con problemas para caminar luego del accidente que tuve hace ya dos años. Me motivó ir al norte del Estado porque vi una foto de la Parroquia de San José Iturbide que me impactó y decidí irla a conocer, llegué primero a San Luis de la Paz y allí fue que me enteré de que a pocos kilómetros, 8, se ubica Pozos, unos cuantos más y se llega a Iturbide. No lo pensé y para allá me fui, solo que con la dificultad que tenía para caminar, pude dar un recorrido más bien chico, quedé invitadísimo a volver. Lo acabo de hacer.

Siendo un blogger me dediqué un día a buscar información de Pozos en internet, para llegar bien informado y verlo completo, lo poco que pude conocer la vez anterior me dio la pauta a intuir que era algo un poco más allá de lo imaginable, solo que me topé con un problema, se mencionaba mucho de hoteles “boutique”, entiéndase caros, de comida “gourmet” entiéndase cara, de bienes raíces que han ido creciendo… definitivamente un lugar caro. Opté por pasar la noche en San Luis de la Paz, de ese lugar les contaré más adelante, Pozos me llevará toda la semana.

Diez pesos cobra el camón que sale cada 20 minutos de San Luis de la Paz a Pozos, media hora le toma llegar, son solo 8 kilómetros porque hace paradas a todo lo largo del camino. Me levanté más temprano de lo habitual, la idea era aprovechar el día… ¡y qué día que fue! A las ocho y media estaba ya en el pueblo, la entrada es alucinante, casas de adobe de la que, en el mejor de los casos quedan dos paredes en pie, los techos han desaparecido completamente pero la gloria del pasado se ve a cada paso, no fueron casas sino casonas, mansiones las que allí se levantaron hace un siglo, una o dos cuadritas mas y estaba ya en la Plaza. Si, en la plaza, con jardín y kiosco y un trinar de pajaritos que hacían el ambiente ideal para comenzar ahora sí y en serio a caminar todo el pueblo de Pozos que dicen ser “fantasma”, a la entrada de la Sierra Gorda de Guanajuato.

Pozos era ya conocido por los antiguos mexicanos que poblaron la zona, los Chichimecas, de allí sacaban plata, la que afloraba al ras de tierra, no había necesidad de excavar la plata se encontraba con facilidad. La abundancia de frutas y lo benigno del clima crearon el ambiente ideal para que hubiera una especie de asentamiento del pueblo que siempre vivió errante. No es de sorprendernos que en este mes de junio la abundancia de pitahayas y demás frutos de los cactus se encuentren en abundancia, lo es ahora, lo ha sido siempre. Comida había, agua también y el gran agregado era la plata, que ya tenía valor en la época prehispánica.

En las primeras incursiones españolas hacia el norte del territorio conocido luego de la conquista, la llamada Gran Chichimeca, se dieron cuenta los ibéricos que allí había plata, solo que no contaban con la agresividad del pueblo Chichimeca, totalmente distinto a la pasividad Otomí. Por fortuna, para los españoles, en 1572 llegan los Jesuitas a la Nueva España, pocos años después son asignados a evangelizar el territorio que ni Franciscanos ni Agustinos pudieron dominar, el Gran Tunar, la tierra de abundantes tunas, el territorio Chichimeca. Los Jesuitas son asignados a la empresa más difícil, pacificar al pueblo Chichimeca y lo logran cuatro años después de su llegada, era el año de 1576.

Años más tarde el Virrey, Luis de Velasco hijo, sabedor de los yacimientos de oro, plata, mercurio y cobre autoriza a que los Jesuitas sean quienes dirijan la explotación minera, lo que originalmente habían nombrado como Palmar de la Vega, ahora se le agregaría el “de San Pedro” se inicia la explotación de la mina más grande de la zona, Santa Brígida, siempre bajo la acuciosa dirección jesuita, la cual la condujo a ser un emporio en su tiempo, el Camino Real de Tierra Adentro, el que unía a la Ciudad de México con Zacatecas pasaba por allí.

Los pueblos mineros de Pachuca, Pozos, Guanajuato, Zacatecas, Sombrerete y Guadiana daban más y mas impulso a la economía española, la plata que aquí se producía circulaba en, prácticamente, todo el mundo. El Camino Real generaba riqueza, por allí pasaba todo el mineral que iba a dar hasta Veracruz para ser embarcado a España y por ese mismo camino pasaba toda la mercancía que hacía la vida más fácil a los pobladores de los vastos territorios novohispanos. Pozos era parada importante en la ruta.

En el siglo XIX y luego de la inestabilidad que la guerra de independencia creó, la producción minera en Pozos, al igual que en casi todo el territorio se vino abajo, fue hasta finales de ese siglo que recupero su auge, Pozos en 1895 tomó un impulso tal, que la volvió la ciudad más rica de todo el Estado de Guanajuato, se le dejó de llamar Pozos, ahora su nombre sería Ciudad Porfirio Díaz, en honor, claro está, al General que impulsó más que ningún otro presidente la explotación minera. Era tal su importancia que la ciudad llegó a contar en 1900 con más de 50 mil habitantes, comparables solo a centros urbanos como Puebla, Morelia o Guadalajara.

De pronto la ambición de obtener más y más riqueza de la ya generada en las minas de Pozos llevó a sus propietarios a excavar mas allá de los 250 metros que ya tenían en la profundidad de los tiros, la revolución estallaba en la Ciudad de México al tiempo que en Pozos estallaban las capas protectoras de los mantos freáticos, las excavaciones al no ser controladas hicieron colapsar las cavernas subterráneas y las minas, en su totalidad, se inundan, no pasó más de un año en que la Ciudad Porfirio Díaz fuera abandonada, sus almacenes de exquisitos vinos y mercadería francesa, tan de moda en la época, son cerrados, el teatro es abandonado, asimismo la estación del tren y los templos y las casas, incluso las minas fueron dejadas.

Pocas familias quedan en el pueblo, termina la revolución pero otro conflicto más agrava la situación política del país, la Guerra Cristera. El pueblo de Pozos enardecido por el asesinato de uno de sus sacerdotes entra en la Presidencia Municipal y la incendia, se pierde todo documento del glorioso pasado y ahora si el pueblo es abandonado, se vuelve un fantasma, el Pueblo Fantasma de Pozos.

Caminar por sus calles, ver a cada paso las construcciones en ruinas, sentir el silencio que no es agobiante, sino el marco musical ideal a una maravilla que bien podría denominarse como el secreto mejor guardado de Guanajuato, su tierra rojo intenso, los restos del acueducto, las minas que muestran aun orgullosas su grandioso pasado, las calles empinadas, empedradas, su pequeña alameda que nos envía directamente a la plácida vida del siglo XIX está presente y aun con vida en Pozos… las enchiladas potosinas mas deliciosas que he probado últimamente las comí allí, en El Pozo Seco, ($65 peos con bebidas), ni te digo donde está, lo encontrarás fácilmente. Si no tienes presupuesto quédate en La Casa del Venado Azul ($250 pesos) si tienes suficiente, hay tres hoteles magníficos…(ojo, los precios son del 2009)

Esta historia continuará…
Más información de Pozos en el siguiente sitio:
http://www.mineraldepozos.com/index.htm