Si hubiera planeado la secuencia de los artículos que durante la semana fui escribiendo, quizá no hubieran conducido todos a la misma idea, fueron saliendo en forma espontánea, hubo dos ideas que se desarrollaron, por un lado el fuego, su simbolismo y sus ritos, el otro el sincretismo, de cómo dos pensamientos, en este caso, los religiosos se unen y hacen una combinación afortunada. Hoy para concluir las casualidades nos llevan al tema del Solsticio, el inicio del verano, el cual se dio el pasado 21 de junio. En la latitud que vivimos en México los cambios de estación no son tan notorios, como en países que están más al norte y es de allá que nos viene la tradición que en buena medida no nos trajeron durante la conquista: La noche de San Juan.
San Juan Bautista es, indiscutiblemente el santo más importante que hay dentro de los cientos de santos que la iglesia Católica celebra, tiene una característica: es el único cuya celebración se hace el día de su nacimiento, que es el 24 de junio y marca precisamente 6 meses antes de llegar a la celebración más grande que hay, el nacimiento de Jesús. Es decir, San Juan Bautista se ubica tres días después del solsticio de verano, Jesús tres días después del solsticio de invierno. ¿Casualidades? No lo creo, pues el Bautista lo dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.”
El 3 es el número de la divinidad en la religión católica, las fechas no se dan al azar, encierran siempre un significado, mantienen una lógica intrínsecamente ligada a la filosofía y al significado que encierra cada cosa y cada número. Esa representación del 3 lo vemos nuevamente reflejado en el otro Juan, el Evangelista, el que se dice fue “el discípulo amado de Jesús” pues su celebración es precisamente tres días luego del nacimiento de Jesús, el 27 de diciembre. Así como el Bautista es quien anuncia el nacimiento, el Evangelista es el que anuncia su muerte. A ese periodo, el más productivo que hay en el año en cuanto a siembra y cosecha de granos se refiere, se le nombra, en una buena parte del mundo “Los Juanes”.
La fiesta de San Juan Bautista, tradicionalmente en el México colonial, revestía una enorme importancia, ya que estaba asociada con el agua. Antiguamente se pensaba que el día de San Juan era un día mágico en el que todas las aguas de los ríos, lagos y manantiales cobraban una fuerza especial, el baño se volvía ritual y la celebración fue perfectamente aceptada por los antiguos mexicanos ya que Tláloc en su representación no solo de lluvia, sino de agua, era de las mas festejadas. Salamanca se llamó originalmente Xidóo, cuando los primeros españoles llegaron se le nombro San Juan Bautista Xidóo y su ubicación era precisamente a un lado del Río Lerma, el Madonté que llamaban los otomíes, o el Grande como lo llamaron los españoles. No es de extrañarnos que en la festividad que acaba de pasar se regalara un jabón, un ejemplo más claro de lo que es el sincretismo no puede haber.
La celebración del solsticio de verano es de las más antiguas de la humanidad, entre los griegos eran las fiestas de Apolo dios que personificaba al sol, para los romanos estaban dedicadas a Minerva, diosa de la guerra, en ambos casos, los rituales se escenificaban con fuego, con enormes fogatas, los jóvenes saltaban encima de ellas en busca de una purificación, los mayores pasaban, junto con sus animales por arcos de fuego, siempre con la idea de una purificación. En cambio los celtas las dedicaban a Beltaine y sus festejos iniciaban desde mayo, para concluir en el solsticio con enormes fogatas en busca de la purificación, se decía que ese día las brujas andaban sueltas, la gente no dormía y se protegía con la luz de las fogatas ya que esa es la noche más corta de todo el año, de allí viene ese sincretismo, en este caso, el que la iglesia Católica tomó de todos los rituales de la antigua Europa que les fue imposible de eliminar.
El maestro michoacano Jesús Álvarez Constantino lo define claramente en su libro “El pensamiento mítico de los Aztecas” de Editorial Balsal 1977: “El propio Cristianismo, una de las religiones más espiritualizadas del mundo, hunde sus raíces en el materialismo de las religiones anteriores; las celebraciones del nacimiento y muerte de Cristo se derivan de las antiguas fiestas paganas del nacimiento y muerte del sol, dios supremo en muchos pueblos primitivos. Todavía ahora, la custodia que representa al Altísimo es un sol de oro, orlado con fulgurantes rayos de luz.” ¿Y qué es esto que en Salamanca acabamos de vivir con las celebraciones del Corpus Christi y sus ofrendas de velas? Creo que esto fue la concentración de todas esas antiguas celebraciones, en donde el fuego purificador está presente, se le fue a celebrar Jesús para agradecer de un año próspero, para pedir un año de bienestar… No cabe duda que nuestra esencia humana no ha cambiado en nada en cientos de miles de años.
Las fotografías del altar de San Juan Bautista fueron tomadas en su templo de San Juan de la Presa aquí en Salamanca, el día de celebración, las sagrarios fueron los que sobrevivieron a un incendio en el Templo de San Agustín de Yuriria, la pintura del Bautismo de Jesús por San Juan corresponde al baptisterio del mismo templo en Yuriria. El cáliz en lentejuela fue parte de un altar en las pasadas celebraciones del Corpus en Salamanca.
Si los términos litúrgicos se te confunden, aquí hay una pequeña guía gráfica para que los identifiques mejor:
http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/liturgia/objetos_liturgicos/a_objetos_liturgicos.htm
Si los términos litúrgicos se te confunden, aquí hay una pequeña guía gráfica para que los identifiques mejor:
http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/liturgia/objetos_liturgicos/a_objetos_liturgicos.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario