El panteón en Mineral de Pozos, Guanajuato

Siendo Mineral de Pozos un lugar tan antiguo pensé encontraría una buena cantidad de tumbas de considerable antigüedad. No fue así, lo cual no lo quita esa singular belleza que todos los cementerios guardan, al menos a mi me agradan, me parecen lugares llenos de historia, en donde el silencio está siempre presente, en donde se camina despacio, se habla a media voz y, sobre todo, se reflexiona a profundidad del sempiterno misterio de la vida y la muerte, del inevitable paso al mundo desconocido. Del cierre del círculo alfa y omega.

El camino de casi dos kilómetros desde el centro está lleno de hermosos paisajes, de casas derruidas unas, abandonadas otras, de paredes de adobe que han soportado, en medida de lo posible, el paso de los años, unas completas, otras a la mitad y otras ya solo en sus cimentaciones. Fue mi primera visita desde que bajé del autobús, así que era temprano, lleno del trinar de pajaritos y de un viento fresquecito que hizo muy agradable la caminata. Pasé junto al primer tiro de mina que veía, seguramente fue una pequeña pues su casa era más bien modesta, no así su mina, la cual no me atreví a ver, pues padezco de vértigo y las minas de pozos no están protegidas, tiré una piedrita para comprobar su profundidad y… qué bueno que no me asomé, tardó mucho en oírse el golpe en el agua.

Una barda moderna rodea al panteón, lo cual contrasta con las primeras hileras, en donde se encuentran las más antiguas, las de finales del siglo XIX. Lo primero que te recibe en el lugar son dos féretros vacíos, arrinconados en uno de esos cuartos que fungen de bodegas hechos en adobe de tierra rojiza, de color intenso, como composición es ideal esa coloración con el herrumbre de la caja fúnebre, es una escena fuerte para quienes no están acostumbrados a visitar los panteones, no para rezarle al muerto, sino para encontrar la belleza tan particular que allí se encierra.

Pero las sorpresas fueron mas y mayores, al ver que todas esas tumbas con sus cien años o más, han sido profanadas, seguramente buscadores de tesoros llegaron aquí cuando el pueblo no contaba con más de 100 habitantes, esto hace cosa de 30 ó 40 años, en la actualidad cuenta con 4000. Vi una totalmente destrozada, la caja ya casi no existe y se ven aun algunos huesos, todo lo demás está desaparecido por el paso del tiempo o por el paso de los saqueadores. Las demás tumbas, sin excepción tienen agujeros, grandes, suficientes como para sacar y meter cosas, más bien sacar, desconozco cuando habrá sucedido esto.

Algunas de las lápidas, las pocas que quedan, mencionan aun el nombre anterior que tuvo el lugar: Ciudad Porfirio Díaz. Seguramente hubo más panteones pues ese que visité contaba con pocas tumbas antiguas, la mayoría son recientes y allí dentro de ese lugar, para mantener el estilo reinante del Pueblo Fantasma hay monumentos que alguna vez recordaron las glorias del difunto y que ahora están en ruinas también.

Pozos es un lugar excepcional, su panteón también lo es, esa mezcla de espacio, ese silencio del poco transitar, más bien nulo transitar, de gente por el camposanto le da un sabor por demás especial, no es monumental, pero tiene algo, algo tiene que motiva a visitarlo… pero, si los panteones no es lo tuyo, pues mejor sigue de paso pues hay tanto que ver en el lugar que un día entero no te bastará para llenarte los ojos de la esplendidez de la gloria pasada.