sábado, 4 de mayo de 2013

La majestuosidad de la selva en Chiapas.

   Este día no lo tenía planificado, es decir, pensaba venir a Palenque para volver a caminar por la zona arqueológica, sería esta la tercera vez que lo haría, la primera fue mi primer encuentro con la selva, salí  fascinado del lugar, la segunda fue algo totalmente distinto pues era invierno y un norte azotaba la región, llovía con fuerza y aun así entré a medio recorrer la zona, pero era tal cantidad de agua la que ya había caído que me era difícil caminar, esta vez, ya te lo conté, vi una zona, si bien ya invadida por los vendedores ambulantes (que venden todos exactamente lo mismo de lo mismo), su magnificencia es aun mayor. Al recorrerla en su totalidad nos adentramos a parajes de la selva que se antojan fuera de este mundo.

    Hace casi veinte años, cuando aquella magna lluvia, al día siguiente, o después, cuando acabó el temporal,  me fui por una infame carretera algo así como 8 horas para llegar al embarcadero de Corozal, que aun se llamaba Frontera Echeverría, luego seguí por el río Usumacinta, llegué a Yaxchilán y allí dormí en una tienda de campaña, fue una noche extraordinaria, esa experiencia te la conté en alguna ocasión, lo puedes leer aquí. Mejor dicho, te sugiero lo leas para que luego veas la diferencia entre lo que fue ese viaje y este que apenas acabo de hacer.

    Cinco de la mañana, estaba despertando y, sin pensarlo más me levanté, entré al baño en donde hay, como en todos lados dos llaves, una con agua caliente, la otra con agua a punto de ebullición, el calor ha sido tremendo en estos días, me dicen que mayo es el mes en que más calor hace por Palenque. Y no lo dudo. A las 5:45 estaba ya en la puerta del hotel, uno muy modesto que está sobre la calle principal, unos cuantos locales más está un Oxxo, por lo tanto hay café. Llegó el transporte con los habituales turistas que como témpanos de hielo no contestan el saludo... indudable que vienen de lejos. (De Ucrania, luego me enteré). Hacemos el cambio de vehículo en uno de los hoteles de la zona "nice" y el ambiente cambia, eran solo latinos, así que los saludos no se dejaron esperar y las impertinencias también: ¿dónde consiguió el mate? me dice una señora con evidente acento argentino ¿mate?, dije... En México no hay mate, señora, es café. "Vemos lo que conocemos", dijo Goethe, esta dama me lo reconfirmó.

    A las seis y media estábamos ya tomando la carretera llamada "frontera sur", veo la primera sorpresa, el camino aquel, tortuoso e infinito ahora es una carretera pavimentada de doble carril. Lo que fueron casi ocho horas de camino ahora se reducen a menos de dos... indudablemente que hay un avance. La luz solar ilumina ya la selva por donde vamos cruzando y uno a uno se van sucediendo los lunares que, con la tala inmoderada, se le han hecho a la selva. Hay partes arrasadas en su totalidad, varias hectáreas que fueron convertidas en ranchos ganaderos. Hay partes en las que aun están humeando los troncos, en otras se ve que apenas hace pocos días talaron los árboles. En algunas (muchas) partes se ve que cortaron las mazorcas de la última siembra de maíz y allí siguen las plantas, secas en su totalidad. El guía comenta que cuando talan la selva el terreno da para tres o cuatro siembras de maíz y luego se vuelve estéril.

    A pesar de que estamos en temporada de secas van apareciendo en el camino arroyos y ríos de tal dimensión que ya quisiera el Lerma tener tal cantidad de agua, como este que ahora vemos en la fotografía. Y así como se van sucediendo los ríos, uno a uno; los topes se van sucediendo en forma inmisericorde, uno a uno a uno. Un buen ejercicio, contra el aburrimiento -si es que te llegara a aburrir este paisaje abrumador de la selva- es contar los topes que hay a lo largo de estos 180 kilómetros... un centenar son pocos, apenas una aproximación numérica.

    7:30 horas, primera escala en el camino para desayunar. El paquete que compré por tan solo 650 pesos incluye transportación con aire acondicionado, lo cual es una verdadera bendición; las entradas, el desayuno, la comida y la lancha. No menciona de guía pero llevamos un guía que a la vez conduce el vehículo.

    Una cabaña en la selva, un comedor en la selva, una cocina en la selva y un buffet ya listo para que los turistas que nos aventuramos por acá desayunemos pues lo que sigue será intenso, largo y un poco agotador. Hay fruta, jugos, huevos, pan, tortillas, frijoles, cereales... todo a merced del apetito de cada quien. Hay baño y si no vienes preparado con agua, no es la última oportunidad, pues, si hay cientos de topes a lo largo del camino es porque hay varias docenas de comunidades en ese camino que, contrario a lo que piensas, lo que menos tiene es estar en despoblado.

    El panorama que continua es espectacular en términos de lo que queda de naturaleza, de pronto se hace oscuro, es cuando cruzamos por las partes que han podido evitar ser taladas, que son las menos, lamentablemente. Las comunidades van de muy sencillas a muy pobres y se ven también las muy jodidas, no hay otra palabra que encuentre que lo pueda definir mejor. Aunque el guía menciona un término que, dice, se acuñó recién en la presente administración gubernamental: pobreza multidimensional.

    El guía, bastante ameno, comenta de esa "agua negra producto del imperialismo", refiriéndose a la Coca-cola, y va comentando, cosa que, no hay necesidad de comentario pues los letreros aparecen por el camino, que sigue aun la presencia del movimiento del EZLN, si bien ya no encapuchados, mucho menos armados, si en conceptos. Hay varios retenes militares en el camino, creo fueron dos. Y hay, cosa extraña, una especie de aduana al llegar a Corozal, el punto fronterizo más remoto que tenemos en México, allí se cruza por lancha a Guatemala. Y la aduana cobra 15 pesos a cada persona que llega, dinero que es destinado a la conservación del lugar.

    Mucho vemos y más oímos en "el canal de las estrellas" y otros medios que suelen deformar la realidad, sobre la pobreza extrema, cuando vamos para Yaxchilán las muestras de ello son notorias... la zona rica en naturaleza es bastante pobre en sus grupos sociales. Sigo oyendo las barbaridades de los turistas que comentan cosas como ¿de qué se quejan si viven bien? Aquí hay de todo -remata la dama. Pienso en mis adentros: hay de todo incluida la desnutrición, las enfermedades estomacales, y muchas cosas más.... ¿sabrán este tipo de turistas lo que implica no tener agua corriente en un baño, en una cocina? No tener drenaje, etc. Creo que no.

    Y seguimos viendo más y más zonas taladas de selva, estamos ya en la que se considera zona de amortiguamiento de la selva lacandona, el segundo pulmón del mundo, luego de la amazonía... ¿Has sentido calor en los últimos días? Creo que con esta imagen te darás una idea de la razón por la cuál el cambio climático en el que estamos inmersos es de la dimensión que es...

    Llegamos a Corozal, nos vamos a donde se quedará el vehículo en resguardo, el calor es un poco más allá del humanamente tolerable, un auténtico horno. La chamarra con la que me cubrí las dos primeras horas cuando el aire acondicionado era frío ahora no me sirve de nada. Hay un baño, lo uso, estamos listos para partir, nos vamos al embarcadero y si este es el Usumacinta en tiempo de secas, imagina lo que será en temporada de aguas:

    El río es enorme, creo el más caudaloso de México, aquí lo vemos desde la zona de servicios del embarcadero. Los playones de arena no recuerdo haberlos visto aquella vez, tampoco haber bajado tanto para abordar, como quiera, el río es enorme.


     Y salimos río abajo, una verdadera y auténtica maravilla... algo que en inglés se diría "far beyond expectations". Estamos navegando el Río Usumacinta.

    El lado derecho corresponde a Guatemala, este río es el que marca la frontera de México y ese país cuando éste pasa por Chiapas.

    Las majestuosas ceibas se ven por todo el cauce del río...

   Y llegamos a Yaxchilán, ya desde de lo lejos alcanzamos a ver los vestigios anrqueológicos, lo que fuera una especie de puente o basamento que los mayas construyeron; el río está bajo y se alcanza a ver unas curiosas construcciones que en tiempos de aguas quedan casi cobiertas en su totaltidad... desembarcamos en una de las playas y subimos para llegar al punto de acceso a la zona arqueológica y los caminos por la selva nos invitan a cruzarlos.

    Y por ahí nos vamos... imponentes caminos, es temporada seca, se nota por la cantidad de hojarasca que hay.

    Te propongo que te pongas por meta próxima a cumplir una visita a Yaxquilán, tu apreciación a la naturaleza y a la riqueza arqueológica de México te hará cambiar todos tus puntos de vista que mantienes sobre ellos.

    El sitio es algo diferente a todo lo que hayas visto con anterioridad. Una energía muy especial se respira por aquí... no acabaré de decirlo, es majestuoso...

    Creo no te estoy exagerando...

   Lo que si debes hacer es ponerte repelente, serás una delicia para los insectos del lugar, así que lo primero que debes incluir en tu bolsa de viaje es uno de estos productos...

   Ahora implica una hora o una hora y cuarto para regresar, vamos contracorriente, llegamos al embarcadero, comemos, reposamos un poco, el calor ha subido aun más.... 45 minutos de camino y llegamos a la zona de control lacandón, hay que cambiar de vehículo y nos adentramos en una selva gris... digo gris porque el camino es de terracería y el polvo ha cubierto todos los árboles de cada lado, es lo de menos, en veinte minutos estamos ya en Bonampak.

    Aquí todos los servicios son proporcionados por lacandones, ellos son quienes mantienen el control de la zona con sus vehículos, sus guías, hay tiendas, restaurantes sencillos y cabañas para hospedarse también... el sitio se antoja para pasar varios días pero nuestro objetivo por ahora es tener un encuentro con la policromía maya, creo será la respuesta a esto que hemos visto desde hace dos meses que llegamos al Sureste mexicano, el color por todas partes.

    Aquí lo tienes: la selva, los templos de Bonampak y allí, de lado derecho está el monumento más espectacular de toda la civilización maya: sus frescos.

    Y aquí lo tienes, el azul maya.


"Gracias a la vida que me ha dado tanto; me ha dado la marcha de mis pies cansados; con ellos anduve ciudades y charcos, playas y desiertos montañas y llanos." (Violeta Parra).

1 comentario:

  1. ¡Gracias Benjamin! Tu artículo, como siempre, despierta muchas emociones.

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