San Ramón, cuídame de los chismosos!

Hoy 24 de Septiembre celebramos a Nuestra Señora de las Mercedes, hay tanto dentro de las creencias populares que, de pronto, toparnos con una de estas antiguas tradiciones se nos antoja sea broma, pero no lo es, ésta es una de las tantas creencias que hay en nuestro mundo, no solo en México sino un poco mas allá: en el mundo Católico. Me refiero al culto a San Ramón Nonato, para lo cual tuvieron que pasar muchos, muchos años para entender eso que decía mi mamá: “¡San Ramón, tápale la boca!”

En el Estado de Guanajuato fue realmente limitada la presencia de los Mercedarios, orden mendicante que llegó a México un poco después que lo hicieran las demás. Por todo el Bajío vemos una fuerte presencia de Franciscanos, Agustinos y Jesuitas, poca de Dominicos, quizá porque a ellos les fue asignada la Santa Inquisición es la razón por la cual no los vemos tanto en el estado pues estaban ocupados en buscar herejes. Igual pasa con los Mercedarios, cuya presencia la tenemos en Valle de Santiago y en Celaya. La foto, por cierto, está tomada en la terminal de autobuses de Valle.

Es en el siglo XIII cuando se funda la Real, Celestial y Militar Ordenen de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, en Barcelona, lo hace San Pedro Nolasco y al poco tiempo Ramón (1204-1240) se une a ellos, este santo es conocido como Nonato debido a que su madre muere durante el parto y hubo necesidad de practicar una cesárea al cadáver para que Ramón pudiera nacer. Era la época de la invasión y dominio de los “sarracenos” es decir, los moros, los árabes que invadían España desde hacía ya seis siglos, la lucha era continua y los Mercedarios tenían como objetivo el liberar a los presos en estas invasiones que eran conducidos al norte de África, zona ya propiedad de los árabes.

Se estilaba en la época que para liberar a los detenidos se tenía que pagar un rescate, era, a final de cuentas un secuestro lo que estaba llevando a cabo, los Mercedarios colectaban el dinero para pagar estos “rescates”, iban a la zona africana en pos de liberar a sus compatriotas, cosa que hizo Ramón, el cual además de liberar se dedicaba a predicar, cosa prohibida por los árabes so pena de muerte. Ramón lo hacía y fue detenido y martirizado una y otra vez al grado tal que hubo necesidad de amarrarlo y ponerle un candado en la boca para que se callara. Quizá aquí el romanticismo de la escena rebasa lo creíble, como quiera nos da la razón por la cual San Ramón Nonato está asociado con el uso de los candados.

En este templo de Nuestra Señora de las Mercedes que encontré en Lagos de Moreno, Jal, se mantiene el culto a San Ramón, así como la tradición lo marca, como protector contra chismes, murmuraciones y falsos testimonios. Los candados son testigos mudos, mudos en verdad, para mantener la boca cerrada a las murmuraciones, envidias y males, no de ojo, sino de palabras que muchas gentes tienen por costumbre hacer. Finalmente entendí la expresión que salía de boca de ella, mi madre.