jueves, 30 de diciembre de 2010

Tres personajes, una vida: México

México es tan, tan vasto; tan, tan grande; que si nos salimos del habitual tema de templos, paisajes y haciendas y nos adentramos a las personas, a sus modos, a sus estilos, a sus conciencias, entonces, por un lado nos metemos en camisa de ocho varas, por el otro, a profundidades. Pretender comprender a la gama de prersonalidades que nuestro país ha producido es tarea difícil. No se a quién estamos viendo en la fotografía...

Guadalupe Amor (1918-2000). A ella no la conocí pero oí mucho hablar de su persona, pues en esos años del 80 que viví en la Zona Rosa, sabía que, a pocas cuadras de ahí, ella vivía y que, no se si acostumbraba o solamente una vez lo hizo, orinaba delante de todo mundo en un bar, un bar gay de la ciudad de México. El 9. Guadalupe, Pita, Amor poetisa que se decía heredera directa de Sor Juana tuvo una vida intensa y avanzada para la época, se volvió junto a Nahui Ollin, las más excéntricas y avanzadas de su época, en los años 30s del siglo XX. La tragedia llegó a su vida cuando su hijo de apenas año y medio muere ahogado en la pila de su casa. De ella enconrtamos esto:

Caminaba yo de frente
y mi sombra iba detrás.
Yo pensé que la cubría,
pero mi sombra tenía
la facultad suficiente
de tornarme transparente,
y ocupando mi lugar
ella se infiltró indolente,
y yo, su sombra... fui atrás.

A Salvador Novo (1904-1974) lo conocí por la televisión, cuando era blanco y negro, cuado la televisión tenía dignidad y presentaba personalidades abrumadoras como era el caso del maestro Novo. Llamaba mucho la atención su ceja depilada, su rostro humectado y embadurnado de cremas, su gazné, sus manos llenas de aparatosos anillos y su modo de hablar pausado y exigente, retórico y dominante, de él leemos algo que, siendo escrito en los años 20s del siglo XX, no podía ser más que, perturbador:

Pienso, mi amor, en ti todas las horas
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.

Digo tu nombre en sílabas sonoras,
oigo el marcial acento de tu paso,
te abro mi pecho -y el falaz abrazo
humedece en mis ojos las auroras.

Está mi lecho lánguido y sombrío
porque me faltas tú, sol de mi antojo,
ángel por cuyo beso desvarió.

Miro la vida con mortal enojo;
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.

Jorge Cuesta (1903-1942), veracruzano de Córdoba, perteneció a la generación de la Vanguardia, amigo de Bodet, Novo, Villaurrutia, amante de Olmedo... se codeó con la crema de la sociedad pensante del México post-revolucionario. Estudió la carrera de Química, la cual terminó pero no concluyó pues no presentó tesis. Aún así trabajó dentro del área, analizaba y perfeccionaba los alcoholes que de la caña se producían. Dentro de sus exacerbadas ideas decidió probar en su propio cuerpo los estragos de las enzimas, buscaba que el alcohol dentro del cuerpo humano no llegara a la embriaguez. Terminó enloquecido. En un arranque de furia, dentro de su locura, se acuchilló los genitales. Luego, cayó en locura extrema y se ahorcó con las sábanas del manicomio donde había sido internado.

La que vemos ahora es una de las fotografías que pudieron ser rescatadas, luego de la inundación, de Romualdo García, gloria de la fotografía en Guanajuato. Y ahora reflexionamos: si nos adentramos al alma de los personajes más sobresalientes, más característicos, más auténticos de México... ¿acabaremos de entenderlos en lo que nos queda de vida?

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