Caminando por las calles de Cancún y poniendo mucha atención a los troncos de los árboles, comenzamos a encontrar uno tras otro, los árboles de chicozapote que hace tiempo, entre 1920 y 1950 generaron una enorme riqueza para los concesionarios de tierras federales en la selva de Quintana Roo en donde crecen libremente cientos de estos árboles cuya resina es el chicle, eso que conocemos como goma de mascar.
Ahora que el tiempo ha pasado vemos las cicatrices que estos árboles aun muestran. Ya no son tan notorias porque han pasado varias décadas desde que fueron hechas y el proceso natural de restauración ha funcionado tan bien que en algunos de ellos es difícil localizar esas heridas que les hacían, "tajos" llamados con propiedad, que formando una especie de rombo se convertían en canales por donde el látex o goma bajaba. Era recolectado en bolsas que acumulaban dos kilos y seguía un proceso de acondicionamiento y empaque para ser enviado a los Estados Unidos, que era el principal consumidor de la goma del chicle.
"El zapote se pica durante la época de lluvias , desde julio a febrero. Con un año de anticipación se inicia el desmonte del terreno, la compra de mercancías y el contrato de los trabajadores. Los implementos necesarios para el trabajo del chiclero son: machete, puyas o espolones para los zapatos con los que el chiclero se afianza al árbol, lazadera (cuerda), bolsa con capacidad para dos kilos que se "pega" al árbol donde cae la resina, recogedora (bolsa de lona) que se utiliza para depositar la resina contenida en las bolsas, chivos (una especie de costal con una pequeña abertura a la que se le atraviesa un palo para evitar la salida del látex) utilizado para transportar la resina del monte al campamento a manera de mecapal sostenido por la cabeza y la espalda, un depósito para almacenar el latex hasta su cocimiento, una paila o caldero generalmente de cobre en la que se cocina la resina, chamol (palo) para mover el cocimiento, costales en donde se extiende el chicle una vez cocido, cuadros de madera donde se forman las marquetas.
"Antes de que el árbol sea "picado" se hace una hendidura a la corteza para ver si fluye el látex libremente; cuando el árbol está maduro, su corteza es casi blanda, se quitan las llamadas "cochas" con un machete filoso para luego proceder a picarlo, si el árbol es joven no hay necesidad de lo anterior, con solo picarlo se obtiene la resina.
"El picado consiste en cortes diagonales en forma de V -es el corte menos dañino para el árbol- dentro de la corteza del árbol, los que se conectan a manera de canal por el cual fluirá la resina para ser depositada dentro del receptáculo de lona con capacidad de dos kilos. Los cortes se realizan de abajo hacia arriba; el chiclero se sostiene con cuerdas y va subiendo y picando el árbol hasta llegar a la copa. Un chiclero puede picar en promedio de cuatro a seis árboles grandes al día.
"Una vez finalizado el picado, el látex es recogido y transportado al campamento; como se fermenta con rapidez, debe ser cuajado cada semana. En la paila de cobre, con capacidad de cincuenta galones, se coloca el látex y a fuego lento se deja hervir hasta que cuaja, moviendo constantemente para evitar que se queme; es necesario que hierva entre tres y seis horas para obtener chicle bien cocido de primera calidad; es precisamente en esta parte del proceso donde se elimina la excesiva humedad de la resina y, en consecuencia, donde queda determinada la calidad. Está bien cocido cuando el contenido de humedad llega al rededor de 33%. Debido a la evaporación el látex pierde más de la mitad de su peso.
"Cuando se enfría la resina se tiende en costales enjabonados para evitar que se pegue. Posteriormente se coloca en marquetas (moldes cúbicos) engrasadas, formando bloques de ocho a doce kilogramos cada una. El chicle tarda un día en endurecer para estar listo y ser transportado, por medio de mulas, fuera de la selva. El chicle bien cocido conserva sus propiedades físicas durante unos cinco años y puede ser almacenado en cantidades considerables. La medida usual para la venta del chicle era un quintal, cuyo peso equivalía a 46 kilogramos. (1)
El árbol de chico zapote crece (crecía) abundantemente en la selva quintanarooense. Desde Cancún hasta Chetumal y desde Valladolid hasta la frontera con Guatemala era la zona en donde se practicaban estas "picadas" a los árboles para hacer manar de ellos el látex que luego sería comercializado como chicle. En algunos puntos del área mencionada se establecieron los Campos Chicleros, como lo fue el caso de Central Vallarta. Así como Yucatán tuvo su auge con el llamado "oro verde", que fue el henequén; Quintana Roo lo tuvo también con el chicle.
"En la segunda década del siglo XX la producción de chicle aumentó y su valor alcanzó cifras elevadas. El chicle era transportado desde los campamentos chicleros hasta los centros de recepción en Santa Cruz de Bravo, Payo Obispo y Cozumel en Quintana Roo y a Valladolid y Peto en Yucatán. Para tasar más bajo el precio del chicle los compradores argumentaban que el producto contenía humedad . La población de varios de los hatos chicleros situados en la frontera de Belice comenzó a crecer, por lo que fueron convirtiendo en asentamientos permanentes.
"A inicios del siglo XX, muchas zonas productivas aun se encontraban en poder de los mayas; aunque la gran demanda de chicle se inició en 1910, no fue sino al rededor de 1915 que numerosos chicleros comenzaron a llegar a Quintana Roo; la mayoría procedentes de Veracruz, Chiapas, Yucatán y Belice. El cubano Julio Martín, fundador de la casa Martín Martínez, fue el primer gran contratista. Sus campamentos se localizaban en las inmediaciones de Santa Cruz de Bravo.
"Posteriormente llegaron la compañía americana Wrigley`s , la Compañía Mexicana, la beliceña de Robert Turton, la Compañía Explotadora Mexicana del coronel Nevardo de la Torre, la de Joseph F. Rihani y la de Antonio Baduy en Peto, entre otras. En el año 1915 más del 70% del chicle importado por Estados Unidos era de México; entre 1919 y 1924 se explotaron en el Territorio cuatro millones 125 mil 536 pesos; calculado a 86 centavos el kilogramo en Belice.
"Aunque las cifras no son del todo claras, la producción de chicle fue en aumento constante a partir de 1920. En 1925 se alcanzó la cifra de un millón 99 mil kilogramos, si bien otros estudios afirman que fueron un millón 574 mil 025 kilogramos. En la temporada de 1929 la producción chiclera de Quintana Roo llegó a su apogeo con la cantidad de dos millones 390 mil 26 kilogramos, lo que se convirtió, junto con la madera, el el sustento económico del Territorio de Quintana Roo y propició que México fuera uno de los primeros productores mundiales del látex, pero también un atractivo para los contrabandistas.
"En el Diario de Yucatán de fecha diciembre 10 de 1928 se publicó la siguiente nota: Se informa desde la metrópoli que el director de Educación en el Territorio de Quintana Roo ha enviado a la Procuraduría de Justicia de la Nación copia de una denuncia del Gobernador Dr. Siurob -que fue ya turnada al Agente del Ministerio Público en Payo Obispo, Lic. Bruno Rosas- en la que se acusa a varios comerciantes de Valladolid y Peto de contrabandos, fraudes, rebelión y traición a la patria. Se les imputa la exportación de chicle a Belice sin pagar los impuestos de producción ni exportación, y además, proporcionar armas y parque a los indios mayas, a cambio de esos productos. Se dice que están involucrados en el asunto Enrique y Francisco Rivero, José Martínez, Lucio Loria, Ernesto Rivero, Isidro Mendoza, Nazario Tuz, Inocencio Aguilar, Anastacio Torres y José Gabriel, quienes probablemente serán encarcelados y sometidos a proceso". (2)
La modernidad fue la que vino a dar al traste la producción del chile al introducirse la goma sintética al mercado que en poco tiempo desplazo a la natural. "La extracción del chicle ha continuado en Quintana Roo, aunque nunca con la intensidad de épocas anteriores. En años recientes documentos oficiales señalan que en 1986 la producción alcanzó un volumen de 81 toneladas. La exportación de chicle a Japón, a partir de 1987, y a Corea (desde 1991( motivó un repunte; de 1987 a 1993 se reportó una producción total de 2 mil 600 toneladascuya venta representó alrededor del 20% del ingreso del secotor forestal en la entidad. De 1994 a 1997, de acuerdo con informes gubernamentales, se produjo un total de mil 28 toneladas. En marzo de 1998 mil productoes estaban organizados en 46 cooperativas". (3)
Fuentes:
1.- Enciclopedia de Quintana Roo. Tomo III. pp. 91-92
2.- Ibid. pp. 96-97
3.- Ibid. pp. 104
Está muy bonita la historia de cómo trabajaban los chicleros!! :)
ResponderEliminarExelente ;)
ResponderEliminar