viernes, 14 de febrero de 2014

Córdoba, Veracruz, visto por El Bable.

   Dos motivos me llevan a Córdoba, uno, bajar solo la mitad de la altura sobre el nivel del mar, ya que en los últimos meses he estado por los Altos de Jalisco, el Bajío de Guanajuato y los valles de Puebla, estos últimos arriba de los 2000 metros, bajar al nivel del mar en una sola tirada no creo sea conveniente ahora que comienzo a sentir la presión alterada, así que Córdoba, con sus 800 metros será el lugar ideal. Por otro lado me interesa ver el lugar en donde se firmaron los Tratados que dieron paso a la consumación de la Independencia, así que luego del descenso vertiginoso por Acultzingo, enfilo por el cañón del río Blanco y cruzo una especie de zona metropolitana que comienza en Mendoza, sigue por Río Blanco, continua en Orizaba, Fortín de las Flores y acaba en Córdoba. Llego cansado y lo único que busco ahora es comer, conectarme a Internet y descansar.

   Al otro día salgo a descubrir la ciudad, es domingo, así que el tránsito de vehículos es más bien poco, me aproximo al centro y comienzo a caminar por las calles en donde ya se ven esos tonos de colores intensos y contrastantes, esas plazas de frondosos árboles, ya no hay necesidad de suéter o chamarra, estamos en una zona tropical, la vegetación es abundante y el carácter de la gente es otro, más abierto, menos complicado.

   Busco un café, quiero cerciorarme de que el que se produce por estas latitudes es de los mejores de México y sí, en efecto, luego de dos semanas de andar por los caminos, tomo el primer café que sabe realmente a café. Ya me está gustando Córdoba.

   Por instinto sigo caminando como en zigzag, hacia el norte, luego al poniente, luego más al norte y más al poniente y ese instinto me lleva hasta el sitio en donde se libró una batalla, la de la Casa Quemada, luego paso por el portal en donde hubo algo relacionado con la consumación de la Independencia, entro a la plaza central y veo una población que disfruta el domingo, la concurrencia a misa es numerosa, la Catedral es amplia y ventilada, se ve ya un estilo muy distinto a los templos poblanos, de linea más geométrica y menos recovecos propios del barroco. En la plaza la banda de música entona la primera marcha. El encanto de la provincia en pleno.

   Vendedores de globos dan toques coloridos a los de por si ya coloridos edificios, cafés y restaurantes se van desarrollando por los portales, sitios de marcado tinte turístico a los cuales no me agrada entrar, busco uno más local, son muchos los años que serví al turismo y ahora, materialmente huyo de los turistas, busco un compás más reposado. Encuentro el sitio, tengo mi primer encuentro con la comida veracruzana: las picaditas. Café, quiero más café del de Córdoba, está muy bueno.

   Sigo caminando, doy con la casa, en donde se firmaron los Tratados, en donde, luego de 11 años de enfrentamientos se finiquita esa guerra, México comienza a tomar forma como nación independiente. El material que obtengo allí me da para publicar un artículo en el blog de Cabezas de Águila, lo puedes ver aquí.

   Son varios los templos que encuentro, sigo caminando, conozco algunos parques, veo que por la ciudad pasa un arroyo caudaloso, y a lo lejos se ve el perfil de la Sierra Madre Oriental. Ya respiro otro aire, ya dejo en el hotel la chamarra y el chaleco, la temperatura es más benévola... sigo mi caminar y voy captando varias escenas, definitivamente, Córdoba tiene su encanto.
































1 comentario:

  1. Me encantó que nos llevaras a Córdoba porque esta tiene un lugar en mi memoria. Como siempre, la fiesta de colores se manifiesta en tus fotos y alegra mi espíritu.

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