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viernes, 4 de septiembre de 2020

¿Realmente hay pinturas de Murillo en México?

   Son dos referencias las que conozco que mencionan sobre pinturas de la mano del célebre sevillano Bartolomé Murillo, una está en la Catedral de Guadalajara, la otra se dice es un conjunto que relata pasajes de la vida de San Francisco en la parroquia a él dedicada en Comonfort, Guanajuato. De la Inmaculada que está en Guadalajara se han hecho estudios, esa información la puedes leer aquí. Pero de las de Comonfort (la antigua Chamacuero) está en duda si realmente son de su autoría, lo puedes ver aquí.

   A Murillo lo identificamos por sus Inmaculadas, pero no fue lo único que pintó. Bien sabemos que en su época casi toda la pintura estaba limitada a escenas religiosas. Hay un magnífico Buen Pastor que incluyo en esta entrada. El tema de Murillo lo traigo a colación porque, como recién lo comenté, revisando las fichas documentales del Archivo General de la Nación, topé con una que me llamó sobremanera la atención. Me sorprendió leer esto:

   Carta de Thomas Murphy en la cual precisa que, en cumplimiento de un decreto del Virrey, Francisco Xavier Venegas, ordenó a su apoderado en Veracruz, que pusiera a disposición del Gobernador e Intendente, Andrés Cochrane, los ocho cuadros de la vida de María Santísima, pintados por el Murillo, para que fueran trasladados en calidad de depósito, al Convento de Carmelitas, en Puebla. México, 11 de Diciembre de 1810.

AGN. Indiferente Virreinal. Caja 3416. Exp. 035. 1810, 1f.

  Thomas Murphy era un agente de negocios que hacía todo tipo de funciones como si fuera un despacho aduanal. Conocía muy bien a la élite novohispana, se movía tanto en el puerto de Veracruz como en la ciudad de México. Lo que pude ver fue solo la ficha, no el documento, quizá ahí se menciona en dónde estaban esas pinturas. Podrían ser de todo lo expropiado a la Compañía de Jesús  que quedaron varados en el puerto. La fecha es de analizar, pues ya había comenzado la Guerra de Independencia y había temor por los robos, asaltos, atracos que pudieran ocurrir. Quizá es por eso que el virrey pide se depositen en el convento del Carmen en Puebla.

   Al ver en Wikipedia la descripción que hacen de ese recinto poblano, mencionan solo a una pintura de Cristóbal de Villalpando, una Santísima Trinidad, de estar allí los ocho Murillos de todos sería conocido, ¿en dónde habrán quedado?  


  Para leer más de Murillo, entra aquí.

jueves, 13 de junio de 2019

Algunas imágenes de México en 1940

   Encuentro una película de tipo doméstico, es decir nada oficial, sino alguien que hizo una filmación y está en resguardo de la Universidad de Pensylvania que, por el anuncio que aparece del film Ahí está el detalle, deduzco que las tomas que se incluyen de Veracruz, Orizaba y la Ciudad de México, fueron hechas en 1940. Los sitios quizá los reconozcas, llama la atención la siguiente imagen en la que se ve el cruce del tendido de vía angosta y ancha y transversalmente el del tranvía, así como la del cargador que lleva un ropero a la espalda. Ni que decir de las piezas arqueológicas que tal vez estaban en el patio del Museo Nacional en la calle de Moneda.




















lunes, 10 de junio de 2019

El punto de donde partió Cortés para la Conquista de México-Tenochtitlan

   A fines de julio, tras la partida de la nave de los procuradores Montejo y Portocarrero con el tesoro y las cartas y documentos, sucedió el episodio que ha permanecido en la memoria como la quema de las naves, aunque en realidad las naves de Cortés no fueron quemadas, sino barrenadas, inutilizadas, para evitar que los hombres de Velázquez se pudieran regresar a Cuba. Pero las naves no fueron destruidas sino cuidadosamente desarmadas, de tal modo que todas las partes, de madera, metal y tela, pudieran ser reutilizadas más adelante, como efectivamente sucedió más adelante, en la construcción de los bergantines para atacar por los lagos de la ciudad de México.

   La decisión estaba tomada para avanzar con toda la armada, salvo los que se quedarían en la guarnición y villa de Veracruz Quiahuhuitlan, rumbo a la gran ciudad de Tenochtitlán. En Veracruz Cortés entendió que para conquistar de una vez todo el imperio mexica había que tomar su capital, la gran ciudad de México-Tenochtiltlán.

   A comienzos de Agosto Cortés visitó nuevamente Cepoallan para reafirmar la alianza con los cempoaltecas, que jugarían un papel decisivo en la conquista, como guerreros y como cargadores, tamemes. En Cempoallan se redactó en la tarde del viernes 5 de agosto una escritura de cortés y el cabildo de Veracruz, sobre la defensa de los naturales y la distribución de los rescates, dada “El pueblo de Cempoall que agora es nombrado Sevilla, término e jurisdicción de la Villa Rica de la Vera Cruz del puerto de Archidona desta parte e isla nuevamente descubierta”.

   El referido “pueblo de Cempoall” es un pueblo de españoles, dependiente de la villa de Veracruz, con el que Cortés continuó el poblamiento de la nueva tierra. La escritura establecía que, apartado el quito real, a Cortés le correspondía un quinto en el reparto de los rescates. Partido el navío de los procuradores, ya se enviaría a sus majestades esta escritura, que más bien tuvo un uso práctico para ordenar la delicada y conflictiva cuestión de los rescates que se obtendrían en la inminente conquista de México. La armada de Cortés salió de Cempoallan el 16 de Agosto.

Fuente:

Martínez Baracas, Rodrigo. El Veracruz de Hernán Cortés. Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa, 2015, pp. 188-189

sábado, 8 de junio de 2019

De cuando Veracruz se llamó Santa María de las Nieves

   Siguiendo con el tema de lo ocurrido hace 500 años, cuando los primeros europeos llegaron a lo que luego se llamaría México, (aclaro que será bueno quitarnos de la cabeza que fueron solo españoles los que llegaron junto a Cortés, pues eran de varias nacionalidades, de ello hablaremos en su momento); esta vez asociamos la cosa orográfica con la devoción a santos y a advocaciones marianas, lo que vemos en la imagen es el Citlaltépetl, "cerro de la estrella", el 'otro' que lleva el mismo nombre pues, el que estaba en la ribera del lago de Texcoco, en Iztapalapa, era el sitio donde se desarrollaba la ceremonia del "amarre", algo que ahora entendemos como Año Nuevo, pero, ojo, una cosa era aquella celebración, creo en Marzo, a lo que hoy es el 31 de diciembre. El Citlaltépetl al que me refiero es el Pico de Orizaba, 5,636 msnm, volcán extinto que tiene, además, el nombre de Iztactépetl, "cerro blanco". Este último nombre es el que más se asocia a la idea que Cortés y sus huestes seguramente tuvieron.

  Hemos visto, ahora que recordamos (y analizamos) lo ocurrido hace justo 500 años, que Cortés se estableció en San Juan de Ulúa, o, en todo caso fue su primera escala en la zona, luego se movería un poco más al norte y vendría después aquello de la Antigua, para luego regresar al punto original, si bien no en Ulúa, si frente (o cercano) a ella. Para entender mejor la idea, habrá que recalcar que una cosa es el mundo actual, y otra muy diferente el mundo de entonces, no en ideas, sino en visiones, en observación, en claridad de cielos... en no contaminación. Hace 500 años la claridad que teníamos era la doble, quizá un poco más, de lo que actualmente tenemos pues no había eso que se llama "combustión interna", consecuentemente no había humos, (ni refinerías de Petróleo) ni nada que impidiera la claridad, la transparencia de los cielos. Por lo tanto, desde cualquiera de las Veracruces, el Citlaltépetl, mejor dicho, el Iztctépetl se podía ver. Lo que vemos en la imagen es el monte Esquilno en Roma.

  Lo que tiene de similitud, leve ella, el monte romano y el volcán veracruzano son sus nieves, ya que, en algún momento de aquel junio de hace 500 años, Cortés denominaba a la zona, no como Veracruz, sino somo Santa María de las Nieves. Nombre que no pasó a la historia ya que no sobrevivió más allá de ese mes de hace cinco siglos.

   Antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV. Según la tradición, en la época del Papa Liberio (352 - 366), vivía en Roma un matrimonio piadoso y caritativo. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo, finalmente se decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.

   Nuestra Señora, muy agradecida por el gesto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa la noche del 4 de agosto diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el lugar donde ella les señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. Al día siguiente, el 5 de agosto, a pleno día y con un sol brillante, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor. (Arciprensa.)

  Así pues, don Fernando, como ocasionalmente se le llamaba a Hernán, por aquello del Hernando, siendo tan apegado a las costumbres religiosas de la época y sabedor de la historia (leyenda) del monte nevado en pleno agosto en Roma, seguramente asoció una cosa con la otra, y surge entonces el nombre de Nieves en las nuevas tierras [para ellos], nombre efímero, valga decir; ya que el Citlaltépetl se veía, y ocasionalmente se ve, desde el puerto de Veracruz, como en la siguiente imagen.

  Esta vez, más que una fuente, te doy una recomendación: El Veracruz de Hernán Cortés. Juan Ortíz Escamilla, Coord. Cultura Veracruz, 2015.

lunes, 3 de junio de 2019

El primer envío que hace Cortés al rey Carlos V, 6 de julio de 1519.

  La Villa Rica de la Vera Cruz había sido ya fundada, el primer ayuntamiento que se formaba en México había sido jurado. Había un antecedente, en San Juan de Ulúa, sitio al que llegaron el 24 de Junio de 1518, pero no hubo fundación alguna, apenas un leve contacto de europeos con nativos. Al año siguiente, el 22 de abril, el desembarco se hace en Chalchihuecan y se le da el citado nombre que, al paso del tiempo mantenemos solo la segunda parte y contraído como Veracruz. Un poco más al norte, en Quiahuiztlan ocurre una alianza con la tribu local comandada por el cacique Gordo, para junio se sabe (según documento) los cargos que ocupaban en ese primer cabildo formado por “los muy nobles señores Alonso Hernández Portocarrero e Francisco de Montejo, alcaldes, e Pedro de Alvarado e Alonso de Ávila e Alonso de Grado e Cristóbal de Olid, regidores”. En Julio enviarán la que conocemos como Primera Carta de Relación, al rey Carlos V, acompañándola de una serie de objetos que sorprenderá a todos y alimentará la codicia por conquistar las tierras apenas descubiertas, era el 6 de julio de 1519, hace 500 años:

   Y el oro, plata, joyas, rodelas y ropa que a vuestras reales altezas enviamos con los procuradores, demás del quinto que a vuestra majestad pertenece, de que suplica Fernando Cortés en este Concejo les hacen servicio, va en esta memoria firmada de los dichos procuradores, como por ella vuestras reales altezas podrán ver. De la Rica Villa de la Veracruz , a lo de julio de 1519 años.

   El oro, joyas, piedras y plumajes que han sido en estas partes descubiertas, después que estamos en ellas, que vos Alonso Fernández Puerto Carrero y Francisco de Montejo, que vais por procuradores de esta Villa Rica de la Vera Cruz, a los muy altos excelentísimos príncipes y muy católicos y muy grandes reyes y señores la reina doña Juana y el rey don Carlos su hijo, nuestros señores, lleváis, son las siguientes:

   Primeramente una rueda de oro grande con una figura de monstruos en ella, y labrada toda de follajes, la cual pesó tres mil ochocientos pesos de oro. Y en esta rueda, porque era la mejor pieza que acá se ha habido y de mejor oro, se tomó el quinto para sus altezas, que fue dos mil castellanos que le pertenecía de su quinto y derecho real, según la capitulación que trajo el capitán Fernando Cortés de los padres Jerónimos que residen en la isla Española y en las otras, y los mil ochocientos restantes, a todo lo demás que tiene a cumplimiento de los mil doscientos pesos el Concejo de esta villa hace servicio de ellos a sus altezas, con todo lo demás que aquí en esta memoria va, que era y pertenecía a los de dicha villa.

   Item: dos collares de oro y pedrería, que el uno tiene ocho kilos y en ellos doscientas treinta y dos piedras coloradas y ciento sesenta y tres verdes, y cuelgan por el dicho collar por la orladura de él, veintisiete cascabeles de oro, y en medio de ellos hay cuatro figuras de piedras grandes, engarzadas en oro, y de cada uno de ellos dos, en medio, cuelgan pinjantes sencillos y de las de los cabos cada cuatro pinjantes doblados. Y el otro collar tiene cuatro hilos que tienen ciento dos piedras coloradas y ciento setenta y dos piedras que parecen verdes, y a la redonda de las dichas piedras, veintiséis cascabeles de oro, y en el dicho collar diez piedras grandes engarzadas en oro, de que cuelgan ciento cuarenta y dos pinjantes de oro.

   Item: cuatro pares de antiparas, los dos pares de hoja de oro delgado con una guarnición de cuero de venado amarillo, y las otras dos de hojas de plata delgada con una guarnición de cuero de venado blanco, y las restantes de plumaje de diversos colores y muy bien obradas, de cada una de las cuales cuelgan dieciséis cascabeles de oro y todas guarnecidas de cuero de venado colorado.

   Item más: cien pesos de oro por fundir para que sus altezas vean cómo se coge acá el oro de minas.

   Item más: una caja, una pieza grande de plumajes enforrada en cuero, que en los colores parecen martas, y atadas y puestas en la dicha pieza y en el medio una patena grande de oro que pesó sesenta pesos de oro, una pieza de pedrería azul y colorado a manera de rueda, y otra pieza de pedrería azul, un poco colorada, y al cabo de la pieza otro plumaje de colores que cuelgan de ella.

   Item: un moscador de plumajes de colores con treinta y siete verguitas cubiertas de oro.

   Item más: una pieza grande de plumajes de colores que se ponen en la cabeza, en que hay a la redonda de ella sesenta y ocho piezas pequeñas de oro, que será cada una como medio cuarto, y debajo de ellas veinte torrecitas de oro.

   Item: una mitra de pedrería azul con una figura de monstruos en medio de ella, y enforrada en un cuero que parece en los colores martas, con un plumaje pequeño, el cual y el de que arriba se hace mención son de esta dicha mitra.

   Item: cuatro arpones de plumajes con sus puntas de piedra atadas con hilo de oro, y un centro de pedrería con dos anillos de oro y lo demás plumajes.

   Item: un brazalete de pedrería, más una pieza de plumaje negra y de otros colores, pequeña.

   Item: un par de zapatones de cuero, de colores, que parecen martas, y las suelas blancas cosidas con tiritas de oro, más un espejo puesto en una pieza de pedrería azul Y colorada, con un plumaje pegado allí, y dos tiras de cuero coloradas pegadas, y otro cuero que parece de aquellas martas.

   Item: tres plumajes de colores que son de una cabeza grande de oro que parece de caimán.

   Item: unas antiparas de pedrería de piedra azul, enforradas en un cuero que los colores parecen martas, y cuelgan quince cascabeles de oro.

   Item más: un manípulo de cuero de lobo con cuatro tiras de cuero que parecen de martas.

   Item más: unas barbas puestas en unas plumas de colores, y las dichas barbas son blancas que parecen de cabellos.

   Item más: dos plumajes de colores que son para dos capacetes de pedrería que abajo dirá.

   Más otros dos plumajes de colores que son para dos piezas de or.' que se ponen en la cabeza, hechas de manera de caracoles grandes.

   Más dos pájaros de plumaje verde con sus pies y picos y ojos d.' oro, que se ponen en una pieza de las de oro que parecen caracoles

   Más dos guariques grandes de pedrería azul, que son para ponen la cabeza grande del caimán.

   En otra caja cuadrada, una cabeza de caimán grande de oro, que es la que arriba se dice para poner las dichas piezas.

   Más un capacete de pedrería azul con veinte cascabeles de oro, que le cuelgan a la redonda con dos sartas que están encima de cada cascabel, y dos guariques de palo con dos chapas de oro.

   Más una pájara de plumajes verdes y los pies y pico y ojos de oro.

   Item más: otro capacete de pedrería azul con veinticinco cascabel de oro y dos cuentas de oro encima de cada cascabel, que le cuelga a la redonda, con unos guariques de palo con chapas de oro y un pájaro de plumaje verde con los pies, pico y ojos de oro.

   Item más: hay un haba de caña, dos piezas grandes de oro que ponen en la cabeza, que son hechas a manera de caracol de oro, con sus guariques de palo y chapas de oro, más dos pájaros de pluma verde con sus pies, pico y ojos de oro.

   Más dieciséis rodelas de pedrería, con sus plumajes de colores q cuelgan de la redonda de ellas, con una tabla ancha esquinada de pedrería con sus plumajes de colores, y en medio de la dicha tabla hecha de la dicha pedrería, una cruz de rueda la cual está forrada en cuero que tiene los colores de martas.

  Otrosí: un cetro de pedrería colorada hecha a manera de culebra con su cabeza y los dientes y ojos que parecen de nácar y el puño guarnecido con cuero de animal pintado, y debajo del dicho puño cuelgan seis plumajes pequeños.

   Item más: un moscador de plumajes puesto en una caña guarnecida en un cuero de animal pintado hecho a manera de veleta, y encima tiene una copa de plumajes, y en fin de todo tiene muchas plumas verdes largas.

   Item: dos aves hechas de hilo y de plumajes; tienen los cañones de las alas y las colas, las uñas de los pies, los ojos y los cabos de los picos de oro, puestas en sendas cañas cubiertas de oro, y abajo unas pellas de plumajes, y una blanca y otra amarilla, con cierta argentería de oro entre las plumas, y de cada una de ellas cuelgan siete ramales de plumaje.

   Item: cuatro piezas hechas a manera de lisas puestas en sendas cañas cubiertas de oro, y tienen las colas, las agallas, los ojos y las bocas de oro; abajo en las colas unos plumajes de plumas verdes, y tienen asida a la boca de las dichas lisas sendas copas de plumajes de colores, y en algunas de las plumas blancas está cierta argentería de oro, y debajo del asidero cuelgan de cada una seis ramas de plumajes de colores.

   Item: una verguita de cobre forrada en un cuero en que está puesta una pieza de oro a manera de plumaje que encima y debajo tiene ciertos plumajes de colores.

   Item más: cinco moscadores de plumaje de colores, y cuatro de ellos tienen diez cañoncitos cubiertos de oro, y el otro tiene trece.

   Item: cuatro arpones de pedernal blanco puestos en cuatro varas de plumaje.

   Item: una rodela grande de plumajes guarnecida del revés y de un cuero de animal pintado, y en el campo de la dicha rodela, en el medio, una chapa de oro con una figura de las que los indios hacen, con otras cuatro medias chapas en la orla, que todas ellas juntas hacen una cruz.

   Item mas: una pieza de plumajes de diversos colores hecha a manera de media casulla, forrada en un cuero de animal pintado que los señores de estas partes que hasta ahora hemos visto, se ponen colgadas del pescuezo, y en el pecho tiene trece piezas de oro muy bien aseritadas.

   Item: una pieza de plumajes de colores que los señores de esta tierra se suelen poner en las cabezas, y hecho a manera de cimera de justador, y de ella cuelgan dos orejas de pedrería, con dos cascabeles y dos cuentas de oro, y encima un plumaje de plumas verdes ancho, y debajo cuelgan unos cabellos blancos.

   Otrosí: cuatro cabezas de animales, las dos parecen de lobo y las otras dos de tigres con unos cueros pintados, y de ello les cuelgan cascabeles de metal.

   Item: dos cueros de animales pintados, forrados en unas mantas de algodón y parecen los cueros de gato cerval.

   Item: un cuero bermejo y pardillo de otro animal que parece de león, y otros dos cueros de venado.

   Item: cuatro cueros de venado de guadamecieres de que acá hacen los guantes pequeños adobados.

   Más dos libros de los que acá tienen los indios; media docena de moscadores de plumajes de colores y una poma de plumajes de colores.

   Otrosí: una rueda de plata grande, que pesó cuarenta y ocho marcos de plata, y más en unos brazaletes y unas hojas batidas, un marco, cinco onzas, y cuatro adarmes de plata, que pesaron cuatro marcos y dos onzas, y otras dos rodelas que parecen de plata, que pe un marco y siete onzas, que son por todas sesenta y dos marcos de plata.

ROPA DE ALGODÓN

Item más: dos piezas grandes de algodón, tejidas de labores de blanco y negro y llanado, muy ricas.

Item: dos piezas tejidas de plumas y otra pieza tejida de varios colores; otra pieza tejida de labores, colorado, negro y blanco, y por revés no aparecen las labores.

Item: otra pieza tejida de labores, y en medio una rueda negra de plumas.

Item: dos mantas blancas en unos plumajes tejidas.

Otra manta con unas presecillas y colores pegadas.

Un sayo de hombre de la tierra.

Una pieza blanca con una rueda grande de plumas blancas en medio.

Dos piezas de guascasa pardilla con unas ruedas de pluma, y todos de guascasa leonada.

Seis piezas de pintura de pincel; otra pieza colorada con unas ruedas, y otras dos piezas azules de pincel, y dos camisas de mujer. Doce almaizares.

Item: seis rodelas que tiene cada una chapa de oro, que toma toda la rodela.

Item más: media mitra de oro.

Las cuales cosas y cada una de ellas según que por sus capítulos van declarados y sentados a Alonso Puerto Carrero y Francisco de Montejo, procuradores susodichos, es verdad que las recibimos y nos fueron entregadas para llevar a sus altezas de vos Fernando Cortés, justicia Mayor por sus altezas en estas partes, y de vos Alonso de Ávila y de Alonso de Grado, tesorero y veedor de sus altezas en ellas; y porque es verdad, lo firmamos de nuestros nombres.

Hecho a seis días de julio de mil quinientos diecinueve años. Puerto Carrero, Francisco de Montejo.

Las cosas de sus nombradas en el dicho memorial con la carta y relación de susodicha que el Concejo de la Veracruz envió, recibió el Rey don Carlos nuestro señor, como desuso se dio en Valladolid en la Semana Santa en principio del mes de abril del año del Señor de mil quinientos veinte años.


Fuente:

sábado, 1 de septiembre de 2018

El Camino Real de México a Veracruz

  Quizá sea debido a que yo vivo en el Bajío que, cuando se habla del Camino Real, de inmediato pienso en el de Tierra Adentro, ese que pasaba por aquí; pero el Camino Real iba a otros rumbos y uno de ellos era de suma importancia pues comunicaba a la capital de virreinato con el puerto al que llegaban (y partían) las naves europeas. Así pues veamos ese camino tan complicado que, luego de andar por los valles a más de 2 000 metros de altura, de pronto bajaba a 600 metros hasta llegar al nivel del mar.

  Las otras dos grandes rutas del virreinato eran las que unían Veracruz con México y esta capital con Acapulco. De la primera de ellas hay una serie de datos muy expresivos acerca del importantísimo papel que desempeñaron las mulas en el denso tráfico comercial establecido entre la capital virreinal y el puerto jarocho. Las noticias nos transmiten una balanza del comercio de dicho puerto para 1805; dos balanzas similares para 1807 y 1808; y un informe del secretario del consulado de Veracruz también para 1807. El cuadro de acémilas empeladas en el transporte de mercancías entre ambas ciudades ofrece el siguiente panorama: 

  A la vista de estos datos resulta lícito lanzar al aire este interrogante: ¿qué habría sido de la Nueva España y del comercio novohispano si la cría mular no hubiese arraigado en el virreintato? 

  Del camino de Veracruz a México se sabe que tenía también problemas en determinados sectores del trayecto. Las recuas tardaban unos 22 días en cubrir la distancia de las 80 lenguas que separaban a estos dos importantes centros comerciales medidas en las rutas de los arrieros. En temporada de lluvias, es decir, durante el verano, la subida hasta la capital virreinal podía durar incluso 35 días. Y esta situación, al elevar sensiblemente los costos de conducción, perjudicaban a todos los futuros consumidores, pues la tarifa habitual de 11 pesos por carga transportada (unos 138 kg) entre las dos ciudades gravitaba con posterioridad en el precio de venta del producto cuando llegaba a manos del último comprador. 

  El inteligente virrey Revillagigedo se percató de la situación con toda claridad. Las tres cuartas partes del trayecto según su opinión, eran perfectamente transitables por los coches de tiro y las carretas, pero en distintos tramos de la otra cuarta parte del transporte solo era posible a lomos de mula, con lo cual la conducción seguía siendo cara y dificultosa. Se imponía, pues, abrir un nuevo camino que acortara distancias y permitiera el tránsito de carros y carretas. Con él, el mes de duración que se empleaba habitualmente para llevar los productos quedaría reducido en todas las estaciones del año a unos 7 u 8 días, descenderían las tarifas de conducción y se podrían acarrear géneros y enseres de mucho mayor volumen y envergadura que difícilmente podían cargar las acémilas. Se trataba en suma, de sustituir el costoso y limitado sistema de arriería por otro más barato, moderno y eficaz. 

  La solución a este problema la intentó un particular, un tal Pedro de Aristegui. Sugirió a Revillagigedo un plan para trazar un nuevo camino sin gravar al público ni a los arrieros ni al erario público, que tendía de longitud tan solo 60 leguas –un 25% menos que el usado por entonces- a pesar de que en el itinerario también se incluida otro importante núcleo urbano, Puebla. Pero la sugerencia no tuvo aceptación. Tanto las formalidades legales exigidas por el fiscal de lo civil como la negativa del Consulado de México paralizaron la iniciativa. El camino de Veracruz a México a través de Xalapa y Perote no comenzaría a construirse sino después del años de 1800, con el apoyo del moderno y emprendedor Consulado jarocho.

  Las autoridades novohispana, en suma, se convencieron de que la arriería era el nervio que sostenía el complejo sistema de intercambios entre las distintas regiones del virreinato y de que desempeñaba un papel primordial en el desarrollo económico del territorio. Durante la última década del siglo XVIII y primera de la centuria siguiente en nueva espala se experimenta una auténtica fiebre planificadora para solucionar el grave problema de las comunicaciones terrestres. Se abren nuevos camino, se mejoran los ya existentes, se edifican puentes, se construyen calzadas, se allanan veredas y se sortean obstáculos que dificultan el tránsito de los arrieros.


Fuente:

Serrera Contreras, Ramón María. Guadalajara ganadera, estudio regional novohispano (1760-1805). Universidad Autónoma de Aguascalientes. Aguascalientes, 2015 pp. 290-293

domingo, 5 de agosto de 2018

El Ferrocarril Mexicano. Quinta Parte. Maltrata hasta Boca del Monte

  Al trasponer los pavorosos voladeros del Infiernillo el ánimo recobra su alegría ante el hermoso panorama que desarrolla el pintoresco valle de Maltrata. Ora se dilate la vista por las planicies, ora se fije en las eminencias que las circundan, por donde quiera encuentra nuevos atractivos. Tendida la vía férrea en tan amenos lugares, descúbrese como una enorme serpiente que así se arrastra por las verdes campiñas como se enrosca en las alturas, comprimiendo con sus vértebras de hierro las vertientes de las montañas.

  Después de recorrer una curva de 183 metros de radio se llega á la estación de Maltrata, que se asienta al Oriente del pueblo del mismo nombre, á 152 kilómetros de Veracruz y 1,692 metros de elevación sobre el mar. Los vientos apacibles propios de esta zona templada, la presencia de las montañas, cuyas boscosas vertientes convergen hacia un punto central del valle, y las esmaltadas llanuras fecundizadas por varios manantiales que en su curso van á regar los campos del Encinal, todo contribuye á hacer muy agradable la corta permanencia del viajero en la estación. Admírale, entre todos los panoramas, esa sucesión de eminencias que comienzan hacia el Norte en extensas colinas y rematan en escabrosas cumbres, entre las cuales se eleva predominante, alcanzando una altura de 5,295 metros, la hermosísima cúspide del Citlaltepetl.

  Si el nombre de estrella brillante, que aquel vocablo significa, conviene tanto á esa cima, por descubrirse desde el mar como un astro que fulgura en el Ocaso, las condiciones bajo las cuales se observa desde Maltrata lo justifican plenamente. Los accidentes de la cumbre modifican la intensidad del brillo de la nieve, viéndose opaca en las hondonadas y en extremo radiante en las estrechas y divergentes eminencias, cual si fuesen los destellos naturales de una estrella. El cuadro adquiere su mayor hermosura si el observador se fija en el notable contraste que ofrece ese foco de luz y brillantez con la espesura de los bosques que revisten las demás alturas, y en las cuales predominan los pinus ú ocotes, siempre verdes, con sus hacesillos fibrosos y flotantes, el pinus religiosa ú oyametl, de gallarda y cónica forma, y los cupressus thuyoide ó cedros blancos, con su tendido ramaje de menudas y resistentes hojas.

  El desmonte llevado á efecto en determinados lugares para la regularidad de los atierres, los tajos abiertos que por todas partes dejan descubrir la roca caliza, y los puentes de fierro sustentados en las alturas de las barrancas, todo en su conjunto permite distinguir netamente el trazo uniforme de la vía, cuya inclinación es regularmente de 4 por ciento. Imposible parece que la locomotora, desde las primeras alturas hasta las eminencias próximas á Boca del Monte, pueda efectuar su ascensión salvando una altura de 700 metros en menos de 8 kilómetros de recta distancia ó 20 de desarrollo.

  Descúbrense por todas partes indicios de las difíciles y costosas obras que hubieron de emprenderse para el establecimiento de la vía férrea; ora son colinas y cerros divididos, ora barrancos henchidos de cascajo procedente de las eminencias perforadas y no arrastrado aún por el agua. Observando el conjunto panorámico de las cumbres, unas veces se perciben las lóbregas bocas de los túneles, armonizando con el aspecto sombrío de las selvas, y otras los viaductos sostenidos en las barrancas por pilares que surgen de los hondos precipicios.

  La perspectiva hace perder las ondulaciones de la vía, la cual solo aparece proyectada en línea oblicua; mas si el viajero desea adquirir anticipadamente una idea de la irregularidad de esa línea, debe permanecer en Maltrata y observar el movimiento del tren en toda ella. Desde que la locomotiva, seguida de sus carros, penetra en las sinuosidades poco sensibles de la Bota, empieza á recorrer curvas, ocultándose tras de los crestones de basalto y presentándose de nuevo en las cañadas y terraplenes: supónesela muchas veces lejana, y se la mira aparecer en un mismo lugar caminando en dirección contraria, dando á veces indicio de su trayecto el humo que despide la chimenea.

  Ya en las alturas, su movimiento causa el mayor asombro, viéndola tan pronto recorrer las partes prominentes de las colinas, como internarse por las pendientes de estas hácia la estrechura de las barrancas, trasponiendo aquí un aéreo viaducto y saliendo allá de un túnel para penetrar en otro. La imaginación no puede concebir una idea más grandiosa que la que nos representa el ascenso de la locomotora invadiendo la morada de las águilas, y dejando en el camino recorrido una estela humeante que poco á poco se disipa entre el verde follaje de los bosques.

  Las eminencias de la Bota, lugar llamado así por la figura que representa la proyección horizontal de la vía, constituyen los primeros escalones para ascender á Boca del Monte. Los accidentes del terreno son tales, que no dejan contemplar por mucho tiempo un mismo panorama: á cada salida de un túnel, á cada paso por una barranca, á cada inflexión por aquel laberinto, un paisaje sucede á otro, viéndose en lontananza como al través de un leve crespón, ora una cañada apacible que desemboca en la retirada llanura, cuyos términos se pierden entre las brumas, ora montañas inaccesibles engalanadas con el tupido follaje de lospinus religiosa, que se escalonan desde el pie de las vertientes hasta las cumbres, sobre las cuales asoman los lejanos y azulados picos de la cordillera.

  Alternativamente las nubes preparan y producen las mayores sorpresas, extendiéndose por los montes 6 sobre la campiña, y disipándose o elevándose á mayores alturas, interceptando primero los más hermosos paisajes,  descubriéndolos después súbitamente.

  Si el aspecto de las montañas, vistas desde Maltrata, es halagador, la perspectiva de las campiñas, observadas desde las alturas, seducen verdaderamente. Abrázase con una sola mirada y entre las ondas azuladas del aire interpuesto, todo el conjunto panorámico del valle, cuyos planes se ven graciosamente engalanados por la mano maestra de la naturaleza, siendo todo allí bello y armonioso. Vivamente impresionada la vista por el verde brillante de los prados, que se confunden con las faldas de los montes, busca y encuentra luego su reposo en el aspecto sombrío de las tierras removidas: las labores, acotadas con árboles frutales, se ven salpicadas por el variado color de las hortalizas, contrastando los verdinegros y simétricos sembrados del maíz con los irregulares y violados de otras plantas, y resaltando en unas épocas el verde esmeralda ele la cebada tierna, y en otras los dorados reflejos de sus espigas. La distancia hace perder la forma de las plantas, que tan solo impresionan por su variado colorido, viéndose levantar la iglesia parroquial y el rústico caserío de Maltrata sobre una verdadera alfombra ricamente bordada, así como algunos monumentos piramidales, restos de la antigua civilización indígena, sobre el verde tapiz de la pradera.

  Desde las primeras eminencias volcánicas de la Bota hasta Boca del Monte, las obras de arte se multiplican, contándose, además de los tajos, terraplenes y numerosas obras de menor importancia, cinco viaductos y diez túneles, que por su orden son los siguientes:

  Puente de fierro de la Bota,—A 11 kilómetros 374 metros de Maltrata: consta de dos claros de 12,20 m. cada uno y 9,75 de altura. A este puente sigue un gran talud llamado de Deadman, del nombre del primer operario que en el trabajó, y se halla situado en el mismo tramo de la Bota á poco más de un kilómetro del puente: mide 24 metros de altura y 37,648 metros cúbicos.

Túnel núm. 11.—De 82,31 m. de longitud, cuyo radio de curvatura es de 107 metros sobre una pendiente de 4 por ciento. 
Puente de fierro de las Cumbres.—De dos claros, de 24,40 m de longitud y 9,14 m de altura, con la misma pendiente.
Túnel núm. 12.—De 48,78 y de la misma pendiente y radio de curvatura que el anterior.
Puente de fierro de tres claros.—De 30,50 m de longitud y 9,14 m de altura.
Túnel núm. 13.—De 106 metros de radio y menor curvatura.
Túnel núm. 14.—Este túnel tiene una longitud de 129 metros y se halla abierto en uno de los espinazos de la montaña, comprendido entre las dos barrancas gemelas. Sálvanse estas por medio de terraplenes hechos con los escombros procedentes del mismo túnel y de una profunda excavación practicada á la salida de el.
Puente de fierro de tres claros.—De 30,50 m de longitud y 6,10 m de altura.
Túnel núm. 15.—De 51,52 m de longitud, y de pendiente y curva iguales á los anteriores.

 Gran puente de Wimer. —Situado á 16 kilómetros de Maltrata, de cinco claros, 85,36 m de longitud y 39,36 m de altura. Hállase construido sobre una profundísima barranca á la salida del túnel núm. 15. Cuatro machones de fierro y estribos de mampostería sostienen este puente, uno de los más hermosos de la vía. Antes de llegar al puente, las arboledas y los crestones que los desatierres han dejado en pie sobre los desfiladeros de la montaña, ocultan los precipicios, alejando de la mente toda idea siniestra.

  En esta hermosísima región de los pinos se admiran los corpulentos y gallardos ocotes, que esparcen por todas partes su aroma penetrante y hacen susurrar el viento, herido por sus fibrosos follajes, susurro que el distraído viajero confunde inconscientemente con el eco de algún torrente cercano ó con los lejanos retumbos del mar. Pero desde el momento en que se sale del túnel y se empieza á recorrer el atrevido viaducto, todas las bellezas naturales desaparecen en presencia de un horrendo abismo que se abre bajo los pies del espectador. Sobrecogido este de terror dominando aquella inmensa profundidad, y desde el tren, que con sus plataformas oculta el mismo puente, no ve sino pendientes inaccesibles y descarnadas y la obra devastadora de-los torrentes periódicos. Las sublimes obras del Hacedor divino y las asombrosas concepciones de la inteligencia humana &'ó adunan en estos lugares para conmover el ánimo y excitar las más vivas emociones.

  A la vista de aquel derrumbadero cesa la contemplación de las obras naturales, experimentándose tan solo esa sensación, afortunadamente pasajera, mezcla extraña de terror ó impulso temerario que se llama vértigo. Pronto el tren aparta de la vista del viajero aquella pavorosa barranca, y otros paisajes vienen de nuevo á tranquilizar su ánimo y dar pábulo á sus contemplaciones.

  Túnel num. 16.—Al llegar á este último túnel, de 45 metros de longitud, se salva un pequeño puente, con una pendiente de 4 por ciento; pendiente que continúa hasta el término de las cumbres, á las cuales de sorpresa en sorpresa asciende el viajero, pudiendo observar ya de cerca, por la configuración del terreno, las vertientes y cañadas de los contrafuertes, y apreciar la vegetación que las reviste. Al trasponer un tajo impensadamente, se encuentra en Boca del Monte, primera estación de la Mesa Central.

  
Fuente:

Álbum del ferrocarril mexicano. Colección de vistas pintadas del natural por Casimiro Castro y ejecutadas en cosmo-litografía por A. Sigogne. Con su región del camino y las regiones que recorre por Antonio García Cubas. Establecimiento Litográfico de Victor Debray y Cía. México, 1877. Las imágenes blanco y negro corresponden a la edición de Gallo y Compañía de 1874.