Seguimos el viaje de acuerdo a lo planeado originalmente. Me sigo sorprendiendo ver como constante por todos los sitios que hemos venido visitando y reportando a través de este Bable desde hace ya 5 años, de que siempre encontramos dos cosas: una, que hay mucho más por ver en cada lugar, más allá de lo que comentan en las guías turísticas oficiales y, la otra cosa, que cada ciudad o pueblo guarda características únicas que difícilmente encontraremos en otro sitio. Esta vez ni tiempo para desayunar, así que, directos para la Central de Autobuses, intuyo que a la terminal de segunda a donde me debo de ir.
Error! no es en la de segunda donde sale el autobús, me debo ir a la terminal de primera, con el agravante de que en México no hay calles planas y arrastrar maleta pesada, aunque tenga rueditas, es faena casi agotadora. Hay una fila enorme, al parecer solamente dos ventanillas de las ocho que existen, están funcionando. Hago la cola, es relativamente rápida. Toca mi turno. Error! los boletos a Tlacotalpan no los venden en esa taquilla, sino en una lateral en donde, atienden todo tipo de servicios relacionados con ADO y sus filiales. La hilera no es tan larga pero, como allí se realizan reembolsos, cambios, quejas, trámites electrónicos, el servicio es lento.
Llega mi turno y ¡córrale! pues el camión está por salir y no lo anuncian. ¿No anuncian la salida de un autobús de primera? Error! es de segunda, pero sale de la sala de primera. Aquí aplica a la perfección ese punto tan complicado en las políticas que reinan en buena parte del país: la de "usos y costumbres" que veo, no aplica solamente a las regiones indígenas, sino a las terminales de autobuses también.
Sabemos de sobra que viajar en segunda es casi casi infernal, de entrada que te respondan a un "buenos días" o que te respondan a lo que sea... si sucede, es un triunfo. Luego, si encontramos de malas al chofer, que es cosa habitual, entonces sigue el problema de viajar con equipaje pesado, pues, uno abre la cajuela, acomoda sus maletas y la vuelve a cerrar. Todo eso se complica cuando el camión tiene ya que partir y resulta que quien sabe cómo se le hace para cerrar esa gaveta. Lo bueno es que queda libre mi asiento favorito: el 4.
La razón del 4 es una, nada metafísico o simbólico, sino práctico. Esto lo vengo haciendo desde que entendí en mis primeras "tiradas a perder" hace 40 años o más, que hay dos asientos en los autobuses que son los mejores para la observación total del panorama, para subir y bajar cuando los tramos son muy largos y hay que correr en poco tiempo al baño y regresar antes de que parta el camión y te quedes a mitad del camino. Son los números 3 y 4, el 4, mejor aun pues es del lado de la ventanilla y al frente no hay nada más que la carretera que vas observando durante todo el recorrido.
No sé tú, pero me parece curioso, o, mejor dicho, extraño, eso de ver más y más logotipos y colores en los autobuses. Habituados estamos a ver los Flecha Amarilla, Primera Plus, Estrella Blanca, Ómnibus de México, ADO, que son, en buena medida, los que "controlan", por así decirlo, el tránsito de pasajeros en México. Nuevamente: Error! son docenas y docenas de líneas las que hay en los sistemas regionales. Ejemplo los TRV, como este que ahora vemos que es en el que voy rumbo a Tlacotalpan.
Salimos, pues, de Veracruz, cruzamos Boca de Río, en donde, efectivamente (tercera foto) desemboca un río, el Jamapa. Antes de llegar al puerto de Alvarado, cruzamos por una sabana. Creo es eso, o en todo caso unos pastizales, los ves en la quinta fotografía. Y esto que vemos arriba es el centro de Alvarado. Y si te estás preguntando qué es esa construcción que aparece en la segunda fotografía, te confirmo, efectivamente, se trata del templo de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, los mormones; me parece un diseño pulcro, interesante; se ubica en Boca del Río, justo en el malecón.
Ahora vamos cruzando otro caudaloso río más... son muchos los ríos que cruzan al estado de Veracruz, la mayoría anchos, carencias de agua, por acá no hay. Este es el Papaloapan, el río "de las mariposas", que nombre tan sutil y emblemático le pusieron, estamos cerca de Tlacotalpan.
Acaba de pasar la fiesta de la Candelaria, en la cual todo Tlacotalpan y buena parte de Veracruz se vuelcan en tres días de festejos, sé que será difícil encontrar hospedaje y... no, no lo es, en el primer hotel que veo a una cuadra de donde me dejó el camión, pues, con esto de las fiestas no llega hasta la terminal, así que me voy directo allá, no quiero cargar maleta en busca de hotel, así que, aquí me quedo, solo que, pagando el doble de lo que tengo presupuestado... no veo alternativa, de las dos noches que pensaba pasar aquí, tendré que reducirlo a una sola. Me pareció un gran detalle netamente tlacotalpeño tener una mecedora en el cuarto.
Hay norte, es necesario cubrirse, frío, frío, lo que se dice frío no está, pero, siendo este sito el pleno trópico, es curioso andar con chamarra... nos vamos a caminar al pueblo, a sabiendas que seremos asaltados de forma cromática:
Fue en 1998 que Tlacotalpan entró en la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad, la razón es una sola, clara y contundente: aquí se ha preservado casi en tu totalidad, el estilo de construcción que fue evolucionando de la endebles chozas a una casa en donde el sincretismo o mestizaje se dio. Con patios centrales, con pórticos, con tejados. La razón de esta evolución estilística se afianzó muy entrado el XVIII, cuando luego de inundaciones e incendios, se concibió esto que es el llamado estilo Vernáculo.
Y aquí, como en tantas otras poblaciones de México, el que se haya designado a un santo patrono cuando se hizo la fundación, no quiere decir que la festividad mayor sea para él, sino para otra imagen o advocación, en este caso, a la Virgen de la Candelaria.
Son tres días de fiestas intensas. 31 de enero, 1 y 2 de febrero, en donde -me dicen- llegan tantos visitantes que, de pronto, el andar por la calle se vuelve cosa complicada por la multitud. Hay una serie de festejos en los que se incluye un paseo de la imagen por el Papaloapan, un cruce de toros que de un lado al otro del río para luego soltarlos por las calles, una misa multitudinaria y un templo tan, pero tan ornamentado como nunca antes lo había visto.
Calculo que fueron, al menos dos camiones de flores los utilizados en los coloridos, abundantes y aromáticos arreglos florales.
Hay que ver, y sobre todo, hay que oler esto para creerlo.
Arrecian los vientos del Norte, pero no hay amenaza de lluvia, eso me da la tranquilidad para seguir caminando por las coloridas calles de Tlacotalpan.
Esta vendimia no es cosa habitual, son los remanentes de las fiestas de la Candelaria, pues terminan hasta el día 9, es decir, toda una Novena.
En esta barcaza llevaban la imagen de la virgen de la Candelaria por el Papaloapan, si así está ahora de colorida, bien me imagino como fue el mero día del paseo.
Nos salimos de la "zona núcleo" y caminamos por los portales en rededor del mercado...
El mercado, independientemente de su suciedad, se vuelve interesante para visitarlo pero, hay algo que nunca me ha gustado por los trópicos: los olores de las frutas ya muy maduras. Y aquí los hay.
Notarás las empalizadas, estas las colocan en los pórticos de casas y comercios para evitar las embestidas de los toros ese día que los sueltan en las fiestas que, ellos dicen, son como las de Pamplona (sic).
Y supongo que la empalizada, así como las tiritas de papel picado, hoy de plástico, que suelen colocar en las fiestas patronales de todo pueblo, las dejan hasta que la naturaleza hace lo propio... ¿será así con estas ramas de bambú?
Hace hambre, es hora de comer.... elijo unos pulpos al chipotle. Muy buenos, pero demasiado picosos para mi.
Me salió caro, corrijo, fuera de presupuesto, el hotel, así que mejor me regreso para aprovechar sus comodidades, ya me recorrí casi todo Tlacotalpan, estoy en el absoluto lugar, el auténtico pináculo de la policromía en México.
Que bonitos colores !!!! Gracias por llevarnos de la mano a conocer tantos rincones de México !!! Y la comida se ve DELICIOSA!!!!!
ResponderEliminar