Si hay algo que me satisface mucho eso es llegar a un pueblo totalmente desconocido para mi y toparme con que es el día de la fiesta. Como en aquella ocasión que llegué a Temascalcingo, en el Estado de México justo en la víspera del Corpu Viejo. Ahora estoy llegando a Popolá, comisaría ubicada diez kilómetros al norte de Valladolid, en el momento preciso en que comienza la misa, de aquellas que antes conocíamos como "de función", lo cual nos indicaba que era la más importante del día, y más aun, al ser el día del santo del Santo del pueblo.
Es el 13 de mayo, día que, como bien me lo enseñaron las monjas del Josefa, (la escuela de párvulos a la que fui hace poco más de medio siglo), día en que "la virgen bajó". Y ahora que lo recuerdo, estamos en mayo, mes consagrado a María... cuando se ofrecen las flores...
Para nosotros, los que venimos del Bajío, sabemos bien que las festividades gremiales van asociadas a las celebraciones del Corpus y su Octava, es cuando los diferentes gremios de todo tipo de actividades, sea de comerciantes, que de taxistas, que de labradores o tablajeros, herreros, mecánicos, etc., hacen su entrada al templo principal, llevando, regularmente una ofrenda. Recordemos que en el virreinato la fiesta más espléndida que había en todo el año, la más "galana" como entonces se decía, era la del Corpus y sus gremios. En Yucatán las cosas son un poco diferente.
Lo que he podido notar es que hay una mezcla de conceptos entre lo que es un gremio y una cofradía y lo que en esta península se entiende como Gremio, no es otra cosa que la fiesta patronal del pueblo. En este caso, en Popolá, estamos en la fiesta de la Virgen de Fátima, advocación que veo se ha difundido mucho entre las comunidades rurales, seguramente por estar ubicada muy próxima a la de San Isidro Labrador y asociando dualidades y abogacías, Fátima se perfila como buena protectora de campos y sus labradores.
Llego justo en la parte introductoria de la misa, el templo totalmente lleno, pero noto algo relevante, la concurrencia es de 98% de mujeres y apenas un 2% de hombres, hay muchas personas que no encontraron lugar pero, a diferencia de las fiestas patronales en los pueblos del Bajío, aquí hay un orden impresionante y algo más... un colorido excepcional.
Todas las concurrentes van ataviadas con el traje regional, con el traje característico de Yucatán: el huipil, pero no solo eso, sino que van aderezadas con flores sosteniendo el chongo que forma parte intrínseca del modo de vestir peninsular. Veo que algunas mujeres llevan el rebozo, y unas cuantas, muy pocas, aun se cubren la cabeza durante la celebración.
Yo, como curioso nato que soy, me voy abriendo camino en cada pausa de la misa, llego hasta el frente y me ofrecen asiento junto a los mayordomos, definitivamente un honor que acepto. Desde allí puedo observar con mayor atención el comportamiento de la concurrencia, su participación y sigo impresionando. El orden. No hay niños ni corriendo ni llorando. De pronto comienza la música, un coro de verdaderas angelicales voces entonan himnos en maya.
"La participación de los gremios en la celebración festiva patronal establece el marco general específicamente religioso, tanto con los rituales que se realizan en la casa del presidente de cada gremio —y cada día interviene uno diferente—, como los que tienen lugar en la iglesia (como llevar los estandartes y pendones, así como trasladar la imagen religiosa principal a la casa del presidente). El cierre del ciclo festivo se señala con la procesión que se realiza en las calles de la comunidad con la participación de todos los gremios y el conjunto de creyentes.
"En Popolá, comunidad al norte de Valladolid, los gremios se componen de donantes, quienes al ingresar se comprometen a hacer una ofrenda al santo en el día de su fiesta, tal ofrenda es la entrega de comida para el santo y el pago de una misa. Las misas se celebran a lo largo de una novena, pero si los donantes que se apuntan con el prioste rebasan este lapso, las misas se prolongan por más días, hasta 15 o 23. En las misas se hace entrega de velas decoradas, adornos de cera de abeja y de ramilletes (elaboradas armazones de varas que se cubren con una gran cantidad de pliegos de papel de china de diferentes colores, calados y recortados formando figuras artísticas). En cada día el donante responsable prepara el platillo ritual por excelencia, el relleno negro (pavo horneado en el pib, hoyo o zanja abierto en la tierra donde se calienta con leña una cama de piedras, sobre la cuales se acomodan las ollas con el pavo condimentado, y se cubre con ramas y tierra toda la noche, para descubrirse y servirse a la mañana siguiente). Las primeras porciones de comida se ofrecen al santo patrono, así como a los santos del altar casero y a los difuntos de la familia (Quintal et al., 2001a: 362). (1)
El ceremonial está más que establecido. Hay la entrada del gremio, con estandartes, mismos que se dejan en la puerta del templo, una vez concluida la misa la imagen se lleva en andas haciendo un recorrido en rededor de la plaza del pueblo que, regularmente, está frente a la iglesia. Va acompañada de música y cohetes, se regresa a su sitio, los ramilletes o, el ramillete principal, se descuelga y sale nuevamente el gremio, en grupo y en desfile rumbo a la casa del Presidente, pues será la entrega del Ramillete, lo que quiere decir, que, se entrega a quién estará encargado de organizar la fiesta para el próximo año, sigue la comida, la cual, invariablemente será Relleno Negro o Cochinita Pibil. Y la fiesta seguirá por toda la tarde, entendiendo que, por los rigores del clima, las actividades se suspenden a la 1 de la tarde. Por cierto, esta misa de "función" no fue a las 12 como allá en el Bajío, sino a las 9, por lo tanto más que comida, es almuerzo.
Fuente:
1.- Medina Hernández, Andrés, & Rivas Cetina, Francisco Javier. (2010). Las corridas de toros en los pueblos mayas orientales. Una aproximación etnográfica. Estudios de cultura maya, 35, 131-162. Recuperado en 20 de mayo de 2014. Te recomiendo leer ese enlace:
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